El Papa recibe a los obispos de Mali: “Es un deber de la Iglesia ayudar, particularmente
a los jóvenes a comprender la dignidad y belleza del sacramento del matrimonio y a
vencer los temores ante esta elección definitiva”
Viernes, 18 may (RV).- Benedicto XVI ha recibido esta mañana en el palacio pontificio
de Castelgandolfo a un grupo de obispos de las diócesis de Mali en Visita ad limina
apostolorum. El Santo Padre en su discurso, ha recordado con satisfacción las cordiales
relaciones que existen entre los fieles católicos y sus compatriotas musulmanes. “Un
hecho que no sólo favorece una coexistencia pacífica y de amistad, sino que hace posible
un compromiso común para la justicia, la concordia y la paz”.
El Pontífice
ha hecho hincapié en la necesidad que tienen los obispos de buscar su propia unidad
interior y el manantial de sus energías “en la caridad pastoral, que es alma del mismo
apostolado”. Sólo así “vuestro ministerio pastoral encontrará pleno desarrollo y una
eficacia renovada”. “Sed ardientes pastores que guían al pueblo de Dios con “confianza
y valentía, intentando estar cerca de todos, para suscitar la esperanza, incluso en
las situaciones más difíciles”.
“Guiados por una caridad sincera y por una
solicitud particular, vosotros sois para vuestros sacerdotes -ha explicado el Pontífice-
un padre, un hermano y un amigo. Ellos cooperarán generosamente en vuestra misión
apostólica viviendo a menudo situaciones humanas y espirituales difíciles. “En un
momento en que el clero diocesano está llamado a tomar un papel cada vez más relevante
en la evangelización, colaborando fraternalmente con los misioneros, es necesario
-ha dicho el Papa- que estos sacerdotes vivan plenamente su identidad sacerdotal,
entregándose totalmente al Señor, en un servicio desinteresado, ante el que no deben
desanimarse en momentos de dificultad”.
Para que los presbíteros puedan trabajar
eficazmente en la evangelización contribuyendo al crecimiento de la comunidad cristiana,
su formación debe ser examinada con cuidado. Sin embargo, esta formación no debe limitarse
al aprendizaje de conceptos abstractos, ha explicado el Papa, sino que la preparación
de los futuros candidatos al ministerio sacerdotal debe estar siempre unida con las
realidades de la misión y de la vida presbiteral. “La formación humana es la base
de la formación sacerdotal. Una atención particular a su madurez afectiva permitirá
que puedan dar, por su parte, una respuesta libre respecto al celibato, y a la castidad,
y tener una conciencia sólidamente estable a lo largo de su vida”.
Benedicto
XVI ha recordado que en vista de la próxima celebración de la segunda Asamblea Especial
para el Sínodo de los Obispos para África, es un imperativo urgente el compromiso
de los fieles en el servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz. “Los
laicos deben tomar conciencia de su misión en el seno de la única misión de la Iglesia.
Comprometiéndose en la edificación de una sociedad más justa, solidaria y fraterna,
serán auténticos mensajeros de la Buena Nueva de Jesús y contribuirán al advenimiento
del Reino de Dios”.
“Y para que esta participación en la transformación de
la sociedad sea eficaz, es indispensable –ha añadido el Papa- formar laicos competentes
para servir al bien común”. En esta formación, cuyo conocimiento de la doctrina social
de la Iglesia es un elemento esencial, se debe tener en cuenta el compromiso de estos
laicos en la vida civil, para que sean capaces de afrontar las tareas cotidianas en
los distintos campos de la política, la economía, la sociedad y la cultura, “mostrando
que la honradez en la vida pública abre el camino a la confianza y a una sana gestión
de los negocios”.
Respecto a la preocupación expresada por los obispos en
sus diócesis ante el creciente número de separaciones y debilitamiento de los matrimonios
cristianos, el Santo Padre ha dicho que “es un deber de la Iglesia ayudar a los bautizados,
particularmente a los jóvenes, a que comprendan la belleza y la dignidad de este sacramento
en la existencia cristiana”. Para responder al temor a menudo expresado por el carácter
definitivo que representa el lazo matrimonial, el Papa ha indicado “una sólida preparación,
con la colaboración de laicos expertos, que permita a las parejas cristianas permanecer
fieles a las promesas del matrimonio. La fidelidad de los esposos y la indisolubilidad
de su alianza, son una fuente de felicidad para ellos mismos” y ejemplo para los hijos.