2007-02-22 16:48:05

Mensaje de Benedicto XVI en el milenario de san Pedro Damián


Jueves, 22 feb (RV).- Con motivo del milenario del nacimiento de san Pedro Damián, que se celebra el 21 de febrero, Benedicto XVI dirigió un mensaje al padre Guido Innocenzo Gargano, superior del Monasterio de San Gregorio en el Celio y a todos los miembros de la Orden de los Camaldulenses, destacando la figura de este «gran testigo del Evangelio, que fue uno de los protagonistas de la historia eclesial medieval y, sin duda, el escritor más fecundo del siglo XI».

Haciendo hincapié en «la poliédrica personalidad de estudioso, de ermitaño, de hombre de Iglesia, pero sobre todo de enamorado de Dios», que caracterizó a san Pedro Damián, el Papa evoca el momento histórico en el que este santo supo sintetizar las riquezas de la vida eremítica y su actividad pastoral, cuando se producía el cisma entre Oriente y Occidente.

Tras subrayar que este gran santo camaldulense, se mostró siempre disponible a dejar el lugar en el que vivía retirado, para acudir donde fuera necesaria su presencia y así poder mediar entre los contendientes, ya fuesen eclesiásticos, monjes o simples fieles, Benedicto XVI recuerda también que «después de cada misión eclesiástica regresaba a la paz del monasterio de Fonte Avellana y libre de toda ambición, llegó incluso a renunciar definitivamente a la dignidad cardenalicia para no alejarse de la soledad ermitaña, celda de su existencia escondida en Cristo».

Sin olvidar que San Pedro Damián «fue el alma de la ‘Reforma gregoriana’, que marcó el paso del primero al segundo milenio, y de la que San Gregorio VII representa el centro y el motor», Benedicto XVI señala también que el santo se dirigía a sus «hermanos ermitaños y les pedía la valentía de una entrega total al Señor, que se acercase lo más posible al martirio. Del Papa, de los obispos y de los eclesiásticos de alto rango exigía un evangélico desprendimiento de honores y privilegios en el cumplimiento de sus funciones eclesiásticas. Y a los sacerdotes les recordaba el gran ideal de su misión, cultivando la pureza de las costumbres y una real pobreza personal».

El mensaje pontificio termina la actualidad de la enseñanza de san Pedro Damián, que en «una época marcada por incertidumbres y huérfana de principios unificadores», supo transmitir «la conciencia de que sólo por medio de una constante tensión armónica entre dos polos fundamentales de la vida – es decir la soledad y la comunión – se puede desarrollar un eficaz testimonio cristiano».







All the contents on this site are copyrighted ©.