Lunes, 11 sep (RV).- Hoy se celebra un terrible aniversario. Cinco años han pasado
desde que millones de personas en todo el mundo se quedaran petrificadas ante sus
televisores viendo como Estados Unidos era víctima de un ataque terrorista sin igual.
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el programa
El 11 de septiembre de 2001 el terror sacudió el corazón
de Occidente. Las torres gemelas de Nueva York reducidas a escombros y el Pentágono
seriamente dañado fueron las imágenes que se quedaron grabadas en las retinas de la
humanidad. Una oleada de atentados perpetrados con cuatro aviones de pasajeros lanzados
contra los edificios más característicos del poder económico y militar norteamericano,
son las imágenes que todavía hoy podemos recordar.
La Iglesia condenó duramente
estos atentados, y el primero en hacerlo fue Papa Juan Pablo II quien calificó dichos
actos como “una terrible afrenta contra la humanidad”. “El corazón del hombre es un
abismo del que brotan a veces planes de inaudita atrocidad, capaces de destruir en
unos instantes la vida serena y laboriosa de un pueblo. Pero la fe sale a nuestro
encuentro en estos momentos en los que todo comentario parece inadecuado. La palabra
de Cristo es la única que puede dar una respuesta a los interrogantes que se agitan
en nuestro espíritu. Aun cuando parecen dominar las tinieblas, el creyente sabe que
el mal y la muerte no tienen la última palabra. Aquí se funda la esperanza cristiana;
aquí se alimenta, en este momento, nuestra confianza apoyada en la oración”.
El
abismo al que hacía referencia Juan Pablo II es el mismo que definió el que en ese
momento era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal Joseph
Ratzinger, quien parafraseando a san Agustín señaló que “podríamos decir que hoy vemos
más claramente el abismo que el hombre tiene ante sí”. El que hoy es Papa Benedicto
XVI ponía de relieve, del mismo modo que lo está haciendo a través de su Pontificado,
la importancia de “ir a las raíces de los valores anunciados por las diferentes religiones,
ya que es aquí donde puede empezar el verdadero diálogo interreligioso.”
En
el programa de hoy queremos recordar las palabras de Benedicto XVI mientras analizaba
lo ocurrido el 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, ya que desde que ocurrieran
los atentados el mundo no ha conseguido dar un paso adelante para frenar el asesinato
de inocentes, y día a día se siguen produciendo violentas muertes. “La Iglesia tiene
una responsabilidad universal, una responsabilidad misionera para anunciar la nueva
evangelización –decía el cardenal Razinger- Forma parte de esta tarea la llamada a
las raíces cristianas de Europa. Es más, la Iglesia debe echar mano de todas sus energías
creativas para hacer que no disminuya la fuerza viva y atrayente del Evangelio”. Esto
es sin duda lo que puede llevarnos por el camino de la paz, del entendimiento y de
la solidaridad, porque el 11 de septiembre de 2001, se perdieron demasiadas vidas
de inocentes, y la solución no es la guerra –como estamos viendo que queda demostrado-
sino un trabajo desde dentro, desde los valores fundamentales que tienen que estar
orientados hacia una cultura de la vida y no de la muerte.
El programa de hoy,
dedicado a la memoria de todas aquellas personas que fallecieron en los atentados
de las torres gemelas de Nueva York y a todas aquellas que han perdido la vida en
atentados terroristas, lo queremos terminar con la oración lanzada por Juan Pablo
II en aquella ocasión: “¡Oh Dios omnipotente y misericordioso, no te puede comprender
quien siembra la discordia, no te puede acoger quien ama la violencia!: mira nuestra
dolorosa situación humana probada por crueles actos de terror y muerte, conforta a
tus hijos y abre nuestros corazones a la esperanza, para que nuestro tiempo pueda
conocer todavía días de serenidad y paz. Por cristo, nuestro Señor, Amén”.