Hoy se celebra la Jornada Misionera del Día de Hispanoamérica, promovida por la Conferencia
Episcopal Española
Domingo, 4 mar (RV).- En todas las diócesis de España este domingo se celebra la Jornada
Misionera del Día de Hispanoamérnica, promovida por la Conferencia Episcopal Española.
En el mensaje lanzado por la presidencia de la Pontificia Comisión para América Latina
con motivo de esta celebración, se pone de relieve precisamente el mensaje de esta
jornada: “Llamados a ser discípulos y misioneros en América”, que inspira de igual
forma la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano.
Radio Vaticano ha tenido
la posibilidad de dialogar con el Secretario General del Consejo Episcopal Latinoamericano,
monseñor Andrés Stanovnik, quien nos ha resumido de este modo la celebración de hoy
del Día de Hispanoamérica.
Como decíamos,
el mensaje de esta jornada inspira la próxima conferencia del episcopado latinoamericano
que será inaugurada por el propio Benedicto XVI en Aparecida, Brasil. Monseñor Stanovnik,
¿qué significado tiene para usted esta presencia del Santo Padre?
Uno de los
argumentos principales sobre los que se debatirá en la V Conferencia del episcopado
latinoamericano será la familia, ¿cómo ve usted esta institución que tanto preocupa
a la Iglesia?
Por último
quisiéramos pedirle que lanzara un mensaje, de forma especial a todos los latinoamericanos,
para este tiempo de Cuaresma.
A continuación
les ofrecemos el texto completo de la presidencia de la Pontificia Comisión para América
Latina con motivo del Día de Hispanoamérica en las Diócesis españolas.
Al celebrarse
en las diócesis de España el Día de Hispanoamérica, la Pontificia Comisión para América
Latina presenta a los Obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles que peregrinan
en esas tierras un cordial saludo en Cristo. «Llamados a ser discípulos y misioneros
en América» es el lema que las diócesis españolas han escogido para este año 2007.
Dicho
lema ha sido inspirado en el tema de la próxima V Conferencia del Episcopado Latinoamericano,
un evento de gran importancia que nos invita a reflexionar en torno a la identidad
del cristiano, llamado a poner en el centro de su propia vida a Jesucristo, luz de
las gentes, y a transmitir un amor que lleve a ser fieles discípulos suyos y misioneros
convencidos. Sólo en el encuentro personal con Jesucristo madura la convicción que
llevó a San Pablo a exclamar: «¡Ay de mí si no evangelizare!» (1Co 9,16). Sólo de
la íntima amistad de los discípulos con el Maestro brota la luz que ilumina el horizonte
de la vida humana y disipa toda posible oscuridad.
En efecto, ¿quién es discípulo,
sino aquel que habiéndose encontrado con su Maestro, corresponde al don de la fe en
Él y orienta su vida entera a su seguimiento? Así comienza la “aventura de los Apóstoles”,
con la experiencia de un “conocimiento directo” que suscita el deseo vivo de anunciar
a quien se ha conocido y amado personalmente. No se explica la extraordinaria generosidad
de los primeros discípulos si no es por la fuerza del amor personal a Cristo, que
los ha llevado incluso a dar la propia vida.
Ser, por tanto, seguidor de Cristo,
implica estar en sintonía vital con Él, para de ese modo encenderse en celo y sentir
la urgencia de anunciarlo. No se trata de «ser anunciadores de una idea, sino testigos
de una persona». Los discípulos, «antes de ser enviados a evangelizar, deberán "estar"
con Jesús (cf. Mc 3, 14), entablando con él una relación personal. Sobre esta base,
la evangelización no será más que un anuncio de lo que se ha experimentado y una invitación
a entrar en el misterio de la comunión con Cristo (cf. 1 Jn 1, 3)» (Benedicto XVI,
Audiencia General del miércoles 22 de marzo de 2006).
Jesucristo, al término
de su peregrinar terreno, dejó a sus discípulos el encargo de anunciarlo a todas las
gentes (cf. Mt 28,19), un llamado que no se reduce a un horizonte pequeño, sino que
se extiende al “mundo entero”, entendiendo en ello no sólo su vastedad geográfica,
sino todos los ámbitos en los que el ser humano desarrolla su cultura, llevando el
anuncio hasta las fronteras de la vida, la familia, el mundo del trabajo, la cultura,
la economía y la política.
Pero una empresa de tal magnitud no puede llevarse
a cabo si no es por la fuerza sobrenatural de la caridad que se muestra patente en
el testimonio de la actividad misionera. A ello se refería el Santo Padre cuando en
su mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones del año 2006 afirmaba: «Dios es
la primera "casa" del hombre y sólo quien habita en él arde con un fuego de caridad
divina capaz de "incendiar" al mundo». En ello «reside el secreto de la fecundidad
apostólica de la acción misionera, que supera las fronteras y las culturas, llega
a los pueblos y se difunde hasta los extremos confines del mundo». (Mensaje del Santo
Padre Benedicto XVI para la Jornada Mundial de las Misiones, 22 de octubre del 2006).
Bien
conocéis, queridos católicos de España, las circunstancias históricas y providenciales
que desde hace siglos han llevado a la Iglesia que peregrina en España a estar fuertemente
ligada a América Latina, llevando a aquellas tierras la fe cristiana. Y también en
nuestros días, los españoles, conscientes de los deberes que exige la fe recibida
de Dios, continúan ayudando a favorecer extensas regiones de Hispanoamérica, donde
las necesidades espirituales y terrenas son grandes.
Es por ello que esta Pontificia
Comisión, al agradecer a los católicos de España el despliegue pastoral que han tenido
para con América Latina durante más de 500 años de evangelización, quiere animaros
a continuar con gran empeño misionero trabajando a favor del continente que ha sido
llamado “de la esperanza”, una esperanza fundada en su invencible fe.
Ciertamente,
son innumerables las carencias que afligen a aquellas tierras. Y frente a ellas se
yergue luminosa una religiosidad siempre viva, pero que hoy más que nunca necesita
ser despertada y alimentada con decisión y audacia. Frente a esta realidad, se ha
hecho patente recientemente el deseo de los Pastores latinoamericanos de que la próxima
Conferencia General del Episcopado tenga como principal fruto una verdadera “ola misionera”
en todo el Continente. Y para ello es necesario rogar «al Dueño de la mies que envíe
obreros a su mies» (Lc 10,2).
Es con miras a todo este maravilloso desafío
que la Pontificia Comisión para América Latina anima una vez más a los católicos de
España a comprometerse en esta gran empresa, cada uno desde el lugar que le corresponde,
ya sea por medio de la oración o de la ayuda al sostenimiento de los misioneros u
obras de apostolado que promueven, pero sobretodo con la participación concreta en
la acción misionera. Y en la celebración del Día de Hispanoamérica, os invita a vivir
una verdadera audacia evangelizadora, siempre con la conciencia de que el amor «es
y sigue siendo la fuerza de la misión», «el principio que debe dirigir toda acción
y el fin al que debe tender» (Juan Pablo II, Redemptoris Missio, 60).
Que
Santa María, Estrella de la Evangelización y Madre de la Esperanza, nos enseñe a fundar
todos nuestros esfuerzos en el amor a su Hijo Jesucristo, quien es Camino, Verdad
y Vida. Nos mueva con su intercesión a confiar ante toda dificultad y a ser misioneros
pasando por el mundo, como Él, haciendo el bien, sin permanecer indiferentes ante
un horizonte misionero que es responsabilidad de todo cristiano.