Escuchar el programa Viernes, 2 feb
(RV).- Hoy hablaremos de las familias que perduran, que a pesar de la rutina y los
años continúan unidas, con vínculos fuertes y sólidos para darle el impulso por siempre
a la unión que construyeron. Pero ¿cuál es el secreto de estos matrimonios que son
para siempre, que son reales y que desafortunadamente hoy en día se ven amenazados
y vulnerables ante la creciente ola de separaciones y divisiones de los hogares?.
En este mundo de rampante individualidad, las relaciones son una bendición
a medias, afirma el sociólogo Zygmunt Bauman cuando se refiere, en su obra Amor líquido,
a la fragilidad de los vínculos humanos en nuestras sociedades contemporáneas, donde
cada minuto aumentan las separaciones, las familias monoparentales.
Al parecer
la durabilidad de las parejas, de los matrimonios, aún en condiciones tan adversas
para ello como en los tiempos actuales, no es simplemente un asunto que tiene que
ver con el entendimiento y los niveles de comprensión, la madurez de cada uno de los
miembros de la pareja y los buenos canales de comunicación. Según el neurólogo español
Ignacio Morgado también existen razones bioquímicas de las relaciones estables, pues
el enamoramiento se ve condicionado por la química cerebral, con la segregación de
feniletilamina que produce excitación y pasión emocional, y los estrógenos y andrógenos
que aumentan el apetito sexual.
Según este neurólogo, la influencia de estas
hormonas queda disminuida por la enorme capacidad del córtex cerebral de crear relaciones
sociales. “La relación afectiva y sentimental entre dos personas es mucho más que
unas hormonas liberadas en un momento dado. Además de la química, está la fisiología,
una educación, un pasado, un presente y una imaginación del futuro”.
Y no hay
ninguna duda de que además de estas explicaciones químicas, está la manera como la
relación se maneja, como se construye. No se trata de “chispas a primera vista” como
dicen popularmente, se trata de saber en que momento está la relación y las necesidades
puntuales que se requieren en ese momento.
Un amor consolidado es el que se
da entre personas que saben lo que quieren, entre personas que, al superar la primera
fase del enamoramiento, manifiestan la voluntad de compartir su vida, de construir
un proyecto en común. Y para que eso dure, deben trabajárselo, igual que sucede con
una empresa: negociar, pensar, conocer, investigar... De lo contrario, y el vínculo
que realmente une y sostiene, se disfraza de otra serie de razones y motivos que nos
restan felicidad.
La clave tiene que ver con un punto de equilibrio, una relación
completamente horizontal en todos los sentidos: desde la autoestima, la empatía, el
humor y la capacidad de seducción; es decir, de enviar comunicación positiva sobre
lo que uno quiere y lo que le interesa.
La pareja que resiste es la que más
se acerca al trabajo en equipo, porque no hay duda que una relación de pareja es un
proyecto en común que caduca, que tiene momentos de decaimiento y que requiere esfuerzo
para seguir construyendo, para seguir avanzando a partir de una comunicación eficaz
para resolver conflictos.
¿Cómo superar la monotonía? La relación positiva
de larga duración es posible siempre que intervenga la amistad, sostiene el filósofo
Joan Carles Mèlich. Esta no pide intercambio sino reciprocidad –explica- y, a diferencia
del enamoramiento, que sucede a nuestro pesar, se construye y se desea. De ahí que
la dificultad es tan generalizada, porque cada día es mucho más difícil establecer
relaciones de amistad.
Una amistad exige compromiso, y este esto es algo también
en crisis en estos tiempos. Las personas prefieren establecer relaciones de puertas
abiertas, de tal flexibilidad que no implique rupturas y por lo tanto dolor o corazones
rotos, de ahí que las relaciones hoy se piensen como contactos, como redes que se
contactan diversamente.