Jornada mundial del Hábitat: «Ciudad como encrucijada de culturas y proyecto multicultural»
Martes, 3 oct (RV).- Benedicto XVI recordó, el pasado domingo, en la cita para el
rezo mariano del Ángelus, la importancia de la Jornada Mundial de los Asentamientos
Humanos, promovida por Naciones Unidas. Señalando que «el rápido proceso de urbanización
representa uno de los problemas más graves del siglo XXI, el Santo Padre manifestó
su apoyo a cuantos trabajan en ámbito local e internacional, por asegurar condiciones
dignas de vida para las personas que viven en las zonas periféricas degradadas de
las ciudades.
En el marco de esta celebración, el arzobispo Agostino Marchetto,
secretario del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes,
intervino ayer en la ciudad italiana de Nápoles. Recordando el tema de este año, «La
ciudad, imán de esperanza», el prelado reflexionó en su alocución sobre la «Ciudad
como encrucijada de culturas y proyecto multicultural».
Tras hacer hincapié
en que la presencia de personas de diferentes culturas que viven en el mismo territorio
es cada vez más frecuente, Mons. Marchetto se refirió al rápido crecimiento del fenómeno
migratorio hacia las zonas industriales y las metrópolis, que da vida a un «pluralismo
cultural y religioso, quizá nunca experimentado hasta ahora»
¿Cómo es posible
desarrollar en esta encrucijada de culturas un proyecto intercultural ligado estrechamente
con la humanización de la sociedad?", preguntó el secretario del Pontificio Consejo
para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes, subrayando luego que «es necesario
encontrar el equilibrio entre la identidad propia y el reconocimiento de la ajena»,
apreciando los valores propios, pero conscientes de que «toda cultura, al ser un producto
típicamente humano e históricamente condicionado, implica también límites».
Mons.
Marchetto lamentó que algunas veces el relativismo cultural, provocado por la globalización,
ha llevado consigo «conflictos, dando origen a fundamentalismos de todo tipo. En este
contexto, el prelado reiteró la necesidad de impulsar el diálogo sincero, en el respeto
recíproco entre todas las culturas, promoviendo la convivencia armoniosa de los pueblos.
Sin olvidar nunca el respeto de los derechos humanos inalienables, en la tutela de
la propia identidad.
«La Pastoral de la Calle» El secretario del Pontificio
Consejo para los Migrantes e Itinerantes se refirió también en su intervención a otro
tema que centra la atención de su dicasterio. El de las personas sin hogar. Vivir
en la calle –dijo Mons. Marchetto - al contrario de cuanto se cree, no siempre es
una elección. (...) Los que no tienen casa viven en condición de gran vulnerabilidad,
y esta situación se vuelve a menudo en el inicio de una pérdida progresiva de los
derechos. Es difícil tener asistencia, es casi imposible encontrar trabajo, no se
consiguen documentos de identidad.
El arzobispo recordó que estos pobres -
entre los que se encuentran emigrantes, jubilados, personas sin empleo y enfermos
- «se convierten en una multitud sin nombre ni voz, incapaz de defenderse o de encontrar
recursos para mejorar su futuro». «Son personas, en condiciones de necesidad y malestar
cuya dignidad no se puede pasar por alto», advirtió Mons. Marchetto, señalando luego
que las intervenciones en favor de la tutela de la dignidad de todos ellos ser innovadoras,
teniendo en cuenta sus verdaderas necesidades e impulsando sus capacidades.