“Jesús de Nazaret”, primer libro de Benedicto XVI, sobre la figura y la vida de Jesucristo,
desde el bautismo en el Jordán, hasta la Transfiguración
Viernes, 13 abr (RV).- Esta tarde se ha presentado en el Aula del Sínodo del Vaticano
el libro Jesús de Nazaret, escrito por el Santo Padre Benedicto XVI, el primero
en sus dos años de pontificado. Han intervenido en la presentación del volumen sobre
la figura y la vida de Jesucristo, del bautismo en el Jordán, a la Transfiguración,
el cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, y los profesores Daniele Garrone,
decano de la Facultad Valdense de Teología de Roma, y Massimo Cacciari, ordinario
de Estética de la Universidad Vita-Salute San Raffaele, de Milán. El acto ha sido
coordinado por el P. Federico Lombardi, director de la Oficina de Prensa de la Santa
Sede y de nuestra emisora.
El director de la Oficina de Prensa Vaticana
y de esta Radio habla del libro Precisamente, a propósito de la noticia sobre
el libro del Papa, el padre Lombardi, manifestaba que Benedicto XVI ha podido llevar
a cabo su gran obra sobre Jesús a pesar de los compromisos y de las preocupaciones
constantes que ha afrontado cotidianamente en estos dos años de pontificado. El director
de la Oficina de prensa se congratula que el Papa haya podido llevar a maduración
un texto de tan alto esfuerzo científico y espiritual. El Santo Padre, según el jesuita
italiano, ha dedicado al volumen todos los momentos libres de sus jornadas. “Éste
es ya un mensaje muy significativo sobre la importancia y la urgencia que tiene para
él la obra”.
El Papa dice claramente con su habitual sencillez y humildad
que no se trata de un “acto magisterial” sino de un libro que es fruto de su investigación
personal, y como tal deberá ser libremente discutido y criticado. Esta es una observación
muy importante, porque pone a las claras que aquello que él escribe en el libro no
vincula la investigación de exegetas y teólogos. No se trata de una larga encíclica
sobre Jesús, sino de la personal presentación de la figura de Jesús del teólogo Joseph
Ratzinger, elegido Obispo de Roma.
El largo prólogo, explica eficazmente que
en la situación cultural actual y en muchas presentaciones de la figura de Jesús,
existe una gran distancia entre el “Jesús histórico” y “el Cristo de la fe”, que hace
que sea muy difundida la impresión de que sabemos bien poco ciertamente de Jesús y
que sólo más tarde a través de la fe, su divinidad ha plasmado su imagen.
Esta
situación –dice expresamente el Papa– “es dramática para la fe, porque hace incierto
su punto de referencia: la íntima amistad con Jesús, del cual todo depende, amenaza
devanar en el vacío”. Joseph Ratzinger, teniendo en cuenta todos los resultados de
la investigación moderna, pretende representarnos al Jesús de los Evangelios como
el verdadero “Jesús de los Evangelios como el verdadero “Jesús histórico”, como una
figura sensata y convincente a la que podemos y debemos referirnos con confianza y
sobre la que tenemos motivo para apoyar nuestra fe y nuestra vida cristiana.
Con
su libro, dice el padre Federico Lombardi, Benedicto XVI pretende desarrollar un servicio
fundamental para sostener la fe de sus hermanos, y lo hace sobre el punto central
de la fe, es decir Jesucristo. De lo que hemos podido leer en los parágrafos de la
Introducción. Jesús se nos presenta como el nuevo Moisés, el nuevo profeta, que habla
con “Dios cara a cara”, que es el Hijo, profundamente unido con el Padre. Si se deja
a parte este aspecto central, la figura de Jesús se convierte en contradictoria e
incomprensible.
Joseph Ratzinger nos habla por lo tanto con pasión de la íntima
unión de Jesús con el Padre y quiere comprometer al discípulo que sigue a Jesús en
esta comunión. Leeremos pues, manifiesta el Director de la Oficina de Prensa de la
Santa Sede, una gran obra de exégesis y de teología pero también una gran obra de
espiritualidad. Jesús de Nazaret ha sido editado en Italia por
la editorial Librería Editora Vaticana, pero al mismo tiempo la Librería mencionada,
consciente del alcance que tendrá la obra del Papa a nivel mundial, ha tomado acuerdos
con la Casa Editorial Rizzoli cediéndole a la misma los derechos de traducción, de
difusión y de comercialización en todo el mundo.
Al mismo tiempo la Casa Editora
Rizzoli, consciente de la relación de estima y de amistad, desde hace más de 50 años,
existe entre la familia Herder y el profesor y después Cardenal Joseph Ratzinger,
ha cedido a Herder Verlag los derechos de la obra para Alemania. Las ediciones en
italiano, alemán y polaco del libro Jesús de Nazaret, escrito por el Pontífice,
saldrán a la venta el lunes 16, fecha que coincide con el día en el que el Santo Padre
cumple 80 años.
