Llamamiento del Papa a los cristianos a la movilización continua para afrontar los
numerosos ataques al derecho a la vida, un “deber del que depende el desarrollo futuro
de la humanidad”
Sábado, 25 feb (RV).- “A través de la razón se puede comprender la verdad del derecho
a la vida que pertenece a todo hombre”. Así lo ha manifestado el Papa en la audiencia
concedida esta mañana a los participantes en el congreso organizado por la Asamblea
General de la Pontificia Academia para la Vida, en la sala Clementina del Vaticano.
Un discurso en defensa de la vida, el primero de los bienes recibidos de Dios. La
audiencia ha tenido lugar al final del Congreso promovido por la misma Academia Vaticana
sobre el tema: “La conciencia cristiana como sustento del derecho a la vida”. El Papa
se ha detenido sobre los diarios y continuos ataques contra la vida, confirmando la
importancia de la formación de una conciencia fundada en la verdad.
Garantizar
el derecho a la vida a todos es un “deber del que depende el desarrollo futuro de
la humanidad”, ha afirmado Benedicto XVI, que ha subrayado como la “conciencia cristiana”
tiene una necesidad interior de reforzarse con aquellas profundas “motivaciones que
trabajan a favor del derecho a la vida”. Todo hombre “abierto sinceramente a la verdad
y al bien”, ha manifestado el Pontífice, aludiendo a la Carta encíclica Evangelium
Vite de Juan Pablo II, “puede llegar a reconocer, en la ley natural escrita en el
corazón, el valor sagrado de la vida humana”: Por eso el cristiano está llamado a
movilizarse continuamente para afrontar los numerosos ataques a los que está expuesto
el derecho a la vida. Sabe además que puede contar con motivaciones que tienen profundas
raíces en la ley natural y que por lo tanto pueden ser compartidas por toda persona
de conciencia recta.
Es menester admitir, ha proseguido el Santo Padre, que
“los ataques al derecho a la vida en todo el mundo se han extendido y multiplicado
asumiendo también nuevas formas”. El Papa ha citado las presiones para la legalización
del aborto en los países en vías de desarrollo, con el recurso incluso de “formas
de aborto químico bajo el pretexto de la salud reproductiva”. También, ha advertido,
que continúan “incrementándose las políticas del control demográfico, a pesar de que
ya han sido reconocidas como perniciosas también en el plano económico y social”.
Por otra parte, el Papa ha hecho una observación sobre los países desarrollados, donde
crece el interés por la búsqueda biotecnológica que les lleva “hasta la búsqueda obsesiva
del hijo perfecto” y con la difusión de la “procreación artificial y de varias formas
de diagnosis tendentes a asegurar la selección”. “Una nueva oleada de eugenesia discriminatoria
encuentra consensos en nombre del presunto bienestar de los individuos y, especialmente
en el mundo económicamente rico se promueven leyes para legalizar la eutanasia. Todo
eso ocurre mientras, por otro lado se multiplican los empujes para la legalización
de convivencias alternativas al matrimonio y cerradas a la procreación natural. En
estas situaciones la conciencia, posiblemente rendida por los medios de presión colectiva,
no demuestra suficiente vigilancia respecto a la gravedad de los problemas en juego.
Es el poder de los más fuertes el que debilita y paraliza también a las personas de
buena voluntad”.
Por esto, ha exhortado el Pontífice, es “todavía más necesario
el llamamiento a la conciencia y, en particular, a la conciencia cristiana”. La conciencia
moral, ha subrayado el Santo Padre, “para estar a la altura de guiar rectamente la
conducta humana, debe ante todo basarse sobre el sólido fundamento de la verdad”;
debe estar iluminada “para saber distinguir el bien del mal, incluso donde el ambiente
social” y “el pluralismo cultural” no son propicios. Después, el Papa se ha detenido
sobre distintos factores que hoy obstaculizan la formación de una convivencia fundada
sobre la verdad. “En la actual fase de secularización llamada post moderna y marcada
por discutibles formas de tolerancia no solamente crece el rechazo de la tradición
cristiana, sino que se desconfía de la capacidad de la razón de percibir la verdad,
y se aleja el gusto de la reflexión. Incluso, según algunos, la conciencia individual,
para ser libre, debe deshacerse tanto de las referencias a la tradición como de las
referencias basadas en la razón”.
De este modo, ha dicho también el Papa, la
conciencia “deja de ser luz y se convierte en un sencillo trasfondo en el que la sociedad
de los medios de comunicación envía las imágenes y los impulsos más contradictorios”.
“Es necesario reeducar en el deseo de la conciencia de la verdad auténtica, en la
defensa de la propia libertad de elección ante los comportamientos de masa y a los
señuelos de la propaganda para alimentar la pasión de la belleza moral y de la claridad
de la conciencia.
Volviendo el pensamiento al crecimiento de la conciencia
cristiana, el Papa finalmente ha afirmado que “no se puede contentar con un fugaz
contacto con las principales verdades de fe en la infancia, es necesario un camino
que acompañe las distintas etapas de la vida, abriendo la mente y el corazón y acogiendo
los fundamentales deberes en los que se apoya la existencia tanto individual como
de la comunidad”. “Solamente así será posible llevar a los jóvenes a comprender los
valores de la vida, del amor, del matrimonio, de la familia. Solamente así se les
podrá llevar a apreciar la belleza y la santidad del amor, la alegría y la responsabilidad
de ser padres y colaboradores de Dios en el dar la vida”.
Precisamente sobre
los trabajos que se han desarrollado en este Congreso internacional sobre “La conciencia
cristiana como sustento del derecho a la vida”, nos habla el Canciller de la Pontificia
Academia para la Vida, Mons. Ignacio Carrasco de Paula: