Día Internacional de la Mujer: El coraje de atreverse, la fuerza del cambio
Jueves, 8 mar (RV).- El Día Internacional que hoy se ha celebrado en todo el mundo
ha recordado de forma especial a las mujeres trabajadoras: “El coraje de atreverse,
la fuerza del cambio”. Cada año la Organización Internacional del Trabajo (OIT) celebra
este día con una mesa redonda que refleja la participación de las mujeres en un sector
en particular, como parte de su compromiso con la igualdad de género y el mejoramiento
de las condiciones laborales para las mujeres.
En la actualidad, las mujeres
intervienen en todos los ámbitos económicos y cuentan con cada vez mayores oportunidades
de trabajo en un mercado laboral en continuo crecimiento. Según los datos de la OIT,
algunas brechas que existen entre las mujeres y los hombres en materia de salario,
trato y oportunidades en el lugar de trabajo van reduciéndose gradualmente y, por
otra parte, el nivel de instrucción de la mujer y el espíritu empresarial femenino
están mejorando; asimismo, hay un número sin precedentes de mujeres que completan
su educación superior y acceden a puestos ejecutivos. Sin embargo, en el mercado de
trabajo todavía impera la discriminación por razón de sexo. La desigualdad entre el
hombre y la mujer constituye un factor determinante de la pobreza en el mundo, y las
mujeres representan el 60% de la clase trabajadora pobre. En este sentido, las mujeres
tienen mayores probabilidades de ganar menos que los hombres por el mismo tipo de
trabajo, aún en las llamadas profesiones femeninas. Y es más frecuente que las mujeres
trabajen en el sector informal que los hombres. Allí carecen de protección legal y
normativa, tienen poca o ninguna seguridad social y alto grado de inestabilidad. Además,
la participación femenina en el trabajo del hogar es mayor que la de los hombres en
casi todas las economías. La economía informal es con frecuencia la única fuente de
ingresos de las mujeres, en especial en aquellas áreas donde los patrones culturales
les impiden trabajar fuera del hogar o donde, a causa de las responsabilidades familiares,
no pueden asumir el compromiso de horas de trabajo en un empleo regular. Es más probable
que las mujeres realicen cierto tipo de actividades productivas pero informales (y
por ello invisibles y difíciles de cuantificar) como agricultura de subsistencia,
empresas familiares y trabajo en casa, que se suman a responsabilidades que no son
retribuidas, como la preparación de comida, el cuidado de los niños y las labores
domésticas y de base comunitaria, y otras obligaciones sociales.
La igualdad
de género es un elemento clave en el objetivo de la OIT de promover oportunidades
de trabajo decente para mujeres y hombres, en condiciones de libertad, igualdad, seguridad
y dignidad humana. Para alcanzar esta meta, la OIT tiene cuatro objetivos estratégicos,
cada uno de los cuales incluye la dimensión de género: La ratificación o el progreso
en la aplicación de las disposiciones clave incluidas en los principales Convenios
relacionados con el tema de la igualdad. (De los 178 Estados Miembros de la OIT, 162
ratificaron el Convenio No. 100 sobre igualdad de remuneración, 164 el Convenio No.
111 sobre la discriminación, 11 el Convenio No. 183 sobre la protección de la maternidad
y 36 el Convenio No. 156 sobre los trabajadores con responsabilidades familiares);
Apoyar a los Estados miembros en el desarrollo y aplicación de políticas de empleo
con perspectiva de género y planes de acción que aumenten las oportunidades económicas
en condiciones de trabajo decente para las mujeres; Proteger la salud de las mujeres
trabajadoras a través del mejoramiento de sus condiciones laborales y del medio ambiente
de trabajo, poniendo atención especial en la protección de la maternidad y en el sostén
a las mujeres y hombres trabajadores con responsabilidades familiares, ofreciendo
respuestas al impacto del VIH/SIDA en el mundo del trabajo y ejerciendo medidas para
prevenir y reducir el tráfico de personas, la mayoría de las cuales son mujeres y
niñas; y por último, lograr un progreso cuantificable en la representación de mujeres
en los procesos de toma de decisiones para lograr una participación equilibrada con
los hombres en posiciones clave del gobierno, de organizaciones de empleadores y trabajadores
y en instituciones de diálogo social.
Todas estas medidas son necesarias para
mejorar las estadísticas actuales de las que se desprenden que en la actualidad, sólo
hay 12 mujeres elegidas Jefas de Estado o de Gobierno en el mundo, que en 2004, sólo
el 23 por ciento de las empresas de la Unión Europea eran propiedad de mujeres. Además,
de los 550 millones de trabajadores pobres del mundo, se estima que 330 millones,
o 60 por ciento, son mujeres.
Y es que, como dijo la jefa de la delegación
de la Santa Sede en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, Mary Ann Glendom: “El
reconocimiento de la igualdad en dignidad y en derechos fundamentales de las mujeres
y de los hombres, y la garantía para todas las mujeres del acceso al pleno ejercicio
de estos derechos tendrán consecuencias de largo alcance, y abrirán enormes reservas
de inteligencia y energía, tan necesarias en un mundo que clama por la paz y la justicia”.