2007-06-01 15:43:49

El Papa señala a los nuevos embajadores de Pakistán, Islandia, Estonia, Burundi y Sudán que las religiones deben colaborar para formar a sus seguidores en el respeto de toda fe y cultura


Viernes, 1 jun (RV).- Benedicto XVI ha recibido en el curso de esta mañana las cartas credenciales de los nuevos embajadores de Pakistán, Islandia, Estonia, Burundi y Sudán, en ocasión de su presentación como representantes ante la Santa Sede de sus respectivos países.

Dos estados africanos, uno asiático y dos europeos. Un cuadro geográfico de situaciones y problemáticas distintas. Del drama de Darfur, al respeto de las minorías religiosas en Asia, a la defensa de las raíces cristianas en Europa, a la tutela de la familia y del matrimonio, pero también una ocasión para reflexionar sobre los valores y compromisos comunes a los que obliga un mundo globalizado.

“Vuestra presencia hoy aquí, vosotros que venís de distintos continentes, -ha señalado el Papa- nos muestra una imagen del mundo actual que, de norte a sur, de este a oeste, se desvela por mantener relaciones cada vez más estrechas y por construir una sociedad que pueda vivir en paz”.

“En efecto –ha proseguido el Pontífice- en el mundo actual importa más que nunca afirmar los lazos que unen los países, mostrando cuidado especial por las naciones más pobres. De hecho, no es posible utilizar impunemente las riquezas de los países más pobres, sin que éstos puedan tomar parte en el desarrollo mundial”. En este sentido el Pontífice ha recordado el deber de las autoridades de todos los países, “a trabajar juntas para que haya una mejor distribución de las riquezas y de los bienes del planeta. Una colaboración de esta magnitud tendría repercusiones directas en la solidaridad, la paz y la vida fraterna en el seno de la comunidad internacional”.

El Papa ha hecho un llamamiento y ha expresado su deseo por un compromiso renovado de todas las naciones, especialmente de las más ricas, para que todos los hombres tomen conciencia de su responsabilidad en esta causa, y para que acepten transformar su modo de vida en vista de una repartición cada vez más equitativa y justa.

Respecto al papel que pueden tener las religiones en este campo, el Papa ha dicho que “las religiones tienen el deber de formar a sus miembros en un espíritu de relaciones fraternas entre todos los habitantes de un mismo país, con una atención respetuosa hacia todos los hombres. Nadie puede ser objeto de discriminación o puesto al margen de la sociedad en razón de sus convicciones o prácticas religiosas, que son elementos fundamentales de la libertad de las personas”.

“Las sociedades tienen el deber de proteger los derechos esenciales y la dignidad de todos los seres humanos”, ha insistido el Santo Padre. Por otra parte, una verdadera gestión religiosa no puede ser fuente de división o violencia entre personas y comunidades humanas. Al contrario, “está en la base de la conciencia, para ver en toda persona humana un potencial humano que hay que proteger y hacer crecer”.








All the contents on this site are copyrighted ©.