2007-03-07 15:42:28

Audiencia general: La Iglesia reconoce la legitimidad de las instituciones políticas, pero también emerge otra soberanía, la de la verdad, y que tiene el derecho a ser escuchada


Miércoles, 7 mar (RV).- También este miércoles, el Santo Padre Benedicto XVI ha celebrado la audiencia general en dos lugares. En la basílica de San Pedro en primer lugar, el Papa ha recibido a los obispos de la Conferencia Episcopal del Piamonte en visita ad limina apostolorum acompañados con los fieles de sus respectivas diócesis y también a distintos grupos de jóvenes y estudiantes italianos, en total cerca de 4 mil personas.

El Santo Padre dirigiéndose a sus hermanos en el episcopado ha recordado las dificultades y los desafíos debidos al contexto socio cultural y las tendencias agnósticas que a veces encuentran en las comunidades eclesiales a ellos confiadas. Y les ha exhortado a seguir con valentía fielmente al Señor. A los jóvenes Benedicto XVI les ha recordado que el tiempo de Cuaresma sea ocasión propicia para redescubrir el don del seguimiento de Cristo y aprender adherir a la voluntad del Padre.

Luego, el Santo Padre se ha trasladado al Aula Pablo VI donde le esperaban el resto de los peregrinos procedentes de todo el mundo, cerca de 10 mil personas. ''Cesar no lo es todo''. “Los cristianos deben obedecer también a otro tipo de soberanía, cuyo origen y esencia no son de este mundo si no de allá arriba''. Benedicto XVI para el discurso de su catequesis ha sacado ejemplo de un texto de los primeros siglos del cristianismo, escrito por San Clemente y dirigido a los Corintios.

''Clemente - ha explicado el Papa - reconoce la legitimidad de las instituciones políticas en el orden establecido por Dios; pero al mismo tiempo, manifiesta la preocupación para que las autoridades sean dóciles con Dios y ejerzan el poder que Dios les ha dado en paz, mansedumbre y con piedad.

Este ha sido el resumen que de su catequesis ha hecho el Santo Padre en español para los peregrinos de nuestra lengua presentes en el Aula Pablo VI: RealAudioMP3

Queridos hermanos y hermanas:

 
Después de reflexionar sobre cada Apóstol, hoy dedicamos este encuentro a los Padres apostólicos, iniciando con san Clemente, tercer sucesor de Pedro, después de Lino y Anacleto, al final del primer siglo. Conservamos su Carta a los Corintios, sobre problemas surgidos en aquella Comunidad, mostrando así la solicitud de la Iglesia de Roma que preside en la caridad a todas las demás. Para Clemente, la Iglesia no ha de ser un lugar de confusión o anarquía, sino que por el Espíritu forma un cuerpo ordenado: en ella, cada miembro cumple su misión según su vocación. Al mismo tiempo, expone con claridad la doctrina de la sucesión apostólica.

 
Al pedir oraciones para las instituciones políticas, Clemente atestigua cómo, poco después de las persecuciones, los cristianos no dejan de rezar por las mismas autoridades que los habían condenado injustamente. Rezando por ellas, no sólo se reconoce la legitimidad de las instituciones políticas en el orden establecido por Dios, sino que también manifiesta su preocupación para que las autoridades ejerzan el poder con paz y mansedumbre, teniendo en cuenta que hay otra soberanía, la de la verdad, que debe ser atendida por el Estado.

 
Me es grato saludar con afecto a los visitantes de lengua española. En particular, saludo a los formadores y seminaristas del Seminario mayor de León, así como a los distintos grupos parroquiales y asociaciones venidos de España, México y otros países latinoamericanos. Animo a todos a colaborar para que vuestras comunidades eclesiales vivan en la unidad y en la caridad. ¡Gracias por vuestra visita!

Como siempre, antes de finalizar la audiencia el Papa ha saludado a los enfermos y a los recién casados. Queridos enfermos, participando con paciencia y amor en el mismo sufrimiento del Hijo de Dios encarnado, que podáis compartir desde ahora la gloria y la alegría de su resurrección. Y vosotros, queridos recién casados, encontrareis en la alianza que, a precio de su sangre, Cristo ha sellado con su Iglesia, el sostén de vuestro pacto conyugal y de vuestra misión en la Iglesia y en la sociedad.








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