El Papa elogia la reciente manifestación en favor de la familia, “una gran y extraordinaria
fiesta del pueblo”, que confirma cómo la familia está radicada profundamente en el
corazón y en la vida de los italianos
Jueves, 24 may (RV).-Benedicto XVI ha señalado a los obispos italianos su responsabilidad
hacia sus respectivas iglesias, pero también hacia toda la nación. En el pleno respeto
de la distinción entre Iglesia y política, el Santo Padre ha exhortado a la Conferencia
episcopal italiana, a cuyos miembros ha recibido esta mañana en audiencia, a preocuparse
por el bien común de Italia. Una preocupación que ha quedado reflejada en la reciente
nota aprobada por el Consejo Episcopal Permanente sobre la familia fundada en el matrimonio
y las iniciativas legislativas sobre las uniones de hecho.
“En este contexto,
la reciente manifestación en favor de la familia, celebrada por iniciativa del laicado
católico y compartida por numerosos no católicos, ha sido una gran y extraordinaria
fiesta del pueblo, que ha confirmado cómo la familia está profundamente radicada en
el corazón y en la vida de los italianos. Este acontecimiento ha contribuido a que
todos vean el significado y el rol de la familia en la sociedad, que tiene particular
necesidad de ser comprendido y reconocido hoy, frente a una cultura que se ilusiona
con favorecer la felicidad de las personas insistiendo unilateralmente sobre la libertad
del individuo. Por esta razón cualquier iniciativa del Estado en favor de la familia
como tal tiene que ser apreciada y alentada”.
Benedicto XVI ha recomendado
a los prelados que presten la misma atención a las verdaderas necesidades de la gente,
a través del servicio cotidiano a las distintas formas de pobreza, antiguas y nuevas,
visibles o invisibles. El Papa ha insistido en la promoción y animación de este servicio,
“para que en él brille siempre el auténtico amor de Cristo”.
Otro de los temas
que ha desarrollado el Pontífice en su discurso a los obispos italianos ha sido el
de las relaciones con otras religiones y culturas, que deben desarrollarse en un clima
de estima y respeto, y que son particularmente necesarias hoy en día, en un mundo
que crece cada vez más globalmente. “No obstante –ha dicho el Papa- no puede disminuir
la conciencia de la originalidad, plenitud y unicidad de la revelación del verdadero
Dios que en Cristo nos ha sido definitivamente donada y tampoco puede atenuarse o
debilitarse la vocación misionera de la Iglesia.
En este contexto, el tema
principal de la 57 Asamblea General de los obispos italianos que se está desarrollando
estos días y que tiene como tema “Jesucristo, único Salvador del mundo: la Iglesia
en misión, ad gentes entre nosotros”, ofrece una perspectiva de evangelización articulada.
Porque como ha subrayado el Pontífice “se trata siempre de anunciar y testimoniar
al mismo Jesucristo, ya sea a los pueblos que por primera vez se abren a la fe, como
a los hijos de esos pueblos que ahora vienen a vivir y a trabajar en Italia, y del
mismo modo a nuestra gente, que a veces se ha alejado de la fe y está sometida a las
presiones de las tendencias secularizadoras que pretenden dominar la sociedad y la
cultura en este país y en toda Europa”.
Tras la visita ad limina de los obispos
italianos, el Papa ha podido confirmar la certeza de que la fe está viva en Italia
y profundamente radicada y que la Iglesia es una realidad del pueblo, capilarmente
cercana a las personas y a las familias. “La fe católica y la presencia de la Iglesia
-ha asegurado Benedicto XVI- permanecen como el gran factor unificador de esta amada
nación y un precioso depósito de energías morales para el futuro”.
El Santo
Padre ha advertido, sin embargo, que “no podemos ignorar o menospreciar las dificultades
existentes y las insidias que pueden agrandarse con el paso del tiempo y de las generaciones”.
Entre éstas el Papa ha citado el peso de una cultura caracterizada por el relativismo
moral, pobre de certezas y rica de reivindicaciones casi siempre injustificadas.
Benedicto
XVI ha recomendado en este sentido la necesidad de robustecer la formación cristiana
mediante una catequesis más sustanciosa, poner a Dios siempre en el centro de la vida
de nuestras comunidades y una formación permanente para los sacerdotes, “porque en
algunas regiones, de hecho el escaso número de sacerdotes jóvenes representa ya un
serio problema para la acción pastoral”.