Benedicto XVI alienta la investigación científica por el bien de la humanidad, en
el respeto de los derechos fundamentales del ser humano en todos los estadios de su
existencia
Sábado, 16 sep (RV).- «Cuando la ciencia se aplica en el alivio del sufrimiento y
cuando, por este camino, descubre nuevos recursos, se demuestra dos veces rica en
humanidad». Lo ha reiterado Benedicto XVI, destacando asimismo que la investigación
sobre las células estaminales somáticas - es decir adultas - «merece aprobación y
aliento cuando conjuga felizmente el saber científico, la tecnología más avanzada
en ámbito biológico y la ética que postula el respeto del ser humano en cada estadio
de su existencia».
En su discurso a los participantes en el Congreso Internacional
sobre el interrogante que plantean las células estaminales en el futuro de la medicina,
organizado por la Pontificia Academia para la Vida, el Papa ha manifestado su alegría
por este encuentro y su apoyo a todos los científicos que se dedican a la investigación
científica, con el fin de lograr terapias contra las enfermedades que afligen a la
humanidad.
«Las perspectivas abiertas por este nuevo capítulo de la investigación
son, en sí mismas, fascinadoras, porque dejan percibir la posibilidad de curar enfermedades
que conllevan la degeneración de los tejidos, con los consiguientes riegos de invalidez
y de muerte para los que las padecen ¿Cómo no sentir el deber de alabar a cuantos
se aplican en esta investigación y a cuantos sostienen su organización y costes?».
Además
de exhortar a las estructuras científicas que comparten los principios de la Iglesia
católica «a incrementar este tipo de investigación y a fortalecer sus relaciones entre
ellas y con cuantos persiguen, como es debido el alivio del sufrimiento humano», Benedicto
XVI se ha referido a algunas acusaciones injustas contra la misma Iglesia:
«Permitidme
también reivindicar - ante algunas frecuentes e injustas acusaciones de insensibilidad
dirigidas en contra de la Iglesia - el constante apoyo que la misma ha dado en el
curso de su bimilenaria historia a la investigación que se propone curar las enfermedades
y el bien de la humanidad. Si ha habido alguna resistencia – y todavía la hay – ésta
se refiere a aquellas formas de investigación que prevén la programada supresión de
seres humanos ya existentes, aunque todavía no hayan nacido».
«En estos casos,
la investigación, prescindiendo de los resultados de utilidad terapéutica, no se pone
verdaderamente al servicio de la humanidad», ha enfatizado el Santo Padre reiterando
luego lo que ya escribió antes de su elección pontificia: «... nadie puede disponer
de la vida humana. Se debe establecer un límite insuperable a las posibilidades que
tenemos de obrar y experimentar. El hombre no es un objeto del que podemos disponer,
sino que cada individuo representa la presencia de Dios en el mundo» (J. Ratzinger,
Dio e il mondo, pag. 119).
Benedicto XVI ha hecho hincapié en el respeto de
los fundamentales derechos del ser humano también en el sector de la investigación
científica, pues «los fines buenos nunca pueden justificar medios intrínsecamente
ilícitos»: «Ante la supresión directa del ser humano no puede haber pactos ni tergiversaciones;
no se puede pensar que una sociedad pueda combatir eficazmente el crimen cuando la
misma legaliza el delito contra la vida naciente».