La Iglesia insta a los miembros del G-8 a actuar con responsabilidad
Jueves, 7 jun (RV).- Cada año, los dirigentes de los ocho países más ricos y poderosos
del mundo se reúnen para discutir las cuestiones de mayor importancia del mundo de
hoy en una cumbre que se conoce con el nombre de G-8. Este año, los dirigentes se
encuentran reunidos desde ayer y durante tres días, en la pequeña ciudad de Heiligendamm
en Alemania, allí la canciller alemana Angela Merkel está actuando de anfitriona de
una discusión sobre pobreza y África, salud, paz y seguridad en el mundo, y la crisis
a la que todos nos enfrentamos por el cambio climático.
Los ocho países reunidos
son Estados Unidos, cuyo presidente George W. Bush será recibido este sábado en audiencia
por el Santo Padre Benedicto XVI, Reino Unido, Canadá, Francia, Alemania, Italia,
Japón y Rusia.
Precisamente, a los Jefes de Estado de estos países, los obispos
católicos reunidos en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del
Caribe, en Aparecida, Brasil, enviaron un telegrama como pastores de unos pueblos
que sufren por las injustas relaciones entre países pobres y países ricos. En este
sentido el llamamiento iba dirigido a los Jefes de Estado y de Gobierno del G-8 para
que “guíen la economía mundial a un desarrollo humano, ecológico y sostenible, basado
en la justicia, la solidaridad y el bien común de toda la familia humana”.
Teniendo
en cuenta que las decisiones tomadas por estas ocho potencias tienen amplias consecuencias
para la vida de millones de personas en todas las partes del mundo, y aunque los países
del G 8 no tengan un mandato para un gobierno global, “les instamos –señalan los obispos-
a asumir la responsabilidad de actuar al respecto con gran solidaridad”.
En
nombre de la Asamblea Episcopal, los presidentes de la V Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano y del Caribe, subrayan junto con el Papa, en su carta a la canciller
alemana Angela Merkel, su convicción de que una de las tareas más urgentes de nuestro
tiempo es eliminar la extrema pobreza y poner a disposición los recursos necesarios,
porque de ello depende la paz y la seguridad mundial.
La carta del Santo Padre
a la que los obispos hacen referencia fue enviada en diciembre de 2006 a la canciller
alemana tras el anuncio de su presidencia para la cumbre del G-8. El Papa se congratulaba
de que el tema de la "pobreza", con referencia explícita a África, se encuentre en
el orden del día de las reuniones, pues “merece la máxima atención y prioridad, tanto
en beneficio de los países pobres como de los ricos”.
En este sentido Benedicto
XVI recordaba las innumerables ocasiones en las que la Santa Sede ha puesto de relieve
que, a la vez que los Gobiernos de los países más pobres tienen la responsabilidad
de gobernar bien y de eliminar la pobreza, es indispensable una activa colaboración
internacional. Aquí no se trata de una tarea extraordinaria o de concesiones que podrían
posponerse a causa de urgentes intereses nacionales. Más bien, se trata de un deber
moral grave e incondicional, basado en la pertenencia común a la familia humana, así
como en la dignidad y el destino comunes de los países pobres y de los países ricos
que, por el proceso de globalización, se desarrollan cada vez con mayor interdependencia.
Asimismo el Papa hablaba de la necesidad de amplias inversiones en el campo
de la investigación y del desarrollo de medicinas para el tratamiento del sida, la
tuberculosis, la malaria y otras enfermedades tropicales. A este respecto, los países
industrializados deben afrontar la urgente tarea científica de crear por fin una vacuna
contra la malaria. Del mismo modo, es necesario poner a disposición tecnologías médicas
y farmacéuticas, así como conocimientos derivados de la experiencia en el campo de
la salud, sin imponer en cambio exigencias jurídicas o económicas.
Con todas
estas premisas se espera que al concluir mañana las reuniones de estos ocho gigantes
de la economía mundial se saquen en claro ayudas económicas a los más necesitados,
medidas para salvar el medio ambiente, y políticas sociales dirigidas a disminuir
las diferencias entre el norte y el sur del mundo.