Sinopsis del libro «El camino del Papa hacia Jesús.
Una meditación personal y no un documento del Magisterio». Se ha presentado la sinopsis
de este libro de Joseph Ratzinger – Benedicto XVI, titulado «Jesús de Nazaret». Libro
que es la primera parte de una obra, cuya realización – como afirma el mismo autor
- «ha sido precedida por un ‘largo camino interior’». Y en cuya segunda parte el Papa
espera «poder ofrecer también un capítulo sobre las narraciones de la infancia de
Jesús y tratar sobre el misterio de su pasión, muerte y resurrección».
Es reflejo
de la búsqueda personal del ‘Rostro del Señor’ por parte de Joseph Ratzinger. «No
quiere ser un documento del Magisterio», por lo que «cada uno tiene la libertad de
contradecirme», como subraya el mismo Pontífice en la premisa. El objetivo principal
de esta obra es el de «favorecer en el lector el crecimiento de una relación viva
con Jesucristo».
El que ha sido presentado hoy es «en primer lugar un libro
pastoral», subrayando luego que es también «obra de un teólogo riguroso, que justifica
cada una de sus afirmaciones sobre la base de un conocimiento inmenso de los textos
sagrados y de la literatura crítica». Analizando el método histórico-crítico y sus
límites, el Papa declara que su libro «considera a Jesús a partir de su comunión con
el Padre». Joseph Ratzinger presenta «el Jesús de los Evangelios como Jesús real,
como Jesús histórico».
«Para Benedicto XVI, en el texto bíblico se encuentran
todos los elementos para afirmar que el personaje histórico, Jesucristo, es también
efectivamente el Hijo de Dios que vino a la tierra para salvar a la humanidad y, página
tras página, va examinando cada uno de esos elementos. Va guiando al lector – creyente
y no creyente – en una cautivadora aventura intelectual».
«Con el hombre de
fe, que anhela explicar el misterio divino sobre todo a sí mismo. Con el culto teólogo,
que abarca resultados de análisis doctrinales antiguos y recientes», «en este libro,
emerge el pastor que logra verdaderamente su anhelo de impulsar en el lector el crecimiento
de una relación viva con Jesucristo, casi implicándolo poco a poco en su amistad personal
con el Señor».
La sinopsis del libro de Benedicto XVI concluye haciendo hincapié
en que «en esta perspectiva, el Pontífice no teme denunciar un mundo que, excluyendo
a Dios y aferrándose sólo a las realidades visibles y materiales, corre el riesgo
de autodestruirse en la búsqueda egoísta de un bienestar sólo material, volviéndose
sordo a la verdadera llamada del ser humano a ser, en el Hijo, hijo de Dios y a alcanzar
así la verdadera libertad en ‘la Tierra prometida’ del ‘Reino de Dios».
Extractos
del libro Dando una mirada al libro podemos extraer la afirmación de que el
Hijo de Dios es el Jesús histórico. Confieso, escribe el Papa, que precisamente Jesús
–el del Evangelio– es una figura históricamente sensata y convincente. Aludiendo a
la carta de Pablo a los Filipenses, el Santo Padre manifiesta que veinte años después
de la muerte de Jesús encontramos en el gran himno a Cristo, en la carta mencionada
del Apóstol, una cristología, en la que se dice que Jesús era igualmente Dios, pero
que se despojó a sí mismo, que se hizo hombre, se humilló hasta al muerte en la Cruz
y que a Él espera el homenaje de lo creado, la adoración que en el profeta Isaías,
Dios había proclamado como debida solamente a Él.
Mirando esta realidad Benedicto
XVI cree conveniente preguntarse, qué ocurrió en estos veinte años tras la crucifixión.
¿Cómo se ha llegado a esta cristología? Naturalmente, creer que precisamente como
hombre Él era Dios y que esto lo ha hecho ver en las parábolas, va más allá del método
histórico. Al contrario, si a la luz de esta convicción de fe se leen los textos con
el método histórico y con su apertura a lo más grande, ellos se entreabren, y nos
muestran un camino y una figura que son dignas de fe.
Respecto a la prueba
de la existencia de Dios que el tentador propone cuando pide a Jesús que transforme
las piedras en pan, Benedicto XVI se pregunta: ¿qué hay de más trágico y contradictorio
con un Dios bueno, y la fe en un redentor de los hombres, que el hambre de la humanidad?
¿La primera nota identificativa de un redentor del mundo no debería ser el acabar
con el hambre en el mundo?
