Benedicto XVI reitera la importancia de la pluralidad étnica y del diálogo con la
Santa Sede que caracterizan a la República de Montenegro
Lunes, 22 ene (RV).- En su cordial bienvenida al nuevo embajador de la República de
Montenegro -«lugar privilegiado del encuentro ecuménico que todos anhelan» y de encuentro
entre cristianos y musulmanes- Benedicto XVI ha reiterado la importancia de la pluralidad
étnica y del diálogo con la Santa Sede que caracteriza desde antaño a esta nación,
que forma parte de la familia de las naciones europeas.
Tras impulsar a «proseguir
por esta senda, en la cual la Iglesia anhela que todos converjan en el compromiso
de unir los esfuerzos al servicio de la innata nobleza del ser humano», el Papa ha
hecho hincapié en que la Iglesia «ve en ello una parte significativa de su misión
al servicio del hombre, en su integridad de pensamiento, de acción y de planificación,
en el respeto de las tradiciones que identifican a una tierra como tal».
Expresando
su confianza en que «en el marco europeo, Montenegro no dejará de dar su propia aportación,
tanto en el ámbito civil, como en el político, en el social, en el cultural y en el
religioso», Benedicto XVI se ha referido también a la prioridad de «reforzar el estado
de derecho en los distintos ámbitos de la vida pública, mediante la adopción de medidas
que garanticen el efectivo gozo de todos aquellos derechos que están previstos por
las leyes fundamentales del estado». Ello -ha subrayado el Santo Padre- impulsará
el crecimiento de la confianza social en los ciudadanos, que podrán sentirse libres
de perseguir sus legítimos objetivos, individual y comunitariamente, madurando en
la cultura de la legalidad.
Recordando luego la generosa contribución que
ha brindado y desea brindar la República de Montenegro en el contexto de Europa, Benedicto
XVI se ha referido al «reconocimiento pleno -realizado hace más de un siglo- de la
vida y de los objetivos de la comunidad católica en la sociedad montenegrina». Hecho
histórico que contó también con la respetuosa acción de la Iglesia Ortodoxa de entonces,
que vio en este acontecimiento un medio útil para salir al paso de las necesidades
espirituales de la población, ha subrayado el Papa, con el anhelo de que «esta cristiana
disposición pueda desarrollarse aún más» y de que prosiga «el diálogo fraterno con
la Ortodoxia, tan presente y viva en este país».
«En plena cordialidad, así
como en los siglos pasados, es posible establecer aquel entendimiento que va en beneficio
de la comunidad católica, sin perjudicar en absoluto los legítimos derechos de las
otras comunidades religiosas», ha concluido Benedicto XVI, señalando que «ésta es
la senda que ha elegido la Europa de hoy» y la senda que los montenegrinos desean
recorrer con esperanza, mirando a Oriente y Occidente y poniéndose como puente entre
ambas realidades.