2006-10-20 17:18:02

Mensaje al mundo musulmán al final del Ramadán


Viernes, 20 oct (RV).- El presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, el cardenal Paul Poupard ha enviado un mensaje de augurio al mundo musulmán con ocasión de la fiesta que concluye el mes de ayuno del Ramadán, “para afrontar juntos, en diálogo confiado, los desafíos de nuestro mundo”. El purpurado señala que este “deseo de paz, de tranquilidad y alegría” a los hermanos musulmanes, se hace eco del que Su Santidad Benedicto XVI en persona formuló a los diplomáticos de los países de mayoría musulmana acreditados ante la Santa Sede, al principio del Ramadán.

“Es bonito poder compartir con vosotros este momento significativo en el ámbito de nuestras relaciones de diálogo”, indica el cardenal Poupard. Las circunstancias particulares que hemos afrontado juntos recientemente, muestran también que, si el camino de un diálogo auténtico puede ser tal vez arduo, sin embargo, se hace más necesario que nunca. El mes de Ramadán ha sido asimismo un tiempo de oración y reflexión sobre la difícil situación que está viviendo nuestro mundo. Aun viendo lo que hay de bueno, es imposible no constatar los graves problemas que pesan sobre nuestra época: la injusticia, la pobreza, la violencia y el terrorismo, que constituyen una plaga particularmente dolorosa.

¿No somos tal vez nosotros, como cristianos y musulmanes, -se pregunta el presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso- los primeros llamados a ofrecer nuestra contribución específica para solucionar esta grave situación? Probablemente esté en juego la credibilidad de las religiones, incluso la de los jefes religiosos y la de todos los creyentes. Si no nos situamos como creyentes, muchos se preguntarán acerca de la utilidad de las religiones y sobre nuestra coherencia, en cuanto hombres y mujeres que se postran ante Dios.

Nuestras dos religiones, afirma el purpurado, atribuyen mucha importancia al amor, a la compasión y a la solidaridad. Precisamente en esta ocasión deseo compartir con vosotros el mensaje de la primera encíclica de Su Santidad el papa Benedicto XVI, Deus caritas est (“Dios es amor”). Un amor auténtico a Dios, que es inseparable del amor a los demás.

“El amor, para ser creíble, ha de ser concreto. Es necesario que sea una ayuda ofrecida a todos, comenzando por los más necesitados. El amor verdadero debe ponerse al servicio de la vida de cada día, y en la búsqueda de soluciones justas y pacíficas ante los graves problemas que afectan a nuestro mundo”.

El ayuno que habéis vivido durante todo este mes, además de una dedicación mayor a la oración, os ha hecho todavía más sensibles a las necesidades de los demás, sobre todo de quien pasa hambre. Las dificultades cotidianas y los graves problemas del mundo solicitan nuestra atención y nuestra acción. “Afrontémoslos juntos, con coraje y determinación”, dice el cardenal Paul Poupard. “Allí donde podamos trabajar juntos, no trabajemos separados. El mundo, y nosotros con él, tiene necesidad de cristianos y de musulmanes que se respeten, se estimen y den testimonio de amarse y de trabajar juntos por la gloria de Dios y para el bien de todos los hombres”.








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