Ángelus: llamamiento del Papa a las autoridades israelíes y palestinas para que cese
el esparcimiento de sangre en la franja de Gaza
Domingo, 5 nov (RV).- Benedicto XVI ha mostrado, durante el rezo del Ángelus de hoy,
su preocupación por las noticias que llegan desde la Franja de Gaza, donde la situación
se está deteriorando. El Santo Padre ha querido expresar su cercanía a las poblaciones
civiles que “sufren las consecuencias de los actos violentos” que azotan al país y
ha pedido a los fieles presentes en la plaza de san Pedro que se “unan a mi oración,
para que Dios omnipotente y misericordioso ilumine a las Autoridades israelíes y palestinas,
así como a las de las Naciones que tienen una responsabilidad particular en la Región,
para que trabajen con el fin de hacer cesar el esparcimiento de sangre, multiplicar
las iniciativas de ayuda humanitaria y favorecer que se retomen inmediatamente las
negociaciones directas, serias y concretas”.
Y antes del rezo mariano del Ángelus,
Benedicto XVI ha recordado cómo en algunas parroquias se celebra estos día el octavario
de los difuntos, que sirve para que no olvidemos en nuestras oraciones a nuestros
seres queridos fallecidos y meditemos sobre la realidad de la muerte, que la llamada
“civilización del bienestar” intenta cancelar de la conciencia de la gente, ocupada
en las preocupaciones de la vida cotidiana”.
Y es que, como ha explicado Benedicto
XVI, “el morir, en realidad, forma parte del vivir”, lo que no quita para que cada
vez que perdemos a un ser querido, redescubramos el “problema” y veamos a la muerte
como una presencia hostil. Por este motivo Jesús quiso compartir hasta el final su
condición humana, muriendo, ha explicado el Papa, revolucionando de este modo el sentido
de la muerte. Es decir, Él ha nacido para poder morir y liberarnos de la esclavitud
de la muerte.
Si en Cristo la vida humana es el “pasaje de este mundo al Padre”
(Jn 13.1), la hora de la muerte es el momento en el que esto se realiza de modo concreto
y definitivo. Quien se empeña para vivir como Él, viene liberado del miedo a la muerte
que ya no muestra su mueca irónica de una enemiga, sino –como escribía san Francisco
en el Cántico de las criaturas- el rostro amigo de una “hermana” por la cual se puede
bendecir al Señor.
El Santo Padre ha proseguido su alocución, señalando que,
como la fe nos recuerda, “no hay que tener miedo de la muerte del cuerpo, porque tanto
como si vivimos, como si morimos, somos del Señor”. Benedicto XVI ha evocado a san
Pablo, por quien sabemos que “separados del cuerpo estamos con Cristo, cuyo cuerpo
resucitado recibimos en la Eucaristía y que se convierte en nuestra demora eterna
e indestructible”.
“En cambio, la muerte que verdaderamente hay que temer –ha
finalizado el Papa- es la del alma, que el Apocalipsis llama ‘segunda muerte’ (cfr
Ap 20,14-15; 21,8). De hecho, quien muere en pecado mortal, sin arrepentimiento, cerrado
en el orgullo del rechazo del amor de Dios, se autoexcluye del reino de la vida”.
Y
tras el rezo mariano del Ángelus y el responso por los fieles difuntos Benedicto VXI
ha saludado en varias lenguas. Estas han sido sus palabras en español: “Doy mi cordial bienvenida
a los participantes de lengua española en esta oración del Ángelus, en particular
al grupo de la Parroquia de San Andrés y San Antonio, de Mazarrón. La reciente Conmemoración
de todos los fieles Difuntos nos recuerda que Cristo es la resurrección y la vida.
Por ello pensamos con cariño en los seres queridos que fallecieron, oramos por ellos
y vivimos con esperanza y sin temor a nuestro futuro. Feliz domingo”.