Escuchar el programa Viernes, 2 mar
(RV).- En diversas ocasiones hemos abordado en estas reflexiones el tema de las pérdidas.
Un problema o pérdida seria, aunque se trate correctamente y se siga adelante, puede
dejar una secuela de ideas y sentimientos que vienen a la mente y prolongan la “sanación”.
En
efecto existen estrategias para manejar estas situaciones. La primera actitud ganadora
es saber perder. Enfrentar la pérdida, analizar qué pasó, qué podemos aprender del
suceso. Esto se aplica a cualquier tipo de pérdida importante --ya sea laboral, sentimental
o de salud. Todos estos entendimientos intelectuales ayudan a procesar, pero sin duda
subyace el pesar, el dolor, según la importancia de la pérdida.
El dolor hay
que vivirlo, para poderlo sobrepasar. En una sociedad rápida, donde se enfrenta mucho
estrés, es muy común buscar alivio en un fármaco. Esto es útil, pero no evita la pena.
Es bueno mantenerse ocupado, pero no lo es involucrarse en una actividad frenética
para distraerse, o meterse en una relación para compensar. Estos falsos refugios alargan
la “sanación”, porque encubren, pero no eliminan el dolor.
Es interesante
notar que, ante un suceso catastrófico, natural o bélico, las personas mejor ajustadas
andan confundidas, y estupefactas. Están sufriendo el shock; aquellas que parecen
estoicas y que se mueven con eficiencia de autómata, están reprimiendo sus sentimientos,
que pueden salir luego. No hay atajo posible.
Aceptar el dolor es el remedio
más corto, y que ayuda a crecer, porque lo que no te destruye, te fortalece. Hay veces
en que una persona prolonga dejar una mala situación en el trabajo, en las relaciones
íntimas o relaciones conflictivas de familia por no enfrentar el dolor de la resolución
y la ruptura. Estas malas situaciones soportadas sin resolverse, se alojan en tu cuerpo,
en formas insidiosas, muchas veces con supresión del sistema inmune, es como si la
vida le pasara la cuenta por no tomar decisiones.
Los problemas serios de pérdida
de salud siguen el mismo proceso de sorpresa, enojo, depresión, aceptación y adaptación.
Los allegados a veces, por dar ánimo, y porque ellos mismos sienten ansiedad por el
cambio de salud de un ser querido, dan consejos del tipo: ''a mal tiempo buena cara''
lo que proporciona una carga extra al enfermo de lucir más fuerte para ayudar a sus
familiares. Con buen apoyo, muchas personas se adaptan a los cambios de salud. La
actitud mejor es la de que el problema es serio pero se enfrenta como equipo y se
hace lo mejor que se pueda. Decía Elizabeth Kubler Ross en sus conferencias sobre
enfermos graves que lucir muy alegre era una ofensa; no hablar del problema era asumir
que no se podía manejar. Enfrentarlo juntos realistamente es el mejor apoyo. A veces
hay lugar para un humor sano, que alivia la carga.
Cada individuo tiene un
tiempo propio para elaborar el duelo, y no se puede precisar cuál es el considerado
como normal. Pero cuando la depresión es importante y se extiende en el tiempo, la
medida para poder controlar a la persona víctima de la misma es la terapia, además
de utilizar medicación indicada para llevar a cabo un tratamiento prolongado. Pero
como dijimos, el tiempo frente a estas situaciones de pérdida hace también su trabajo
de recuperación, así como ayuda a aumentar la autoconfianza, desplazando el temor
a volver a sufrir una pérdida. Texto: Alma García Locución:
Alina Tufani Díaz