Audiencia general: los injustificables crímenes que los colonizadores infligieron
a los indígenas en América Latina y que fueron condenados por destacados misioneros
y teólogos, no deben impedir reconocer la maravillosa obra cumplida por la gracia
divina en aquellas poblaciones
Miércoles, 23 may (RV).- En su audiencia general, Benedicto XVI recuerda con gratitud
y alegría su reciente viaje a Brasil para la inauguración de la Quinta Conferencia
General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. «Ha sido un encuentro muy enriquecedor,
tanto con los Pastores y fieles brasileños como con los representantes de la Iglesia
que camina en esa querida tierra americana, en la que el Evangelio ha echado raíces
muy hondas y donde vive, de hecho, la mayor parte de los católicos del mundo».
«Para
que la luz de la Palabra de Dios abra caminos de justicia, de paz y de amor verdadero»,
el Papa ha reiterado también «la importancia de ser verdaderos discípulos de Cristo,
de estar con Él y aprender siempre de Él. Ser sus testigos y misioneros del Evangelio
en la sociedad».
Este miércoles Benedicto XVI - como él mismo anunció el
pasado domingo – ha reflexionado sobre su visita pastoral a Brasil, donde inauguró
la V Conferencia General de los obispos latinoamericanos y del Caribe.
En
su alocución central en italiano, el Santo Padre ha recordado que después de dos años
de Pontificado ha tenido la alegría de viajar a América Latina, que tanto ama, donde
vive una gran parte de los católicos del mundo. Palabras que fueron acogidas con un
gran aplauso de parte de los numerosísimos peregrinos de muchos países del mundo que
acudieron a la Plaza de San Pedro, para la audiencia general de esta semana.
Tras
señalar que la meta de su VI viaje apostólico fue Brasil, el Papa manifestó que con
esta peregrinación quiso abrazar a todos los latinoamericanos. Y, renovando su profunda
gratitud al presidente brasileño, a los obispos y a las autoridades civiles de esta
nación, Benedicto XVI recordó la cariñosa y conmovedora acogida que recibió. En primer
lugar, ha destacado Benedicto XVI ha sido un viaje de acción de gracias por la fe
arraigada en la cultura, que caracteriza a estos pueblos desde hace más de 500 años.
Tema muy querido también para sus predecesores, los Siervos de Dios Pablo VI y Juan
Pablo II.
El Papa ha querido confirmar a la Iglesia que está en América Latina
y en el Caribe «en el camino de una fe que se hizo y se hace historia vivida, piedad
popular y arte, en diálogo con las ricas tradiciones precolombinas y, luego, con las
múltiples influencias europeas y de otros continentes». En este contexto, Benedicto
XVI se ha referido también a las sombras que acompañaron la obra evangelizadora en
América Latina, pues no se pueden olvidar los sufrimientos injustificables que los
colonizadores infligieron a los indígenas y que fueron condenados por destacados misioneros
y teólogos. Mención que, sin embargo, no puede apagar la maravillosa obra cumplida
por la gracia divina en aquellas poblaciones: «Claro que el recuerdo de un pasado
glorioso no puede ignorar las sombras que acompañaron la obra de evangelización del
continente latinoamericano. En efecto, no es posible olvidar los sufrimientos y las
injusticias que los colonizadores infligieron a las poblaciones indígenas, a menudo,
conculcadas, en sus derechos humanos y fundamentales. Pero la debida mención de semejantes
crímenes injustificables – que además fueron condenados entonces por misioneros, como
Bartolomé de Las Casas y por teólogos, como Francisco de Vitoria, de la Universidad
de Salamanca – esta mención no debe impedir tomar acto, con gratitud, ante la obra
maravillosa cumplida por la gracia divina, en aquellas poblaciones en el curso de
estos siglos. Así, el Evangelio ha llegado a ser la síntesis dinámica que, con varias
facetas, según las diversas naciones, expresa la identidad de los pueblos de América
Latina».
Benedicto XVI ha hecho hincapié en la actualidad y validez de la identidad
católica, afianzada en la formación espiritual y la Doctrina social de la Iglesia:
«Hoy, en la época de la globalización esta identidad católica se presenta aún como
la respuesta más adecuada, con la condición de que esté animada por una seria formación
espiritual y por los principios de la Doctrina social de la Iglesia».
