2007-01-04 11:32:59

Reflexiones en familia


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Viernes, 29 dic (RV).- Estamos a dos días de concluir el año 2006, un año lleno de experiencias, de vivencia fuertes, dolorosas para algunos y muy felices y llegas de buenas noticias para otros. Y todo ello es sin duda un motivo especial para celebrar, para estar agradecidos con el Señor por todas las bondades que nos dio, por todas las enseñanzas y aprendizajes que tuvimos, por el amor y la cooperación que tantas personas nos brindaron.


Son realmente muchos motivos los que nos llevan a celebrar el año nuevo, una celebración que ya se ha hecho tradicional entre los diversos pueblos de la tierra, que siempre marcan el inicio de un nuevo año como el renacimiento de nuevos tiempos y procesos.


La celebración del año nuevo es realmente muy tradicional en diversos pueblos del mundo. Desde miles de años atrás los habitantes de la tierra en diversas partes se dieron cuenta de que, trascurrido cierto tiempo, las estaciones solares repetían su cauce luminoso. Los cultivos volvían a crecer y las lluvias retornaban para regar las nuevas semillas. Así, el hombre fue constatando el eterno retorno hacia el punto inicial.


Hace 4.000 años, los babilonios vieron en esta repetición de las estaciones un motivo digno de celebrarse, e instauraron un ciclo festivo bastante largo: eran 11 días de celebración, que comenzaban cuando la primavera describía sus primeros trazos entre los jardines colgantes de Babilonia.


Los egipcios también recibían con algarabía las señales que preludiaban el nuevo año. Su rostro se tornaba festivo cuando llegaba el ansiado momento en que el río Nilo empezaba crecer, y el caudal se hacía propicio para la siembra. Entonces, la tierra era labrada con confianza en los tiempos venideros. Desde siempre, el año nuevo ha significado festejar un triunfo inexistente, una victoria que se desea pero aún no ha ocurrido. Es un elogio a la esperanza que se renueva cada 365 días.


En la actualidad, la celebración del año nuevo conlleva diversas tradiciones y rituales. En algunos países latinoamericanos como Venezuela, la media noche se espera en familia y con los amigos más allegados. Las familias se reúnen en sus hogares y preparan la "hallaca", una especie de humita exuberante, repleta de condimentos y relleno especial, que se regala a los amigos durante la noche de víspera de Año Nuevo. Es una forma de reafirmar la amistad y de desear buena suerte para el próximo año.


También en Colombia la celebración se hace en círculos familiares y de amigos cercanos, quienes se reúnen entorno a un buen plato de comida que varía dependiendo de las regiones: en algunas zonas del interior se consume cerdo, preparado al calor de buenas brazas, en el litoral atlántico el pescado y el coco marcan las delicias para el fin de año, mientras que al sur del país se prefiere el cordero.


Pero la fiesta milenaria se celebra en todas partes y con tradiciones muy especiales.


Los escoceses celebran el año nuevo con su afición preferida es el Hogmanay, una fiesta brava que tiene un procedimiento sencillo: se busca barril de madera, se le prende fuego y se lo pone a rodar por las calles. Según dicen, es para permitir el paso del nuevo año. Además, luego de la medianoche, los habitantes de Escocia esperan ansiosos a la primera persona que ingrese al hogar. ¿Para qué?. Resulta que ellos tienen la creencia que los rasgos de el individuo determinan el curso de los días futuros. Un moreno pintón y bien plantado es símbolo de buenos augurios. Pero una mujer pálida –según la creencia escocesa- traerá mala suerte durante todo el año entrante.


Con mucha o poca tradición, las comunidades siempre encuentran motivos muy especiales para celebrar el año nuevo, pues como lo decíamos al inicio al inicio del programa celebramos y festejamos por la esperanza de un nuevo ciclo, por la vida que renace para renovarse y continuar. Un feliz año nuevo.

Texto. Alma García
Locución:Alina Tufani








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