Lunes, 18 dic (RV).- En 1997, la Sociedad Asiática para la Migración Internacional
(APIM) inició la idea de celebrar el 18 de Diciembre como el Día Internacional de
Solidaridad con los Migrantes. El 18 de Diciembre es significativo porque fue en esa
fecha cuando la Convención Internacional para la Protección de todos los Derechos
de los Trabajadores Migratorios y Miembros de sus Familias fue aprobada por la Asamblea
General de las Naciones Unidas.
Precisamente, en el mensaje para la Jornada
Mundial del Emigrante y el Refugiado del próximo año, Benedicto XVI resalta la importancia
de la familia, tema de la próxima Jornada. “Actualmente –señaló el Papa- se está trabajando
mucho por la integración de las familias de los inmigrantes, no obstante quede aún
tanto por hacer”. El Pontífice hizo notar la existencia de dificultades efectivas
relacionadas con algunos “mecanismos de defensa” de la primera generación inmigrada,
que pueden llegar a constituir un obstáculo para una subsiguiente maduración de los
jóvenes de la segunda generación. “Es por tanto necesario predisponer acciones legislativas,
jurídicas y sociales para facilitar dicha integración”, explicó Benedicto XVI.
En
la jornada de hoy dedicada a la solidaridad con los migrantes resuenan de nuevo las
palabras que Juan Pablo II pronunció en su mensaje para la Jornada Mundial de la paz
el 1 de enero de 1987. “Reconocer la solidaridad social de la familia humana comporta
la responsabilidad de construir sobre aquello que nos une –señaló el predecesor de
Benedicto XVI- Esto significa promover eficazmente y sin excepción alguna la igual
dignidad de todos los seres humanos dotados de determinados derechos fundamentales
e inalienables”. En este sentido hay que recordar que esto afecta a todos los aspectos
de nuestra vida individual así como a nuestra vida en la familia, en la comunidad
en que vivimos y en el mundo. Porque, una vez aceptado el hecho de que todos somos
hermanos y hermanas en el seno de la humanidad, podremos consiguientemente modelar
nuestras actitudes en la vida en la perspectiva de la solidaridad que a todos nos
hace una sola cosa. Esto es verdad de modo especial en lo que se refiere al proyecto
básico y fundamental de construir la paz.
A pesar de las ayudas puntuales,
de la solidaridad desbordada que se ha manifestado a lo largo de los últimos tiempo
ante grandes catástrofes naturales o no, queda mucho por hacer, porque es nuestro
deber trabajar juntos y cooperar, en las múltiples formas que nuestro mundo de hoy
nos permite, para hacer progresar el bien común.
“Pero tenemos que hacer aún
más –señaló Juan Pablo II- Necesitamos adoptar una actitud de fondo de cara a la humanidad
y con respecto a los lazos que nos conectan con cada persona y con cada grupo en el
mundo”. De esta manera podremos comenzar a ver cómo el compromiso de solidaridad con
toda la familia humana es una clave para la paz. Los proyectos que potencian el bien
de la humanidad o la buena voluntad entre los pueblos constituyen un paso adelante
en la puesta en práctica de dicha solidaridad. Pero el urgente desafío que se nos
presenta constituye la necesidad de adoptar una actitud de solidaridad social con
toda la familia humana y con tal actitud enfrentarnos a todas las situaciones sociales
y políticas.
Este espíritu de solidaridad es un espíritu abierto al diálogo
que hunde sus raíces en la verdad y que tiene necesidad de la misma para desarrollarse.
Es un espíritu que busca construir y no destruir, unir y no dividir. Dado que la solidaridad
es una aspiración universal, ésta puede adoptar muchas formas. Acuerdos regionales
para promover el bien común y alentar negociaciones bilaterales pueden servir para
hacer disminuir las tensiones. El intercambio de tecnologías y de información para
prevenir desastres, o para mejorar la calidad de vida en un área determinada, contribuirá
a la solidaridad y facilitará medidas a un más amplio nivel. Gracias a todos estos
medios, es posible “facilitar” las vías de la solidaridad, allanando el camino para
cuantos consideren difícil contribuir a un mundo más solidario, sobre todo, de cara
a los migrantes, los protagonistas de la Jornada de hoy.