Benedicto XVI enciende la lámpara votiva, en perenne memoria de esta peregrinación
y último acto de la iniciativa “Llama del diálogo entre las dos orillas del Mediterráneo”
Domingo, 22 abr (RV).- Tras la celebración de las vísperas en la Basílica de san Pedro
en Cielo de Oro de Pavía y ante el Arca de mármol donde se conservan las reliquias
de San Agustín, el Santo Padre ha encendido una Lámpara votiva, en perenne memoria
de esta peregrinación. Este ha sido el último acto de la iniciativa de la “Llama del
Dialogo entre las dos orillas del Mediterráneo – Símbolo de san Agustín, el hombre
puente entre las culturas”. También ha sido el último acto del viaje del Papa a las
diócesis italianas de Vigévano y Pavía.
La Llama, partió el 25 de octubre de
2006 desde Souk-Arhas en Argelia, tierra natal di Agustín y llegó a Pavía el 11 noviembre.
En 17 etapas ha viajado por las ciudades y lugares por los que Agustín pasó en vida,
o por los que han pasado sus restos en el traslado de Hipona a Cagliari y a Pavía:
Souk-Ahras (Tagaste), Annaba (Hipona), Túnez (Cartago), Malta, Ostia, Roma, Ciudad
del Vaticano, Allumiere, Civitavecchia, Cagliari, Génova, Savignone, Voghera, Casei
Gerola, Cassago Brianza, Milán, Pavía. El cuerpo de S. Agustín fue trasladado de
Cerdeña a Pavía en torno al 725 d.C.
Sobre las huellas de Agustín, la Llama
ha llevado un mensaje de dialogo y de comprensión, en nombre de la común humanidad
y del común Creador di todos los seres humanos.
La lámpara está constituida
por una base cuadrada de 24 centímetros de lado y una altura total de 144 cm.; sobre
la base han sido realizadas 20 imágenes de vidrio fundido con oro y platino a 820
grados; en la cima se apoya la llama propiamente dicha y recubierta del mismo material,
con el sello de Benedicto XVI en un lado y el de la Orden Agustiniana en el otro.
Ha sido realizado por las artistas Pupi Perati de Pavía y Elena Oleskevic, nacida
in Bielorrusia.
Las 20 imágenes, cinco por cada lado, representan momentos
significativos de la vida de S. Agustín, deteniéndose en los lugares, paisajes y momentos
salientes de su historia y los episodios relacionados con sus restos desde su muerte,
el 28 de agosto de 430 hasta la actual visita de Benedicto XVI. La lámpara se inspira
en la reciente y significativa Llama agustina del diálogo entre las orillas del Mediterráneo,
que en el nombre de san Agustín ha reunido idealmente todos los lugares en los que
el santo vivió y por donde pasaron sus restos tras la muerte.
Sobre las huellas
de Agustín, la llama lleva un mensaje de dialogo y de comprensión, en nombre de la
común humanidad y del común Creador de todos los seres humanos.