2007-04-03 15:24:36

Dos años después de la muerte de Juan Pablo II y en el día de la clausura de la fase diocesana de la causa de beatificación, Benedicto XVI resalta el luminoso testimonio de amor por Cristo de su antecesor


Martes, 3 abr (RV).- Un luminoso testimonio de amor por Cristo, cuyo “perfume” ha llenado el mundo entero. Este es en síntesis el retrato que del Siervo de Dios Juan Pablo II, hizo Benedicto XVI presidiendo, ayer por la tarde, la Misa en Sufragio del Papa Wojtyla, a los dos años de su fallecimiento y en el día de la clausura de la fase diocesana de la Causa de Beatificación. “Cristo era verdaderamente su todo”, subrayó el Papa hablando de su amado predecesor Juan Pablo II ante miles de fieles presentes en la Plaza de San Pedro.

Como aceite perfumado derramado por María de Betania sobre los pies de Cristo, así el perfume dejado por el Papa Wojtyla “ha llenado toda la casa”, es decir, toda la Iglesia y se ha desbordado “en todas las regiones del mundo, por lo fuerte e intenso” alcanzando a creyentes y no creyentes: “Aquello que ha ocurrido después de su muerte fue para quien cree efecto de aquel perfume que ha alcanzado a todos, cercanos y lejanos, les ha atraído hacia un hombre que Dios había progresivamente conformado a su Cristo”.

Hoy – explicó Benedicto XVI – Juan Pablo II en la comunión de los santos nos dirige las palabras del Salmo 26: “Espera en el Señor, sé fuerte, / sea alegre tu corazón y espera en el Señor”. Palabras de esperanza, virtud que animó siempre la vida de Juan Pablo II: la “fecundidad” de su testimonio – dijo el Papa – “depende de la Cruz” una palabra que en su vida no fue solamente una “palabra”. Como sacerdote, obispo y Sumo Pontífice, tomó en serio la llamada de Cristo a seguirle.

“Especialmente con el lento, pero implacable progresar de la enfermedad, que poco a poco lo despojó de todo – añadió Benedicto XVI – la existencia de Karol Wojtyla “se hizo totalmente una ofrenda a Cristo, anuncio viviente de su pasión, en la esperanza llena de fe en la Resurrección”. “El amor por el Crucifijo lo ha llevado hasta el 2 de abril de 2005, cuando - recordó el Santo Padre - el Maestro volvió a llamarle, sin intermediarios, para llevárselo a la casa del Padre”. Y una vez más él “respondió prontamente”: “dejadme ir al Señor”. “Durante sus prolongados tiempos en la capilla privada, ha recordado también Benedicto XVI, hablaba con Él y se encomendaba a María, repitiendo el Totus tuus: “Como su Maestro divino, él vivió su agonía en oración. Murió rezando. Verdaderamente se ha dormido en el Señor”.

Entre los miles de fieles y peregrinos que acudieron a la plaza de San Pedro para participar en la Santa Misa que celebró Benedicto XVI en sufragio de su amado predecesor, se encontraba también la religiosa francesa, sor Marie Simon Pierre, de las Hermanitas de las maternidades católicas, que el 2 de junio de 2005, quedó improvisa e inexplicablemente curada de la enfermedad que padecía, Morbo de Parkinson.

Como ya se ha informado, este presunto milagro atribuido a la intercesión del Siervo de Dios Juan Pablo II, será estudiado por la Congregación para las Causas de los Santos, junto con toda la documentación relacionada, precisamente, con la causa de beatificación y canonización de Karol Wojtyla. Sor Marie Simon Pierre ha concedido su testimonio para los micrófonos de Radio Vaticano, nos cuenta lo que sintió:

Me parece que no hay palabras que logren explicar lo que sentí. Ciertamente es una gracia muy grande. He percibido una gran paz interior, algo que sacudió todo mi ser, como una sensación de ligereza, me sentía ligera, distinta, completamente otra persona. Enseguida sentí una atracción especial a la adoración del Santísimo, aunque como religiosa ya practicaba la adoración y la Eucaristía cotidiana. Fue un momento muy intenso. Fue en realidad en plena noche cuando sentí esta necesidad de ir a rezar ante el Santísimo Sacramento.

En lo más profundo de su corazón ¿qué sentimientos le acompañan ante el hecho de que Juan Pablo II haya escuchado sus oraciones?:

«No fueron sólo mis oraciones, sino las de toda la Congregación. Todas las Hermanitas, un centenar, rezaban. Toda la Congregación rezaba, además, también con la comunión de los santos... con todos aquellos que están en el Cielo».

¿Por qué cree que ha sido elegida usted para recibir esta gracia?

«¡Eso no lo sé! ... Pienso que... la nuestra es una Congregación que está al servicio de la vida y de la familia. Juan Pablo II defendió siempre los valores de la vida, los proclamó por doquier en todo el mundo. Nosotras estamos al servicio de la vida, de la familia, de la vida naciente, desde la concepción... Yo padecía la misma enfermedad que tenía nuestro Santo Padre Juan Pablo II, Morbo de Parkinson.

¿Su curación ha cambiado algo en su forma de rezar o en su acercarse a la oración?

«Diría que mi vida interior, mi vida de oración es diferente... Es muy difícil explicar cómo se ha intensificado. Ciertamente para mí son primordiales la Eucaristía, la adoración... ya lo eran antes, pero ahora siento una llamada mucho más intensa. Ya amaba mucho a María y ahora María es para mí mucho más... también Juan Pablo II estaba muy cerca de María...»

Ahora hay que esperar que su curación se atribuya a un milagro...

«Qué quiere que le diga. Yo sé que estaba enferma y que me he curado. Es todo. Claro ahora Roma deberá estudiar la documentación y deberá decir si la curación se puede atribuir a un milagro. Por el momento, puedo decir que yo estaba enferma y que estoy curada».

En la Biblia, en el Nuevo Testamento, en particular, se habla de los milagros que cumplía Jesús. Quizá hoy se tienda a olvidarlos, quizá haya un poco de temor...

«Nada es imposible para Dios. Creo que hay que decirlo: con la fe es posible y todo está en las manos del Padre».
 







All the contents on this site are copyrighted ©.