2006-11-14 16:47:55

La familia, centro del mensaje de la Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado 2007: el Papa insta a la ratificación de los instrumentos legales internacionales de defensa de los derechos de emigrantes, refugiados y sus familias


Martes, 14 nov (RV).- Con ocasión de la próxima Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado 2007, Benedicto XVI ha escrito un mensaje para sensibilizar a las comunidades eclesiales y a la opinión pública acerca de las necesidades y problemas, así como de las potencialidades positivas, de las familias emigrantes.

Con la mirada puesta en el icono de la Santa Familia de Nazaret, que se ve obligada a huir de la persecución del rey Herodes, el Papa señala que en este drama, de Jesús, María y José en el exilio, percibimos la dolorosa condición de todos los emigrantes, especialmente de los refugiados, de los desterrados, de los evacuados, de los prófugos y de los perseguidos. Percibimos las dificultades de cada familia emigrante, las penurias, las humillaciones, la estrechez y la fragilidad de millones de personas.

El tema de la próxima Jornada Mundial es precisamente La familia emigrante. Con él se pretende acentuar ulteriormente el compromiso de la Iglesia no sólo a favor del individuo emigrante, sino también de su familia. “Si no se garantiza a la familia inmigrada una real posibilidad de inserción y participación -escribe el Pontífice-, es difícil prever su desarrollo armónico”. La Iglesia anima la ratificación de los instrumentos legales internacionales propuestos para defender los derechos de los emigrantes, de los refugiados y de sus familias, y ofrece, en varias de sus Instituciones y Asociaciones, aquella “defensa” que se hace cada vez más necesaria.

El Santo Padre insiste mucho sobre el tema de la integración y señala a este respecto que es necesario predisponer acciones legislativas, jurídicas y sociales para facilitarla. En cuanto al tema de la integración de las familias de los inmigrantes, siente el deber “de llamar la atención sobre las familias de los refugiados, cuyas condiciones parecen empeorar con respecto al pasado, también por lo que atañe a la reunificación de los núcleos familiares”.

A las dificultades logísticas, y personales, asociadas a los traumas y el estrés emocional por las trágicas experiencias vividas, a veces se suma el riesgo de la implicación de mujeres y niños en la explotación sexual como mecanismo de supervivencia. En estos casos, afirma el Papa, es necesaria una atenta presencia pastoral que, además de prestar asistencia para aliviar las heridas del corazón, ofrezca por parte de la comunidad cristiana un apoyo capaz de restablecer la cultura del respeto y redescubrir el verdadero valor del amor. Es necesario comprometerse para garantizar los derechos y la dignidad de las familias, y asegurarles un alojamiento conforme a sus exigencias.

La presentación del Mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, del próximo 14 de enero de 2007, ha tenido lugar esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, a cargo del Card. Renato Martino y del Arzobispo Agostino Marchetto, en calidad de Presidente y Secretario del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, respectivamente. Luego, Mons. Marchetto nos ha concedido una entrevista en la que nos habla, precisamente, sobre el contenido de este Mensaje del Papa: RealAudioMP3

El Mensaje Pontificio, que ha sido presentado hoy en la Sala de Prensa de la Santa Sede, invita a reflexionar sobre la condición de la familia emigrante, en continuidad con los precedentes Mensajes de 1980, 1986 y 1993, pero también recuerda la Constitución Apostólica Exsul familia, después de 55 años de que fuera promulgada. De este modo, Benedicto XVI interviene por segunda vez – luego de su primer Mensaje del año pasado titulado Migraciones: signo de los tiempos – sobre la variada y compleja situación que actualmente implica a cerca de 200 millones de emigrantes por razones económicas, a aproximadamente 9 millones de refugiados y cerca de 2 millones de estudiantes internacionales. Hay también los desplazados internos, las personas sujetas al tráfico de seres humanos, etc. Se trata de hermanas y hermanos en diferentes condiciones de movilidad, hacia los cuales la Iglesia muestra una particular solicitud pastoral.
De hecho, el Mensaje Pontificio se dirige en doble carril: por un lado el Santo Padre describe sus dificultades, las problemáticas y los retos, mientras por el otro subraya «el compromiso de la Iglesia» en dicho ámbito, proponiendo asimismo orientaciones, en el pensamiento y en la praxis, para una renovada pastoral familiar migratoria. Sin olvidarse de animar a las instituciones establecidas, a fin de que dispongan «intervenciones legislativas, jurídicas y sociales» para salir al encuentro ante las dificultades de la familia emigrante, sobre todo en lo que concierne a la tutela de todos los emigrantes, a la integración en el país de acogida, a la reunificación familiar, a la asistencia espiritual y psicológica en los campos para refugiados, así como a la sensibilidad hacia los «estudiantes de otros Países».

Mons. Marchetto hace hincapié en el tema elegido por Benedicto XVI para su Mensaje - «La familia emigrante» - y en los retos que encuentran, en la actualidad, los miembros de los núcleos familiares debilitados por la emigración: RealAudioMP3

Quisiera subrayar la importancia de la familia y sus retos actuales
Las mujeres y los hombres migrantes generalmente tienden a alcanzar una posición digna que les permita ante todo la supervivencia y la independencia económica, pero en una óptica de provisoriedad, que por lo general no incluye la integración en la sociedad de acogida. De este modo se explica la presencia individual, quizás estacional, mientras que la reunificación familiar llega en una fase posterior. La familia migrante se encuentra, entonces, inserta en un sistema basado en el papel del individuo o en su capacidad de éxito. Así es como se pone en evidencia el aislamiento de los miembros del núcleo familiar, que a veces llega a la soledad y a la marginación. Dicho aislamiento, además, a menudo resulta mayormente acentuado para la mujer, que está expuesta al peligro del tráfico de seres humanos y de la prostitución.
Asimismo, los trastornos de los roles familiares, debido a las solicitudes de mercado del trabajo, causan la triste situación de las mujeres inmigradas a quienes se les sustrae injustamente sus hijos debido a los horarios de trabajo o por condiciones de dificultad, lo cual comporta la intervención de las instituciones a través de las comunidades de asistencia para menores y la tutela familiar.
En buena cuenta, el Mensaje Pontificio estimula la construcción de relaciones de verdadera acogida, partiendo de la respuesta solidaria a las necesidades de la familia migrante. En definitiva, es necesario desarrollar relaciones que, por un lado, se traduzcan en ayudas para la inserción en la sociedad de acogida y, por el otro, se conviertan en ocasiones de crecimiento – personal, social y eclesial – basado en el respeto de las culturas, de las religiones y en el intercambio recíproco de valores.
Finalmente, la educación a la mundialidad contribuye por cierto en el desarrollo de una nueva sensibilidad con el fin de instaurar relaciones más amigables entre los individuos y entre las familias, en fin entre los pueblos, así como en el ámbito de la escuela y en los ambientes de vida y de trabajo.
 







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