2007-02-10 15:49:40

El Papa transmite al embajador de Costa Rica la preocupación de la Iglesia por el creciente nivel de pobreza, la inseguridad pública, la violencia familiar, y la fuerte inmigración en el país


Sábado, 10 (RV).- Benedicto XVI ha recibido esta mañana al nuevo embajador de Costa Rica ante la Santa Sede, al señor, Luís París Chaverri, con motivo de la presentación de las Cartas Credenciales. El Santo Padre, en primer lugar, le ha pedido que haga llegar su saludo al Presidente de la República, Dr. Óscar Arias, así como a todo el pueblo costarricense y, ha recordado después que: “Costa Rica tiene una fuerte impronta religiosa, que refleja la fe de su pueblo después de más de cinco siglos del inicio de la evangelización. En este sentido, ha dicho el Papa, la Iglesia católica, fiel a su misión de llevar el mensaje de salvación a todas las gentes, y de acuerdo con su doctrina social, trata de favorecer el desarrollo integral del ser humano y la defensa de su dignidad, ayudando a la consolidación de los valores fundamentales para que la sociedad pueda gozar de estabilidad y armonía, de acuerdo con su gran aspiración a vivir en paz, libertad y democracia”.

Seguidamente el Pontífice ha aludido a la preocupación que manifiestan los prelados de esta nación. “Los obispos de Costa Rica miran con atención y preocupación las circunstancias sociales que vive el País, como son el creciente nivel de pobreza, la inseguridad pública y la violencia familiar, junto con una fuerte inmigración de países vecinos. Ante situaciones a veces conflictivas y para defender el bien común, ofrecen su colaboración con iniciativas que favorecen el entendimiento y la conciliación, y llevan a la promoción de la justicia y la solidaridad, fomentando si es preciso el diálogo nacional entre los responsables de la vida pública”.

Y, a continuación el Papa ha advertido al nuevo embajador, “que las mejoras sociales no se alcanzan aplicando sólo las medidas técnicas necesarias, sino promoviendo también reformas que tengan presente una consideración ética de la persona, de la familia y de la sociedad. Por ello, se han de cultivar los valores morales como la honestidad, la austeridad y la responsabilidad por el bien común. De este modo se podrá evitar el egoísmo personal y colectivo, así como la corrupción en cualquier ámbito, que impiden toda forma de progreso”. También el Santo Padre ha alabado ante el nuevo embajador, “las iniciativas que el Gobierno de Costa Rica ha llevado a cabo en el ámbito internacional para promover en el mundo la paz y los derechos humanos, así como la tradicional cercanía con las posiciones mantenidas por la Santa Sede en diversos foros internacionales sobre cuestiones tan importantes como la defensa de la vida humana y la promoción del matrimonio y la familia”.

Benedicto XVI tras recordar, que “las enseñanzas morales de la Iglesia ofrecen unos valores y orientaciones que, tomados en consideración especialmente por quienes trabajan al servicio de la Nación, son de gran ayuda para afrontar de manera adecuada las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos, ha aludido al “doloroso y vasto problema de la pobreza, con graves consecuencias en el campo de la educación, de la salud y de la vivienda” y por los tanto ha subrayado el Papa, “es un apremiante desafío para los gobernantes y responsables de la administración pública de cara al futuro de la Nación”.

“Se requiere una toma de conciencia más profunda, le ha señalado el Papa, al nuevo embajador,” que permita afrontar firmemente la presente situación en todas sus dimensiones, cooperando así a un verdadero empeño por el bien de todos. Al igual que en otras partes, los pobres carecen de bienes primarios y no encuentran los medios indispensables que permiten su promoción y desarrollo integral. Esto afecta, sobre todo, a los inmigrados en busca de un mejor nivel de vida. Ante ello, la Iglesia, a la luz de su doctrina social, trata de impulsar y favorecer iniciativas encaminadas a superar situaciones de marginación que afectan a tantos hermanos necesitados, pues la preocupación por lo social forma también parte de su acción evangelizadora (cf. Sollicitudo rei socialis, 41).

