Viernes, 20 oct (RV).- El presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso,
el cardenal Paul Poupard ha enviado un mensaje de augurio al mundo musulmán con ocasión
de la fiesta que concluye el mes de ayuno del Ramadán, “para afrontar juntos, en diálogo
confiado, los desafíos de nuestro mundo”. El purpurado señala que este “deseo de paz,
de tranquilidad y alegría” a los hermanos musulmanes, se hace eco del que Su Santidad
Benedicto XVI en persona formuló a los diplomáticos de los países de mayoría musulmana
acreditados ante la Santa Sede, al principio del Ramadán.
“Es bonito poder
compartir con vosotros este momento significativo en el ámbito de nuestras relaciones
de diálogo”, indica el cardenal Poupard. Las circunstancias particulares que hemos
afrontado juntos recientemente, muestran también que, si el camino de un diálogo auténtico
puede ser tal vez arduo, sin embargo, se hace más necesario que nunca. El mes de Ramadán
ha sido asimismo un tiempo de oración y reflexión sobre la difícil situación que está
viviendo nuestro mundo. Aun viendo lo que hay de bueno, es imposible no constatar
los graves problemas que pesan sobre nuestra época: la injusticia, la pobreza, la
violencia y el terrorismo, que constituyen una plaga particularmente dolorosa.
¿No
somos tal vez nosotros, como cristianos y musulmanes, -se pregunta el presidente del
Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso- los primeros llamados a ofrecer
nuestra contribución específica para solucionar esta grave situación? Probablemente
esté en juego la credibilidad de las religiones, incluso la de los jefes religiosos
y la de todos los creyentes. Si no nos situamos como creyentes, muchos se preguntarán
acerca de la utilidad de las religiones y sobre nuestra coherencia, en cuanto hombres
y mujeres que se postran ante Dios.
Nuestras dos religiones, afirma el purpurado,
atribuyen mucha importancia al amor, a la compasión y a la solidaridad. Precisamente
en esta ocasión deseo compartir con vosotros el mensaje de la primera encíclica de
Su Santidad el papa Benedicto XVI, Deus caritas est (“Dios es amor”). Un amor auténtico
a Dios, que es inseparable del amor a los demás.
“El amor, para ser creíble,
ha de ser concreto. Es necesario que sea una ayuda ofrecida a todos, comenzando por
los más necesitados. El amor verdadero debe ponerse al servicio de la vida de cada
día, y en la búsqueda de soluciones justas y pacíficas ante los graves problemas que
afectan a nuestro mundo”.
El ayuno que habéis vivido durante todo este mes,
además de una dedicación mayor a la oración, os ha hecho todavía más sensibles a las
necesidades de los demás, sobre todo de quien pasa hambre. Las dificultades cotidianas
y los graves problemas del mundo solicitan nuestra atención y nuestra acción. “Afrontémoslos
juntos, con coraje y determinación”, dice el cardenal Paul Poupard. “Allí donde podamos
trabajar juntos, no trabajemos separados. El mundo, y nosotros con él, tiene necesidad
de cristianos y de musulmanes que se respeten, se estimen y den testimonio de amarse
y de trabajar juntos por la gloria de Dios y para el bien de todos los hombres”.