“Bienaventurados los pacíficos: porque ellos serán llamados hijos de Dios”
Viernes, 22 dic (RV).- “Bienaventurados los pacíficos: porque ellos serán llamados
hijos de Dios”. Sobre esta bienaventuranza se ha centrado esta mañana el padre Raniero
Cantalamessa, en su segunda predicación de Adviento con la presencia del Santo Padre
y de la Familia Pontificia.
El predicador de la Casa Pontificia ha resaltado
la figura de los pacíficos, que no son quienes únicamente se reconcilian con sus enemigos,
sino aquellos que ayudan a los enemigos a reconciliarse. “Se trata –ha dicho el religioso
capuchino- de personas que aman en sobremanera la paz, tanto de no dudar en comprometer
su propia paz personal interviniendo en los conflictos para llevar la paz a quienes
están enfrentados”.
Operadores de paz, para el padre Cantalamessa, no es un
sinónimo de pacíficos, personas tranquilas y pausadas que evitan los conflictos; no
es tampoco sinónimo de pacifista, si por pacifista se entiende a quienes se declaran
contra la guerra, sin hacer nada para reconciliar a los contendientes. El término
más adecuado es pacificadores.... “Porque no se trata de inventar o crear la paz,
sino de transmitirla, dejar pasar la paz de Dios y la paz de Cristo que supera cualquier
inteligencia”.
También se ha referido el predicador al mensaje de Benedicto
XVI para la Jornada Mundial de la Paz, donde el Santo Padre escribe que “la paz es
un don, pero también un compromiso”. Más adelante el padre Cantalamessa se ha referido
a “un nuevo campo de trabajo de los operadores de la paz” difícil y urgente: promover
la paz entre las religiones y con la religión, es decir paz entre las religiones y
paz de los creyentes de las distintas religiones con el mundo laico no creyente.
En
este sentido el religioso capuchino ha retomado el mensaje del Papa para la Jornada
Mundial de la Paz: “Por lo que concierne a la libre expresión de la propia fe, otro
síntoma preocupante de ausencia de paz en el mundo es la dificultad de los fieles
para profesar pública y libremente las propias convicciones religiosas... Hay regímenes
que imponen a todos una única religión, mientras que otros aunque no alimentan una
persecución violenta, favorecen el sistemático escarnio cultural frente a las creencias
religiosas. En cualquier caso, no se respeta un derecho humano fundamental con graves
repercusiones sobre la convivencia pacífica”.
Tras recordar este fragmento
del mensaje del Papa, el predicador de la Casa Pontificia ha facilitado algunos ejemplos
demostrativos actuales, como la campaña, en distintos países y ciudades de Europa,
contra los símbolos religiosos de la Navidad. “A menudo –ha criticado el religioso-
se justifica como la voluntad de no ofender a las personas de otras religiones que
viven entre nosotros, sobre todo a los musulmanes. Pero sólo es un pretexto, una excusa,
una forma laicista que no quiere esos símbolos y no los musulmanes”.
De hecho
muchos musulmanes celebran el nacimiento de Jesús y se llega a decir que “no hay ningún
musulmán que no crea en el nacimiento milagroso de Jesús”. El predicador ha recordado
además que en el Corán hay una sura dedicada al nacimiento de Jesús.
Particularmente
crítico ha estado el religioso capuchino con el deseo del Occidente secularizado de
un diverso tipo de paz religiosa, el resultante de la desaparición de cualquier religión.
El padre Cantalamessa ha citado algunas estrofas de la canción Imagine de John Lennon,
que se ha convertido en una especie de manifiesto secular del pacifismo.
“Si
se llegara a realizar- ese mundo que describe la canción- sería el mundo más escuálido
y pobre que se pueda imaginar; un mundo uniforme, donde estén abolidas todas las diferencias,
donde la gente estará destinada a aniquilarse, a no vivir en paz, porque como advirtió
el filósofo francés René Girard, allí donde todos deseen las mismas cosas, el deseo
mimético se desencadenará y con él, la rivalidad y la guerra”.
Por último
el capuchino ha fijado, junto al diálogo y la paz entre las religiones, otra meta
para los operadores de la paz: la paz entre los creyentes y los no creyentes, entre
las personas religiosas y el mundo secular, indiferente u hostil a la religión. “Esperamos
–ha dicho- que se respete a los cristianos, algo que hasta ahora, a menudo no se ha
hecho”.