Benedicto XVI ha invocado la bendición de Dios y la protección de la Patrona de Costa Rica, Nuestra Señora de los Ángeles, sobre el nuevo embajador, sobre su distinguida familia y colaboradores, y sobre todos los amadísimos hijos e hijas de Costa Rica.


DISCURSO COMPLETO DEL SANTO PADRE
Señor Embajador:

1. Me es grato recibirlo en esta audiencia en la que me presenta las Cartas Credenciales que lo acreditan como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Costa Rica ante la Santa Sede, y le agradezco sinceramente las amables palabras que me ha dirigido en este solemne acto con el que inicia la misión que su Gobierno le ha confiado. Le ruego que haga llegar mi deferente saludo al Señor Presidente de la República, Dr. Óscar Arias, correspondiendo al que usted me ha transmitido, y con el cual expresa la cercanía y el afecto del pueblo costarricense al Sucesor de Pedro.

2. Costa Rica tiene una fuerte impronta religiosa, que refleja la fe de su pueblo después de más de cinco siglos del inicio de la evangelización. En este sentido, la Iglesia católica, fiel a su misión de llevar el mensaje de salvación a todas las gentes, y de acuerdo con su doctrina social, trata de favorecer el desarrollo integral del ser humano y la defensa de su dignidad, ayudando a la consolidación de los valores fundamentales para que la sociedad pueda gozar de estabilidad y armonía, de acuerdo con su gran aspiración a vivir en paz, libertad y democracia.
Las diversas comunidades eclesiales, movidas por su deseo de mantener vivo el mensaje evangélico, cooperan en campos tan importantes como la enseñanza, la asistencia a los más desfavorecidos, los servicios sanitarios, así como la promoción de la persona en su condición de ciudadano e hijo de Dios. Por ello, los Obispos de Costa Rica miran con atención y preocupación las circunstancias sociales que vive el País, como son el creciente nivel de pobreza, la inseguridad pública y la violencia familiar, junto con una fuerte inmigración de países vecinos. Ante situaciones a veces conflictivas y para defender el bien común, ofrecen su colaboración con iniciativas que favorecen el entendimiento y la conciliación, y llevan a la promoción de la justicia y la solidaridad, fomentando si es preciso el diálogo nacional entre los responsables de la vida pública.
Por otra parte, y como Su Excelencia ha puesto de relieve, dicho diálogo debe excluir toda forma de violencia en sus diversas expresiones y ayudar a construir un futuro más humano con la colaboración de todos. A este respecto, es oportuno recordar que las mejoras sociales no se alcanzan aplicando sólo las medidas técnicas necesarias, sino promoviendo también reformas que tengan presente una consideración ética de la persona, de la familia y de la sociedad. Por ello, se han de cultivar los valores morales como la honestidad, la austeridad y la responsabilidad por el bien común. De este modo se podrá evitar el egoísmo personal y colectivo, así como la corrupción en cualquier ámbito, que impiden toda forma de progreso.

