El Papa denuncia en Múnich que la verdadera amenaza para la identidad cultural no
proviene de la fe cristiana, sino del desprecio de Dios en Occidente y del cinismo
que considera mofarse de lo sagrado como un derecho de la libertad
Domingo, 10 sep (RV).- Benedicto XVI ha denunciado en Múnich la “sordera” del hombre
que no escucha a Dios, lo que puede llevar a la “reducción preocupante de nuestras
vidas”. Durante la Santa Misa celebrada esta mañana el Papa ha llamado la atención
a la Iglesia alemana para que no pierda de vista la necesidad de Evangelización que
está unida a la ayuda social, ya que si se separan “nos alejamos cada vez más de la
reconciliación, y del compromiso común para conseguir la justicia y el amor”.
Benedicto
XVI ha celebrado esta mañana ante miles de fieles la Santa Misa y el Ángelus en la
“Neue Messe” (Nueva Feria) de Munich. Una ceremonia marcada por el mensaje que el
Papa ha querido lanzar llamando la atención sobre la necesidad de escuchar a Dios
ante “la sordera que parece afectar al hombre de hoy”.
“No existe sólo la sordera
física que excluye al hombre fuera de la vida social. Existe una debilidad de oído
en relación a Dios que sufrimos especialmente en nuestros días. Nosotros simplemente
no conseguimos escucharle. Con la debilidad de oído o incluso la sordera en relación
a Dios se pierde naturalmente también la capacidad de hablar con Él o a Él. Nuestros
sentidos interiores corren el peligro de apagarse. El horizonte de nuestra vida se
reduce así de forma preocupante”.
El Obispo de Roma ha querido llamar también
la atención durante su homilía, de la carencia de espíritu evangelizador que existe
en las Iglesias alemanas. Recordando sus encuentros con los obispos de todo el mundo,
el Papa ha señalado la preocupación mostrada especialmente por los obispos africanos
quienes encuentran las puertas abiertas ante proyectos sociales, pero a la hora de
hablar de Evangelización estas mismas puertas se cierran.
“La ayuda social
y el Evangelio son inseparables. Donde sólo llevamos a los hombres conocimiento, habilidad,
capacidad técnica e instrumentos, allí llevamos demasiado poco. Entonces enseguida
sobrevienen mecanismos de violencia, y la capacidad de destruir y de matar se convierte
en la capacidad principal para conseguir el poder. De este modo nos alejamos cada
vez más de la reconciliación, y del compromiso común para conseguir la justicia y
el amor”.
En este sentido el Papa ha señalado cómo las poblaciones de África
y de Asia se admiran de las prestaciones técnicas de Occidente, pero que al mismo
tiempo “se asombran de cómo este tipo de razón excluye totalmente a Dios de la visión
del hombre queriendo imponer este tipo de razón a las demás culturas”. “La verdadera
amenaza para su identidad no proviene de la fe cristiana –ha exclamado el Papa- sino
del desprecio de Dios y del cinismo que considera mofarse de lo sagrado como una premisa
de libertad, elevando la utilidad al criterio supremo moral para los éxitos futuros
de la investigación”.
De ahí que el Obispo de Roma haya señalado que “la tolerancia
que necesitamos de forma urgente comprende el temor de Dios, el respeto de lo que
para los demás es sagrado”, porque este respeto a lo que los demás consideran sagrado
“presupone que nosotros mismos aprendamos nuevamente del temor de Dios”.
A
la misa asistieron más de 250.000 fieles, en su mayoría bávaros, que se concentraron
desde primeras horas de la mañana en el recinto ferial de la ciudad alemana de Múnich,
donde Benedicto XVI ofició la misa al aire libre. El Papa inició la ceremonia dirigiéndose
a los bávaros con el ''Gruss Gott'', el saludo típico de la región que significa Dios
te saluda. Y la imponente muchedumbre lo aclamó con ovaciones y el grito de Benedetto.
El inicio de la Santa Misa fue reconocido por el sonar de la campana que le regaló
el seminario de San Miguel de Traunstein al Papa.
El sol radiante y las altas
temperaturas favorecieron la llegada temprana de las primeras decenas de miles de
personas, mientras la policía y servicio de orden organizaban la llegada de los aproximadamente
3.000 autobuses en los que viajaba el grueso de los fieles. Entre los fieles procedentes
de distintas diócesis de toda Alemania vinieron también de Austria otros tres mil
peregrinos. Fuentes policiales indicaron que todo había transcurrido a la perfección
y que, pese al alto número de asistentes, no ha habido apenas embotellamientos en
los accesos al recinto ferial, en las afueras de la capital bávara.
Entre los
10 cardenales presentes destaco el cardenal francés Jean Marie Lustiger de París,
el cardenal Frederic Etsou de Kinshasa, República Democrática del Congo y el cardenal
Stanislao Dziwisz de Cracovia junto a otros 50 obispos auxiliares que concelebraron
la eucaristía con el Papa. Entre los obispos presentes, dos del Ecuador, el país hermanado
con la archidiócesis de Múnich-Freising.
En su homilía el Papa se dirigió
sobre todo a la Iglesia católica alemana. Benedicto XVI dijo que las tres lecturas
hablan de Dios como centro de la realidad y como centro de nuestra vida personal.
“Aquí esta vuestro Dios”. Nos quieren guiar hacia Dios, llevándonos sobre la recta
vía. Con el tema de Dios se conecta también el tema social: nuestra responsabilidad
recíproca, nuestra responsabilidad por la supremacía de la justicia y del amor en
el mundo.
