El Papa recuerda la “noble práctica de rezar por los difuntos que presupone la fe
en la resurrección de los muertos”, durante la Misa de sufragio por los cardenales
y obispos fallecidos este año
Viernes, 4 nov (RV).- Benedicto XVI ha celebrado esta mañana en el altar de la Cátedra
de la Basílica de San Pedro, la Santa Misa en sufragio de los Cardenales y obispos
fallecidos en el curso de este año. En el clima espiritual de la Solemnidad de Todos
los Santos y la conmemoración de los Fieles Difuntos, que nos han ayudado a meditar
sobre la meta final de nuestra peregrinación terrena, la homilía del Papa ha estado
dedicada a reflexionar sobre la práctica de rezar por los difuntos, que presupone
la fe en la resurrección de los muertos.
Y como es ya tradicional, el Papa
ha recordado todos los nombres de los purpurados que Dios ha llamado en los doce últimos
meses, entre ellos el del cardenal español, Ángel Suquía Goicoechea. “Recordar los
nombres de estos hermanos nuestros en la fe, nos retrotrae al sacramento del Bautismo,
que ha marcado para cada uno de ellos, como para cualquier otro cristiano, la participación
en la Comunión de los Santos –ha señalado el Papa- Al final de la vida, la muerte
nos priva de todo aquello que es terrenal, pero no de la Gracia ni del ‘carácter’
sacramental, gracias a los cuales hemos sido asociados indisolublemente en el misterio
pascual de nuestro Señor y Salvador”.
“Despojado de todo pero revestido de
Cristo, el bautizado atraviesa el umbral de la muerte y se presenta ante Dios, justo
y misericordioso”, ha proseguido el Santo Padre. Para que la vestidura blanca recibida
en el Bautismo sea purificada de cualquier mancha, la Comunidad de creyentes ofrece
el Sacrificio eucarístico y otras oraciones de sufragio para aquellos que la muerte
ha llamado a pasar del tiempo a la eternidad. “Se trata de una noble práctica, la
de rezar por los difuntos –ha enfatizado el Papa- que presupone la fe en la resurrección
de los muertos, según nos han revelado las Sagradas Escrituras, y en particular el
Evangelio”.
Benedicto XI, tras aludir al oráculo de Ezequiel, ha dicho que
éste “exalta la palabra de Dios frente a la cual nada es imposible”, y marca al mismo
tiempo “un decisivo paso en la fe de la resurrección de los muertos. Esta fe encontrará
su cumplimiento en el Nuevo Testamento”. “La Palabra divina, encarnada en Jesús, viene
a habitar en el mundo, que por muchas circunstancias es un valle desolado; solidariza
en plenitud con los hombres y les muestra el alegre anuncio de la vida eterna –ha
proseguido el Santo Padre- Jesús dice también en qué consiste la vida eterna: ‘reconocerte
a ti como único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesús, como Mesías’. Conocer a Jesús
significa conocer al Padre, y conocer al Padre quiere decir entrar en comunión real
con el Origen mismo de la Vida, de la Luz y del Amor”, ha finalizado el Papa.
Como
señalábamos, entre los cardenales fallecidos el Papa ha recordado al español Ángel
Suquía Goicoechea. Con nosotros, el cardenal Antonio Cañizares, arzobispo de Toledo,
que nos habla de la figura de este purpurado que fue Arzobispo de Madrid.