3. Es bien sabido que el futuro de una Nación se ha de basar en la paz, fruto de la justicia (cf. St 3,18), construyendo un tipo de sociedad que, empezando por los responsables de la vida política, parlamentaria, administrativa y judicial, favorezca la concordia, la armonía y el respeto de la persona, así como la defensa de sus derechos fundamentales. En este sentido, son de alabar las iniciativas que el Gobierno de Costa Rica ha llevado a cabo en el ámbito internacional para promover en el mundo la paz y los derechos humanos, así como la tradicional cercanía con las posiciones mantenidas por la Santa Sede en diversos foros internacionales sobre cuestiones tan importantes como la defensa de la vida humana y la promoción del matrimonio y la familia.
Todos los costarricenses, con las cualidades que les distinguen, han de ser protagonistas y artífices del progreso del País, cooperando a una estabilidad política que permita que todos puedan participar en la vida pública. Cada uno, según su capacidad y posibilidades personales, está llamado a dar su propia contribución al bien de la Patria, basado en un orden social más justo y participativo. Para ello, las enseñanzas morales de la Iglesia ofrecen unos valores y orientaciones que, tomados en consideración especialmente por quienes trabajan al servicio de la Nación, son de gran ayuda para afrontar de manera adecuada las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos.
El doloroso y vasto problema de la pobreza, con graves consecuencias en el campo de la educación, de la salud y de la vivienda, es un apremiante desafío para los gobernantes y responsables de la administración pública de cara al futuro de la Nación. Se requiere una toma de conciencia más profunda que permita afrontar firmemente la presente situación en todas sus dimensiones, cooperando así a un verdadero empeño por el bien de todos. Al igual que en otras partes, los pobres carecen de bienes primarios y no encuentran los medios indispensables que permiten su promoción y desarrollo integral. Esto afecta, sobre todo, a los inmigrados en busca de un mejor nivel de vida. Ante ello, la Iglesia, a la luz de su doctrina social, trata de impulsar y favorecer iniciativas encaminadas a superar situaciones de marginación que afectan a tantos hermanos necesitados, pues la preocupación por lo social forma también parte de su acción evangelizadora (cf. Sollicitudo rei socialis, 41).

4. Señor Embajador, antes de concluir este encuentro deseo expresarle mis mejores deseos para que la misión que hoy inicia sea fecunda en frutos y éxitos. Le ruego, de nuevo, que se haga intérprete de mis sentimientos y esperanzas ante el Señor Presidente de la República y demás Autoridades de su País, a la vez que invoco la bendición de Dios y la protección de su Patrona, Nuestra Señora de los Ángeles, sobre usted, sobre su distinguida familia y colaboradores, y sobre todos los amadísimos hijos e hijas de Costa Rica.

