Congreso «Vida consagrada y doctrina social: caminos de formación»
Viernes, 13 oct (RV).- Benedicto XVI desea que el encuentro que se inauguró ayer en
el Pontificio Consejo Justicia y Paz «impulse una contemplación cada vez más viva
del icono de Cristo, Príncipe de la paz, suscitando un creciente y generoso compromiso
en la promoción de los valores universales de justicia y solidaridad en el respeto
de los derechos humanos de la persona».
El encuentro, que se clausuró este
viernes, se proponía reflexionar sobre la exigencia intrínseca de la vocación religiosa
y sobre la aportación que puede dar la doctrina social de la Iglesia para «responder
a la humanidad que clama en favor de la justicia social, la paz y la salvaguarda de
la creación». En la apertura de los trabajos se leyó un telegrama, enviado por el
Cardenal Secretario de Estado, Tarcisio Bertone, expresando, precisamente, el anhelo
del Papa y dirigido a los participantes en esta cita dedicada al tema «Vida consagrada
y doctrina social: caminos de formación».
«Los religiosos y las religiosas,
poniéndose totalmente al servicio de la caridad de Cristo hacia el hombre y el mundo,
anticipan y muestran en sus vidas aquella humanidad nueva que es símbolo de la civilización
del amor, que la doctrina social de la Iglesia quiere propiciar y promover», señaló,
en la presentación de este encuentro, el presidente del Pontificio Consejo Justicia
y Paz, cardenal Renato Martino.
Sumándose a esta iniciativa, el prefecto de
la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica,
cardenal Franc Rodé, envió también un mensaje, subrayando que «la escucha atenta de
lo que resuena en la invocación de cada pueblo en favor de la paz, la justicia y
la libertad, ha hecho brotar desde siempre en el corazón de la Iglesia y de cuantos
siguen plenamente a Cristo la exigencia de una respuesta, de gestos concretos y visibles,
en los cuales es posible reconocer las semillas de un futuro de esperanza».
Ante
los actuales escenarios de guerras, destrucciones e injusticias evidentes y ante los
nuevos muros de racismo y de miedo, levantados por el terrorismo, la religiosa salesiana
Sor Enrica Rosanna, subsecretaria del dicasterio pontificio para los religiosos, evocó
el camino que tantos consagrados y consagradas cumplen cada día, aun arriesgando su
propia vida. Como ocurrió recientemente con dos misioneros italianos, Don Andrea
Santoro y Sor Leonella Sgorbati, que murieron testimoniando «la paz, la tolerancia,
el diálogo y la redención social. Destellos de luz en la noche oscura de los pueblos,
faros generadores de la esperanza cristiana».
También intervino el fundador
de la Comunidad de San Egidio, Andrea Riccardi, quien se refirió a los «itinerarios
de santidad social de las personas consagradas en los siglos XIX y XX». Y el Padre
Enrique Colom, de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, destacó «el significado
teológico y espiritual de la relación entre vida consagrada y doctrina social de la
Iglesia».