2007-06-16 17:41:35

Llamamiento de Benedicto XVI y Crisóstomo II a "todos aquellos que en todas partes el mundo, alzan la mano contra los propios hermanos" y exhortan "con firmeza, a deponer las armas y a trabajar para que se curen las heridas causadas por la guerra"


Sábado, 16 jun (RV).- Benedicto XVI y el arzobispo ortodoxo de Chipre, Chrysostomos II, han hecho esta mañana un llamamiento por la paz en el mundo, el respeto de los Derechos Humanos y la lucha contra la pobreza. El Santo Padre ha recibido hoy al arzobispo ortodoxo Crisóstomo II en la última jornada de su visita a Roma.

Y una declaración conjunta, al final de su encuentro, han hecho un llamamiento a "todos aquellos que en todas partes el mundo, alzan la mano contra los propios hermanos" y les exhortaron "con firmeza, a deponer las armas y a trabajar para que se curen las heridas causadas por la guerra". Benedicto XVI y Crisóstomo II abordan en esta declaración común la situación en Oriente Medio, "donde la guerra y los desacuerdos entre los pueblos corren el riesgo de extenderse, con consecuencias desastrosas" e invocan la paz que viene de lo Alto.

Ambas iglesias se comprometen a “desarrollar un papel pacificador en la justicia y en la solidaridad” y, para que se logre, expresan su deseo de “promover las relaciones fraternas entre todos los cristianos y un diálogo leal entre las religiones presentes y activas en resta región”, con la confianza de que la “fe en el único Dios ayude a los hombres de esas antiguas e ilustres tierras a encontrar un convivencia amistosa, en el respeto recíproco y una colaboración constructiva".

Además, piden que los Derechos Humanos "sean defendidos siempre y en todas las naciones" pues el respeto del hombre es "un deber fundamental para todos". La declaración hace una referencia especial al derecho de libertad religiosa, derecho primario entre los derechos humanos que hay que tutelar, y señala que no respetarlo "constituye una gravísima ofensa a la dignidad del hombre, que viene golpeado en lo íntimo del corazón donde vive Dios. Y por esta razón, profanar, destruir y saquear los lugares de culto de cualquier religión, representa una ofensa contra la humanidad y la civilización de los pueblos”.

El obispo de Roma y el arzobispo de todo Chipre declaran también su mutuo acuerdo y sincera y firme disposición a “intensificar la búsqueda de la plena unidad entre todos los cristianos, activando cualquier esfuerzo posible y útil a la vida de ambas comunidades”. “Deseamos también -se lee en la Declaración conjunta- que los fieles católicos y ortodoxos de Chipre vivan fraternalmente, en la plena solidaridad fundada sobre la fe común en Cristo resucitado. Queremos además sostener y promover el diálogo teológico, que a través de la competente Comisión Internacional se dispone a afrontar las cuestiones más arduas que han marcado el hecho histórico de la división”.

En este encuentro se han considerado también las contingencias históricas en las que viven las respectivas iglesias, de forma particular la situación de división y tensión que caracterizan desde hace más de tres décadas la isla de Chipre, con los trágicos problemas que minan la vida de ambas comunidades y de las familias.

Otro de los temas de esta Declaración común es la construcción de la Unión Europea, donde católicos y ortodoxos están llamados a contribuir para crear un climas de amistad y cooperación. El Papa y el arzobispo ortodoxo advierten contra una época marcada por una creciente secularización y relativismo y reafirman que la Unión Europea no podrá limitarse a una cooperación meramente económica y que necesita bases sólidas culturales, referencias éticas compartidas y de apertura a la dimensión religiosa. “Es necesario vivificar las raíces cristianas de Europa, que han hecho grande su civilización en los siglos, y reconocer que la tradición cristiana occidental y la oriental tienen, en este sentido, un importante papel común que realizar".

Benedicto XVI y Chrysostomos manifiestan también su preocupación por la forma en la que se vienen afrontando las cuestiones concernientes a la bioética. En particular se advierte del riesgo existente en algunas técnicas aplicadas a la genética, que aunque estén intencionalmente concebidas para responder a necesidades legítimas, en realidad hagan mella en la dignidad del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios. “La explotación del ser humano, la experimentación abusiva, los experimentos de una genética que no respeta los valores éticos ofenden la vida y atentan contra la incolumidad y la dignidad de la persona y no pueden ni deben ser justificados o permitidos en ningún momento de su existencia".

Benedicto XVI y Crisóstomo II invitan también a las naciones que han conseguido "progresos significativos en el campo de la economía y la tecnología a que "no olviden a sus hermanos que viene en países aquejados por la pobreza, el hambre y las enfermedades” pobres, y piden a los responsables de las naciones a favorecer y promover una justa repartición de los recursos de la tierra, con espíritu de solidaridad con los pobres y con todos los indigentes del mundo.

Por último el Pontífice y el arzobispo ortodoxo concuerdan en sus preocupaciones sobre el riesgo de la destrucción de la creación e indican que el hombre, creyéndose el centro del universo, olvidando el mandato del Creador y encerrándose en una egoísta búsqueda del propio bienestar, ha hecho elecciones que "ponen en riesgo su propia existencia", mientras que el ambiente "exige respeto y protección" por parte de todos.







All the contents on this site are copyrighted ©.