Vaticano, 10 de febrero de 2007



DISCURSO DEL EMBAJADOR DE COSTA RICA S.E. LUIS PARÍS CHAVERRI
Santo Padre:
Tengo el honor de presentar a Su Santidad las Cartas Credenciales que me acreditan como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Costa Rica ante la Santa Sede. Para mí es de gran satisfacción ser portador del saludo respetuoso del señor Presidente de la República, Doctor Óscar Arias, y transmitirle sus sinceros votos por la grandeza y prosperidad de la Santa Sede y por la ventura personal de Su Santidad.
Me honra la confianza que en mí deposita el Gobierno de Costa Rica, al encomendarme la gratísima misión de representar a mi país en esta Embajada. Por mi condición de católico y mi pleno conocimiento de los anhelos de nuestra Santa Religión Católica, Apostólica y Romana, me embarga una profunda emoción al poder realizar mi misión en la cercanía del Vicario de Cristo. Espero —con la ayuda de Dios y de la Virgencita de los Ángeles, Patrona de los costarricenses— poder contribuir con mis humildes servicios a mantener y fortalecer las relaciones de amistad y los estrechos vínculos con la Iglesia Católica, a la cual el pueblo costarricense mayoritariamente le profesa su fe.
Esos vínculos entre Costa Rica y la Santa Sede se alimentan y fortalecen de la agradable coincidencia de posiciones en el ámbito internacional, en temas tan vitales para la humanidad como la paz, los derechos humanos y la solidaridad internacional. Igual de importante es la convergencia de posiciones en la búsqueda del progreso humano y de un desarrollo sustentable.
Los valores y objetivos en el campo de la solidaridad y de la justicia social, en favor sobre todo de las personas más débiles y necesitadas de la sociedad, que defiende y promueve la Iglesia Costarricense, son compartidos por mi Gobierno en su acción política.
De igual forma, en el campo de la protección y conservación de los recursos naturales que Dios dispuso al servicio del Hombre, mi país es consecuente con la defensa del derecho de las futuras generaciones a su disfrute y con la práctica de un uso responsable de los mismos, que garantice su sostenibilidad. Desde esa perspectiva mi Gobierno ha hecho un llamado urgente para que todas las naciones realicen un acto simbólico de firmar la «Paz con la naturaleza».
Me ha correspondido ejercer cargos políticos relacionados con la definición y ejecución de políticas públicas dirigidas a la atención y al mejoramiento de grupos de población con menor desarrollo relativo y con la protección y conservación de importantes recursos naturales. Ese trabajo que por varios años realicé junto a los pescadores costarricenses, como jerarca de la administración pesquera, me permite dar fe de los esfuerzos del Gobierno costarricense por el progreso de los habitantes de las comunidades pesqueras y por la conservación de los recursos de nuestro mar patrimonial, que excede en once veces la extensión de nuestro territorio.
Estos esfuerzos por la justicia social son extensivos a otros sectores de nuestra población, así como son extensivos a otras actividades productivas los esfuerzos por el desarrollo sustentable.
Costa Rica, Su Santidad, es un país pequeño que piensa en grande. Desde 1869, se consagró constitucionalmente el carácter gratuito y obligatorio de la educación primaria, porque nuestros gobernantes entienden la educación como el pilar fundamental para el pleno desarrollo del ser humano. A la par de la educación, mi país desarrolló desde mediados del siglo pasado un sistema solidario de seguridad social, que le permite gozar a los hombres y mujeres de mi Patria índices de desarrollo humano similares a los de los países más desarrollados.
Otra acción que ilustra cómo nuestro pequeño país es un país que piensa en grande, fue en 1948, cuando un visionario estadista, interpretando los sentimientos de nuestro pueblo, suprimió las fuerzas armadas en forma pacífica y unilateral, gesto que al año siguiente ratificó la nueva Constitución de la República, al proscribir el ejército como institución permanente y, desde entonces, la seguridad externa del país permanece confiada al Derecho Internacional.
Tanto la política interna como la política exterior de Costa Rica promueve y defiende el derecho a la paz, cuya estrecha relación con la justicia, la igualdad, la solidaridad, la tolerancia, la dignidad, el respeto a los derechos humanos y la democracia, conduce a la creación de instancias que propician el diálogo, el consenso y la búsqueda constante de desarrollo económico y social, y sobre todo del desarrollo humano como fin último.
A partir de ese espíritu y práctica diaria del civismo, Costa Rica promueve y defiende en los foros internacionales la causa del desarme como uno de los pilares claves de su política exterior.
El propio Presidente Arias, distinguido con el Premio Nobel de la Paz en 1987, por su valioso aporte a los esfuerzos de pacificación de la región centroamericana, en su visita del mes de junio del año anterior, la que recuerda con alegría y satisfacción, solicitó el apoyo de Su Santidad para su campaña mundial a favor del desarme.
También mi país anhela obtener el apoyo para la «Iniciativa del Consenso de Costa Rica», cuyos ejes son: una mayor cooperación de los países ricos hacia el rubro de la asistencia para el desarrollo; el desarme en los países pobres y un gasto ético para hacer más coherente el accionar de la comunidad internacional.
Es por eso que el Gobierno de Costa Rica aplaude y apoya el llamamiento permanente de Su Santidad pidiendo el diálogo y el entendimiento entre los pueblos y las religiones, ya que en tiempos como los actuales el mutuo conocimiento y la solidaridad internacional son, sin duda alguna, los más adecuados mecanismos para lograr la pacífica convivencia entre naciones y creencias.
Su Santidad: Al expresarle mi pleno compromiso de seguir fomentando los lazos entre la Santa Sede y Costa Rica, me es grato reiterarle los saludos respetuosos del Gobierno y Pueblo costarricenses, para quienes pido su bendición, así como con humildad para mi familia y para mí mismo.







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