Los microcréditos del “banquero de los pobres” llegan a Brasilia
Lunes, 22 ene (RV).- El pasado año, Mohamed Yunus, más conocido como “el banquero
de los pobres” recibía el premio Nóbel de la Paz, un galardón que comprende un premio
en metálico que Yunus, como no podría ser de otra forma, dedicó para seguir ayudando
a los más necesitados. El premio lo recibió por su banco de microcréditos que concede
mini préstamos a personas sin recursos para ayudarles a salir de la situación por
la que atraviesan. Lo que para algunos parecía una locura empezó a funcionar, y este
ideal humanista de Yunus se convirtió en la esperanza de muchas personas.
En
base a ese principio aplicado por Yunus, la idea del "banquero de los pobres", se
ha trasladado a las barriadas de Brasilia, donde miles de personas buscan el camino
de la inclusión social a través del microcrédito. Las teorías sobre el "negocio altruista"
y la creación de un "mercado social" que le rindieron al economista bangladeshí el
Premio Nóbel de la Paz, ha significado el inicio de un camino hacia una vida mejor
para los habitantes de la favela "Estructural". La herramienta ha sido el concepto
del microcrédito, planteado por el pakistaní Akhtar Hameed Khan hace tres décadas
y desarrollado por Yunus, uno de cuyos libros cayó en manos del brasileño Murilo Escobar
quien, como Yunus, decidió hacer algo para ayudar a su gente.
Escobar puso
en marcha el 'Programa Providencia', que comenzó ofreciendo créditos mínimos a grupos
de cuatro o cinco personas, en su mayoría costureras, peluqueras y artesanos que desconfiaron
inicialmente de préstamos casi sin intereses y con el trabajo como única condición.
Ahora que se ha vencido la desconfianza y, una década después, 'Providencia' cuenta
con numerosos donantes privados y oficiales, y tiene en cartera 2.649 beneficiarios
individuales y 11.911 grupos, siempre de cuatro o cinco personas. Otros miles de personas,
por su buena historia crediticia con 'Providencia', han accedido a préstamos bancarios
formales y dado así los primeros pasos hacia una verdadera inclusión.
Los créditos
comienzan con 100 reales (46 dólares), un plazo de tres meses y una tasa del 2% anual.
Si son renovados, la opción es aumentarlos gradualmente hasta un máximo de 1.500 reales
(700 dólares). Estas cifras, aunque parezcan muy bajas, bastan para que una costurera
pueda comprar hilos y agujas y comenzar un pequeño negocio. Ejemplo de ello es Sonia
Mendes, una de esas inmigrantes internas que compró unas agujas e hilos con créditos
de 'Providencia' y hoy preside la Asociación de Costureras y Artesanos 'Manos que
Crean'. Esta Asociación agrupa a 260 artesanos -en su mayoría mujeres víctimas de
la violencia doméstica y males asociados a la pobreza- que producen bolsas, colchas
y diversos utensilios con material reciclado, obtenido en un vertedero de basura cercano.
Parte de su producción ha llegado a los grandes mercados de Río de Janeiro y Sao Paulo,
las principales ciudades de Brasil, y la vida de muchos en 'Estructural' ha cambiado
para mejor.
'Estructural', situado a diez kilómetros del Palacio presidencial
de Planalto y habitado por 32.000 familias, aún no cuenta con muchos servicios básicos
y sus calles son de la característica tierra roja de la zona central de Brasil. Tiene
un puesto de salud, otro de policía y una escuela, en la que los niños sólo pueden
cursar el primer grado de primaria. Por este motivo, la esperanza creada en una parte
del mundo, se ha trasladado ahora a Brasilia, esperemos que sea sólo el inicio de
un recorrido por los lugares más necesitados del mundo.