Audiencia general: llamamiento de Benedicto XVI por la paz en el Líbano y firme condena
del brutal asesinato del ministro de Industria Pierre Gemayel
Miércoles, 22 nov (RV).- Benedicto XVI al final de su catequesis de la Audiencia General
en la plaza de san Pedro ha hecho un llamamiento a favor de la paz en el Líbano y
ha manifestado su profundo dolor por el asesinato ayer de Pierre Gemayel, ministro
de Industria del Gobierno Libanés:
“Al condenar firmemente semejante atentado
brutal, aseguro mi oración y mi cercanía espiritual a la familia en luto y al amado
pueblo libanés. Ante las fuerzas oscuras que tratan de destruir el país, invito a
todos los libaneses a no dejarse vencer por el odio, sino a reafirmar la unidad nacional,
la justicia y la reconciliación, así como a trabajar juntos para construir un futuro
de paz. Por último invito a los responsables de los países que se interesan por los
destinos de aquella región, a que contribuyan a alcanzar una solución global y negociada
de las diversas situaciones de injusticia que la caracterizan desde hace ya demasiados
años”.
El Santo Padre ha centrado la catequesis de la Audiencia General en
el pensamiento del apóstol Pablo sobre la realidad de la Iglesia. “La experiencia
y la doctrina de Pablo es una constante invitación a toda la Iglesia para que sea
el ámbito donde se viva intensamente la relación con Cristo y el cauce propicio para
que todos lleguen a Él.
Este miércoles, una semana más, Benedicto XVI ha celebrado
su tradicional Audiencia General en la plaza de San Pedro en la que han participado
más de 20 mil fieles y peregrinos procedentes de todo el mundo. En su catequesis el
Santo Padre ha proseguido sus meditaciones sobre san Pablo, hablando esta vez sobre
el pensamiento y la doctrina del apóstol y “la invitación a toda la Iglesia para que
sea el ámbito donde se viva intensamente la relación con Cristo”.
Pablo tiene
su primer contacto con la persona de Jesús por medio del testimonio de la comunidad
cristiana de Jerusalén, convirtiéndose en perseguidor de los cristianos. Determinante
fue sin duda lo que ocurrió en el camino de Damasco, ha subrayado el Papa, pero en
realidad no fue éste su primer encuentro con Jesús. El Libro de los Hechos recuerda
su presencia durante la lapidación de Esteban y su aprobación para la condena del
diácono.
A este respecto el Papa ha dicho que se llega a Jesús pasando normalmente
a través de la Iglesia. En un cierto sentido esto se hizo realidad en Pablo, el cual
encontró a la Iglesia antes de encontrar a Jesús. Por esto se comprende porqué la
Iglesia ha estado tan presente en el pensamiento, en el corazón y en la actividad
de Pablo. En primer lugar, en cuanto él literalmente fundó varias Iglesias en distintas
ciudades en las cuales se trasladó como evangelizador.
El Apóstol de los gentiles
demuestra -ha dicho el Papa- un verdadero y propio sentimiento de amor no solamente
de paternidad, sino más bien de maternidad con las Iglesias. En sus cartas Pablo nos
ilustra también sobre su doctrina respecto a la Iglesia en cuanto tal. Es bien conocida
su original definición de Iglesia como “cuerpo de Cristo” que no encontramos en otros
autores cristianos del siglo I. La raíz más profunda de esta sorprendente designación
de la Iglesia la encontramos en el Sacramento del cuerpo de Cristo. “En la misma Eucaristía
Cristo nos da su Cuerpo y nos hace Cuerpo suyo”.
De aquí derivan también
las exhortaciones de Pablo a propósito de los varios carismas que animan y estructuran
la comunidad cristiana. Es importante -ha recordado el Papa, comentando los textos
de san Pablo- que todos los carismas cooperen juntos para la edificación de la comunidad
y no se conviertan en motivo de laceración. Él sabe muy bien y nos enseña que es necesario
“conservar la unidad del espíritu por medio del vínculo de la paz: un solo cuerpo
con un solo espíritu, como una sola es la esperanza a la cual hemos sido llamados”.
Obviamente,
subrayar la exigencia de la unidad no significa sostener que se deba uniformar la
vida eclesial según un único modo de actuar. Pablo siempre enseña “a no apagar el
espíritu”, es decir, a dar generosamente espacio al dinamismo imprevisible de las
manifestaciones carismáticas del Espíritu, el cual es fuente de energía y vitalidad
siempre nueva.
Benedicto XVI ha finalizado la catequesis subrayando que en
definitiva está en juego una relación de comunión: una podríamos decir “vertical”
entre Jesucristo y todos nosotros, y otra también “horizontal” entre todos aquellos
que se distinguen en el mundo por el hecho de “invocar el nombre del Señor nuestro
Jesucristo”.
Este ha sido el resumen que de su catequesis ha hecho el Santo
Padre en español para los peregrinos de nuestra lengua presentes en la audiencia:
Queridos
hermanos y hermanas:
Pablo conoció inicialmente a
Cristo por el testimonio de la comunidad creyente, como sucede también hoy normalmente.
Su encuentro personal con Él en el camino de Damasco le transformó después de persecutor
en miembro ferviente y defensor de la Iglesia.
Para
el Apóstol, la Iglesia no sólo pertenece a Cristo, sino que en cierto modo se identifica
con Él. En efecto, los miembros de la Iglesia son también como los miembros de Cristo
mismo, que extienden su presencia personal en el mundo y reciben los diversos carismas,
que han de contribuir a la edificación de una comunidad eclesial y a formar un sólo
Cuerpo, un sólo Espíritu, según la vocación a la que han sido llamados (cf. Ef 4,
3-4). Pablo utiliza también la metáfora de la Iglesia como esposa de Cristo, indicando
así la íntima relación de comunión y amor entre ambos. De este modo, la experiencia
y la doctrina de Pablo es una constante invitación a toda la Iglesia para que sea
el ámbito donde se viva intensamente la relación con Cristo y el cauce propicio para
que todos lleguen a Él.
Saludo a los peregrinos de
lengua española, en particular a las Religiosas de la Compañía de Santa Teresa, a
las Siervas del Hogar de la Madre, a los Antiguos Alumnos del Colegio Mayor San Pablo
y a los demás grupos venidos de España, México y otros Países de Latinoamérica. Invito
a todos a amar a la Iglesia y a vivir gozo en su seno la plena comunión. Muchas
gracias por vuestra presencia.
Como siempre antes de concluir la audiencia
el Papa ha saludado a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. El domingo
próximo, último del Tiempo Ordinario, celebraremos la solemnidad de Cristo, Rey del
universo. “Queridos jóvenes, poned a Jesús al centro de vuestra vida, y de Él recibiréis
luz y ánimo en cada opción cotidiana. Cristo, que ha hecho de la cruz su trono real,
os ayude a vosotros, queridos enfermos, a comprender el valor redentor del sufrimiento
vivido en unión con Él. A vosotros, queridos recién casados, al recordar que precisamente
hoy se celebra el 25 aniversario de la promulgación de la Exhortación Apostólica Familiaris
consortio, que dio gran impulso a la pastoral familiar en la iglesia, os deseo que
recorráis vuestro camino matrimonial siempre unidos a Cristo”.