Pasando
luego a evocar los momentos más salientes de su viaje a Brasil, el Papa ha manifestado
que este gran país puede ofrecer al mundo un nuevo modelo de desarrollo. Ante los
enormes problemas sociales y económicos que esta nación tiene que afrontar, ha señalado
también Benedicto XVI, la Iglesia debe impulsar todas las fuerzas espirituales y morales
de su comunidad, buscando convergencias oportunas con las otras energías sanas del
país. Entre las realidades positivas, el Pontífice ha mencionado la creatividad y
la fecundidad, que se manifiesta en los movimientos y en los institutos de vida consagrada,
así como en la actividad de los laicos.
«La cultura cristiana puede animar
una ‘reconciliación entre los hombres y la creación, a partir de la recuperación de
la dignidad personal en la relación con Dios Padre», ha reiterado también Benedicto
XVI, refiriéndose al ejemplo que brinda en este sentido la Hacienda de la Esperanza.
«Una red de comunidad de recuperación para jóvenes que quieren salir del túnel tenebroso
de la droga».
Destacando el entrañable recuerdo de su visita a este centro,
el Papa ha subrayado la significativa presencia de un monasterio de Clarisas. «Ejemplo
emblemático para el mundo de hoy, que necesita una ‘recuperación’ ciertamente psicológica
y social, pero más aún profundamente espiritual».
También emblemática ha sido
la canonización del primer santo nacido en Brasil, Fray Antonio de Santa Ana Galvao,
ha recordado Benedicto XVI, refiriéndose a «este sacerdote franciscano del siglo XVIII,
devotísimo de la Virgen María, apóstol de la Eucaristía y de la Confesión. Conocido,
mientras vivía, como ‘hombre de paz y de caridad». Y «cuyo testimonio es una confirmación
ulterior de que la santidad es la verdadera revolución, capaz de impulsar la auténtica
reforma en la Iglesia y en la sociedad».
Con las palabras de su Encíclica
Dios es Amor, el Santo Padre ha recordado la perspectiva unificadora de la Iglesia,
al mismo tiempo teológica y social. «La luz de la Palabra de Dios es condición fundamental
para la presencia de la justicia y del amor en nuestra sociedad».
Escuchemos
el resumen que de su catequesis ha hecho el Santo Padre en español para los peregrinos
de nuestra lengua presentes en la Plaza de San Pedro:
Queridos
hermanos y hermanas: En esta audiencia quisiera recordar con gratitud y
alegría mi reciente viaje a Brasil para la inauguración de la Quinta Conferencia General
del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en el gran centro mariano de Aparecida.
Ha sido un encuentro muy enriquecedor, tanto con los Pastores y fieles brasileños
como con los representantes de la Iglesia que camina en esa querida tierra americana,
en la que el Evangelio ha echado raíces muy hondas y donde vive, de hecho, la mayor
parte de los católicos del mundo.
Por eso he animado
a todos a cultivar con esmero el tesoro de la fe en Cristo y a hacerlo fecundo tanto
en la vida personal como en los diversos ámbitos de la vida social. He invitado a
los jóvenes a que sean el rostro joven de la Iglesia; a los Pastores a dar nuevo impulso
a la evangelización, al estilo de la primitiva comunidad cristiana: perseverando en
la catequesis, en la vida sacramental y en la práctica de la caridad; he señalado
a todos la importancia de ser verdaderos discípulos de Cristo, de estar con Él y aprender
siempre de Él, para ser sus testigos y misioneros del Evangelio en la sociedad, para
que la luz de la Palabra de Dios abra en ella caminos de justicia, de paz y de amor
verdadero.
Saludo cordialmente a los peregrinos
de lengua española, en particular a los venidos de España, México, El Salvador, Guatemala
y otros países latinoamericanos. Deseo a todos que la estancia en Roma les ayude a
reforzar la fe transmitida por los Apóstoles Pedro y Pablo, que aquí dieron su vida
por Cristo. Muchas gracias por vuestra visita.
Benedicto XVI
saludando a los fieles de lengua polaca les ha agradecido las oraciones que por él
han rezado con motivo de su Viaje apostólico a Brasil, y también ha confiado los frutos
de su peregrinación a Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de toda América y al nuevo
santo brasileño, Antonio Galvao.
Como siempre al final de la audiencia el Papa
ha saludado a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. En preparación a
la solemnidad de Pentecostés, que celebraremos el próximo domingo, les ha recordado,
os exhorto, queridos jóvenes, a invocar constantemente al Espíritu Santo, para que
os haga intrépidos testigos de Cristo resucitado. Que el Espíritu de Dios os ayude
a vosotros, queridos enfermos, a acoger con fe el peso del dolor y a ofrecerlo para
la salvación de todos los hombre; que os conceda a vosotros, queridos recién casados,
la gracia de anunciar con alegría y convicción el Evangelio de la vida y de construir
vuestra familia sobre los sólidos fundamentos del Evangelio.