2006-11-22 13:26:09

Día Mundial de la Televisión, por una comunicación adecuada


Miércoles, 22 nov (RV).- El 17 de diciembre de 1996, la Asamblea General  de Naciones Unidas proclamó Día Mundial de la Televisión, el 21 de noviembre, en conmemoración de la fecha en que se celebró en 1996 el primer Foro Mundial de Televisión en las Naciones Unidas. Se invitó de este modo a los Estados Miembros a  observar el Día alentando intercambios mundiales de programas de televisión referentes a cuestiones de paz, seguridad, desarrollo económico y social, y profundización de los intercambios culturales.

En el programa de hoy dedicado a la cultura y al humanismo queremos profundizar en esta celebración que ayer se conmemoraba en todo el mundo, porque es indudable que la televisión es el medio de comunicación que más fuerza tiene actualmente en el mundo entero. Quizás las nuevas tecnologías, como Internet, le hagan sombra en el futuro, pero, si como dicen algunas encuestas, los españoles dedicamos a la televisión una media de tres horas y media diarias, nos pasamos gran parte de nuestra vida frente a este aparato.

En el mundo la capacidad de convocatoria de este invento de la década de 1920 es enorme. Hay una media de 228 televisores por cada 1.000 habitantes en todo el planeta. Sin embargo, este dato también puede reflejar las diferencias entre países ricos y pobres: en 1995 en EE UU había 776 aparatos por cada 1.000 personas y 490 en España frente a 2 en Chad o 3 en Nepal.  Pero lo más importante es su capacidad de influencia en la opinión pública, en la manera de ver el mundo que nos rodea; su capacidad de mostrarnos en directo lo que ocurre en otro lado del mundo o de ocultarnos lo que ocurre muy cerca de nosotros; sus posibilidades de divertirnos, informarnos o embaucarnos.

En este sentido, el reciente congreso sobre las televisiones católicas en el mundo, que se celebró recientemente en Madrid, demostró la preocupación de la Iglesia por este medio de comunicación. Preocupación positiva, en el sentido de darse cuenta de tener que subirse al vagón de las nuevas tecnologías para poder lograr transmitir el mensaje del Evangelio a las generaciones más jóvenes que son las que manejan, cada día de forma más habitual, los últimos avances en materia de comunicación. Pero las conclusiones de dicho convenio albergaban también una preocupación negativa, dado que justo por la capacidad de persuasión de los nuevos medios de comunicación se podría influir negativamente en los más jóvenes sobre todo cuando los mensajes que se transmiten se alejan de los parámetros de la bondad, la solidaridad y el amor hacia el prójimo.

Por este motivo, la finalidad de este día mundial es, como indica Naciones Unidas, promover una televisión que, además de entretener, promueva una cultura de paz, seguridad y desarrollo. Pero quizás la situación actual de las televisiones de todo el mundo, en especial en los países del Norte, no se acerque mucho a estas aspiraciones de Naciones Unidas. No es justo ignorar emisoras y programas que realizan labores sociales de gran valor cultural y educativo, especialmente en muchos países en desarrollo, pero la presión de beneficios económicos inmediatos, la falta de criterio cultural y social e, incluso, el desprecio por la audiencia nos acerca cada vez más a lo que se ha llamado la telebasura.

Este es el panorama que abunda cada vez más en muchas televisiones: programas con una calidad mínima que atraen al espectador con situaciones de violencia, supersticiones y humor simple, un exceso de acontecimientos deportivos, concursos banales en los que se ridiculiza a los participantes, y programas del 'corazón' donde aparecen personajes grotescos que quieren ser famosos a toda costa. Puede parecer que son programas inocentes que sólo buscan divertir, pero pueden tener sus consecuencias: son un obstáculo para la cultura, desinforman más que informar presentado la realidad de una manera simplista y demagógica y, en algunos casos, atentan contra derechos fundamentales como el honor o la intimidad.

Los futuros contenidos de este medio de comunicación dependen también de los espectadores. Elegir ver un programa u otro no es algo que carezca de implicaciones. Reclamar un entretenimiento inteligente y una programación de calidad, 'votar' con el mando a distancia cuestionando la calidad de los contenidos es algo que no pasa desapercibido por las grandes compañías que hacen televisión. Si nos conformamos con lo que nos den, por malo que sea, la telebasura seguirá ganando terreno en las emisoras, por este motivo hay que ser conscientes del ‘poder’ que como espectadores se tiene y ‘exigir’ una programación que valore los derechos fundamentales, que promueva la paz, la solidaridad y el entendimiento recíprocos.







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