El Papa pide a los miembros de la Pontificia Academia Eclesiástica que sean sacerdotes
y pastores antes que diplomáticos
Sábado, 2 jun (RV).- “Sed pastores imitadores de Cristo antes que diplomáticos, para
que cualquiera que se os acerque pueda descubrir “al sacerdote que está en vosotros”.
Ésta ha sido la observación eclesial que Benedicto XVI ha pedido a los estudiantes
de la Pontificia Academia Eclesiástica, recibidos esta mañana por el Papa en el Palacio
apostólico del Vaticano con motivo de la tradicional audiencia anual.
Para
ser representantes de la Sede de Pedro en los lugares y escenarios más diversos del
mundo, tanto en contextos secularizados como en tierras de conflicto, es menester
tener “no solamente un conocimiento intelectual de Jesús, sino cultivar con Él una
amistad íntima” porque el sacerdote debe prevalecer sobre el diplomático.
Con
gran claridad el Papa ha trazado el perfil del futuro Nuncio Apostólico o del encargado
en la Secretaría de Estado, hablando ante los jóvenes sacerdotes de esta Pontificia
Academia. “El servicio al que estáis destinados y para el que os preparáis aquí en
Roma -les ha dicho- es un servicio de testigos, cualificado ante las Iglesias y las
autoridades de los países a los cuales, si Dios quiere, seréis enviados”.
Vosotros
sabéis que la fe cristiana no puede jamás reducir a una persona a mero conocimiento
intelectual de Cristo y de su doctrina; sino que debe también manifestarse en la imitación
de los ejemplos que Cristo nos ha dado como Hijo del Padre y como Hijo del hombre.
En particular, quien colabora con el Sucesor de Pedro, Pastor supremo de la Iglesia
católica, está llamado a hacer lo posible para ser él mismo un verdadero pastor, como
Jesús Buen Pastor, a dar la vida por su rebaño.
Pastores por lo tanto -“fundamentalmente”
y “siempre” ha insistido Benedicto XVI- pero también “promotores de diálogo y tejedores
de fructuosas relaciones con las autoridades y las instancias civiles, como quiere
la tradición católica”.
Por último el Obispos de Roma les ha instado a “cultivar
este vuestro anhelo, de manera que cuantos se os acerquen puedan descubrir al sacerdote
que hay en vosotros. De esta manera se notara con claridad el carácter atípico de
la diplomacia pontificia”. Una diplomacia, como pueden constatar las numerosas misiones
diplomáticas acreditadas ante la Santa Sede, que en lugar de defender intereses materiales
o visiones parciales del hombre, promueve valores que brotan del Evangelio, como expresión
de los altos ideales proclamados por Jesús, único y universal Salvador. Estos valores
por su parte en gran medida son patrimonio compartido también por otras religiones
y otras culturas.