IV Sesión del Consejo de Derechos Humanos: "Defender los derechos de los niños y eliminar
todas las formas de violencia es el desafío para la comunidad internacional"
Jueves, 29 mar (RV).- «Defender los derechos de los niños y eliminar todas las formas
de violencia contra ellos sigue siendo un desafío para la comunidad internacional».
Es la advertencia que señaló el observador permanente de la Santa Sede ante la Oficina
de las Naciones Unidas y otras Organizaciones Internacionales en Ginebra, arzobispo
Silvano Tomasi, en su intervención, el pasado 23 de marzo durante la IV Sesión del
Consejo de Derechos Humanos.
Mons. Tomasi hizo hincapié en que para afrontar
este desafío es indispensable la debida «prioridad del papel natural de la familia»
y el reconocimiento innegociable de que «también el niño es una persona humana en
plenitud».
Tras recordar que «la Convención de la ONU sobre los Derechos de
los Niños atribuye a los pequeños los derechos fundamentales de una persona y reconoce
que son iguales y que tienen la misma dignidad que los adultos», el observador permanente
de la Santa Sede lamentó que «en muchos casos, debido a la falta de buena voluntad
y de recursos, no se aplican las medidas legales y las políticas sociales, con graves
consecuencias para los menores, que a menudo son las primeras víctimas del hambre
y de las guerras».
En este contexto, el nuncio apostólico puso de relieve
que «a muchos niños se les niega el derecho a la vida; la selección prenatal elimina
tanto a los niños que tienen la probabilidad de nacer con alguna discapacidad, como
a las niñas por razón de su sexo, negándose así el valor propio e intrínseco de las
personas discapacitadas y de las niñas a ser miembros de la familia y de la sociedad».
El
arzobispo Tomasi reiteró que «el primer derecho del niño es el de nacer y ser educado
en un ambiente familiar acogedor y seguro, donde se garantice su crecimiento físico,
psicológico y espiritual, donde desarrolle su capacidad y donde la conciencia de la
dignidad personal sea la base de las relaciones con los demás y para afrontar el futuro».
Tras
poner de relieve que el estado y la sociedad deben «sostener a la familia para que
pueda desempeñar su propia tarea», el observador permanente de la Santa Sede recordó
que «la Iglesia católica, con sus 300.000 instituciones sociales, caritativas y educativas
trabaja diariamente por asegurar una educación de la infancia orientada a la creatividad
y a la paz y al desarrollo de sus talentos, y que permita la reintegración de los
menores abandonados y de los que han sufrido abusos en sus propias familias y si es
posible en la sociedad».