El Papa recuerda cómo Dios alimentaba al pueblo
de Israel con el maná, con el pan del cielo, cuando caminaba por el desierto. ¿No
debería el salvador del mundo demostrar la propia identidad dando de comer a todos?
¿El problema de la alimentación del mundo –y en general los problemas sociales– no
son posiblemente el primer y auténtico criterio para la redención? ¿Alguien que no
colme este criterio puede llamarse redentor?
El marxismo, que ha hecho suyo
este ideal, el corazón de su promesa de salvación, escribe el Pontífice, habría hecho
posible que el desierto se convirtiera en pan. “Si tu eres el Hijo de Dios…” ¿Qué
desafío? ¿No se debería decir lo mismo a la Iglesia? La respuesta de Jesús no se puede
entender solamente a la luz de lo que se relata en las tentaciones. El tema del pan
permeabiliza todo el Evangelio y debe ser visto en toda su extensión.
A este
punto el Papa recuerda dos pasajes evangélicos, precisamente sobre el pan en la vida
de Jesús: la multiplicación de los panes y la Última Cena. En el primero, la gente
fue a escuchar la palabra de Dios, como personas que han abierto el propio corazón
a Dios y a los demás recíprocamente, así pueden recibir el pan de manera justa.
El
segundo pasaje sobre el pan nos lleva al anticipo del tercero y constituye su preparación,
el de la Última Cena, que se convierte en Eucaristía de la Iglesia y el milagro permanente
de Jesús sobre el pan. Él mismo se ha convertido en pan para nosotros, y esta multiplicación
de los panes durará de manera inagotable hasta el final de los tiempos. Así, ahora,
comprendemos la palabra de Jesús, que Él toma del Antiguo Testamento, para rechazar
al tentador: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca
de Dios”. A este propósito, el Papa recuerda una frase de un jesuita alemán condenado
a muerte por los nazis: “El pan es importante, la libertad es más importante, pero
la cosa más importante de todas, es la constante fidelidad y la adoración jamás traicionada”.
El Santo Padre finaliza este extracto de su libro, contrastando este pasaje
con la realidad del llamado Tercer Mundo y advierte que está en juego el primado de
Dios: “No se puede gobernar la historia, advierte, con meras estructuras materiales,
prescindiendo de Dios. Si el corazón del hombre no es bueno, entonces ninguna otra
cosa puede convertirse en buena. Y la bondad de corazón solamente puede venir de Aquel
que es Él mismo la Bondad, el Bien”.
La cuestión joánica Dos temas
decisivos en la cuestión joánica: quién es el autor de este Evangelio y cuál es su
credibilidad histórica. Respecto a la primera pregunta es el mismo Evangelio quien
ofrece una clara afirmación en el relato de la Pasión, cuando se alude a uno de los
soldados que atravesó el costado de Jesús con una lanza: “en seguida salió sangre
y agua”, e inmediatamente añade: “quien lo vio da testimonio y su testimonio
es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que vosotros creáis”. Y este era
un testigo ocular, el mismo de quien se había dicho que estaba junto a la cruz y que
era el discípulo a quien Jesús amaba, discípulo que después viene mencionado como
el autor del Evangelio.
No obstante el nombre de este autor venga voluntariamente
mantenido en secreto, sin embargo el Evangelio le atribuye la función de testigo y
garante de lo sucedido, figura histórica, porque si no fuera así, las frases anteriores
se vaciarían de significado, carecerían de sentido.
Aunque la tradición, desde
tiempos de San Ireneo, muerto en torno al año 202, reconoce a este discípulo como
San Juan, hoy han surgido dudas respecto a este nombre. Al mismo tiempo, estudios
exegéticos modernos, inclinan la balanza de la autoría hacia San Juan, en base a los
datos que examina el exegeta francés Henri Caselles, quien ha demostrado, con una
investigación sociológica sobre las familias de pescadores, el sacerdocio del templo,
la Cena en el Cenáculo, etc… que pueda ser Juan, el de Zebedeo, aquel testigo ocular
como el autor del Evangelio.
La complejidad en la redacción del texto levanta,
sin embargo, ulteriores preguntas. Si por una parte, Eusebio de Cesarea, en el año
338 dice haber conocido al “presbítero Juan”, perteneciente a la escuela joánica de
Éfeso, que a su vez puede ser el autor de la 2ª y 3ª Carta de Juan, las dos figuras
se sobrepondrían. Pero en cualquier caso, aunque Juan el presbítero no sea el mismo
que Juan el evangelista, y fuera el primero quien dio estructura al evangelio, siempre
se consideró como el administrador de la herencia del hijo del Zebedeo, el testigo
ocular de la muerte de Jesús.