Esto lo explica en manera dramática en la segunda lectura, en donde
Jacobo un pariente estrecho de Jesús, nos habla. Se dirige a una comunidad, se dirige
a una comunidad en la que se comienza a ser soberbios ya que en esta comunidad hay
también personas de bien y distinguidas mientras que existe el peligro que la preocupación
por los derechos de los pobres no se considera. El amor al prójimo, que en primer
lugar es solicitud por la justicia, es la piedra de comparación por la fe y por el
amor de Dios. Jacobo la llama, ley real dejando apreciar la palabra preferida de Jesús:
la realeza de Dios, el dominio de Dios. Esto no indica que vendrá cualquier reino
sino que significa que Dios debe convertir la fuerza determinante por nuestra vida
y nuestro actuar.
Al momento de del Evangelio que cruenta la curación de un
sordomudo por parte de Jesús, también allí se encuentran dos aspectos del único tema.
Jesús se dedica a los sufrientes a aquellos que han sido empujados a los márgenes
de la sociedad. Los cura, y les abre de esta manera la posibilidad de vivir y decidir
juntos, los introduce en la igualdad y en la fraternidad. Esto tiene que ver con cada
uno de nosotros, Jesús nos indica la dirección de nuestro actuar. Toda la narración
del Evangelio presenta una dimensión aún más profunda que los Padres de la Iglesia
han subrayado con insistencia y que tiene que ver en manera especial también con cada
uno de nosotros.
Los Padres hablan de los hombres y para los hombres de su
época, pero lo que dicen nos toca en una nueva forma también a nosotros. No es solamente
la sordera física, que aleja al hombre en gran parte de la vida social, existe una
debilidad el oído respecto a Dios que sufrimos especialmente en esta época.
Nosotros
simplemente no logramos escucharlo, son demasiadas las diversas frecuencias que ocupan
nuestros oídos. Lo que se dice de Él nos parece pre-científico, no más adapto para
nuestra época. Con la debilidad del oído o incluso la sordera frente a Dios se pierde
naturalmente también nuestra capacidad de hablar con Él o hablar con Él. De esta manera
hace falta una percepción decisiva. Nuestros sentidos interiores corren el peligro
de apagarse, esta percepción se restringe después en forma dramática y peligrosa
afectado la relación con la realidad. El horizonte de nuestra vida se reduce en manera
preocupante.
El Evangelio nos cuenta que Jesús pone los dedos en las orejas
del sordomudo puso un poco de su saliva en la lengua del enfermo y dijo en arameo
"Effatà" – "Abrete!" esto que se narra es algo único y sin embargo no pertenece a
un pasado lejano: es lo mismo que hace Jesús en forma nueva y continuamente hoy día.
En el bautismo Él ha cumplido en cada uno de nosotros este gesto de tocar y nos ha
dicho Abrete! , para ser capaces de escuchar a Dios y volver a darnos de esta manera
la posibilidad de hablar con Él. Pero este evento el Sacramento del Bautismo no tiene
nada de mágico. Nos abre el camino.
El Evangelio nos invita a enterarnos que
existe en nosotros un déficit sobre nuestra capacidad de percepción, una falta que
inicialmente no advertimos como tal porque todo el resto nos empuja por su urgencia
y racionalidad, porque aparentemente todo procede en modo normal, también si no tenemos
más oídos y ojos para Dios y vivimos sin Él. La Iglesia católica en Alemania es grandiosa
en sus actividades sociales, en su disponibilidad para ayudar donde sea necesario.
El Obispo de Roma denunció, relatando lo que le han contado obispos de África, y el
Báltico que Alemania, cuando se trata de ayudar a proyectos sociales siempre está
dispuesta, pero cuando se trata de proyectos de evangelización "surgen las reservas".
Benedicto XVI aseguró que sin embargo el hecho social y el Evangelio son inseparables.
El
Papa afirmó también que los pueblos africanos y asiáticos no consideran al cristianismo
una amenaza para su identidad, sino que esa amenaza la ven en el pensamiento occidental
que excluye totalmente a Dios del hombre e intenta imponerlo a sus culturas. Aseguró
que el mundo necesita a Dios, pero que el hombre no le escucha, "se ha vuelto sordo",
y que "todo lo que se habla de Él parece anterior a la ciencia, no adaptado a los
tiempos actuales". "Llevar a los hombres sólo conocimientos, habilidades y técnica
es darle demasiado poco, ya que inmediatamente surgen los mecanismos de violencia
y la capacidad de destruir y de matar se convierten en la manera prevalente para alcanzar
el poder. De esa manera se aleja cada vez la reconciliación y el compromiso común
por la justicia y el amor", afirmó el Papa.
El Papa agregó que las poblaciones
de Asia y África admiran las prestaciones técnicas de Occidente y su ciencia, pero
que al mismo tiempo "se asustan ante un tipo de razonamiento que excluye totalmente
a Dios de la visión del hombre, considerando esa la forma más sublime de la razón,
de imponer también a esas culturas". "La verdadera amenaza para su identidad no la
ven en el cristianismo, sino en el desprecio de Dios y en cinismo que considera el
desprecio de lo sagrado un derecho de libertad y eleva lo útil a supremo criterio
moral para los futuros éxitos de la investigación", aseguró el Papa.
Benedicto
XVI subrayó que ese "cinismo" no es el tipo de tolerancia y de apertura cultural que
los pueblos esperan y todos los hombres desean. Según el Papa, la tolerancia que "urgentemente"
necesita el hombre comprende el temor de Dios, "que debe aprender nuevamente", y el
respeto de lo que para otros es sagrado. Manifestó que ese sentido del respeto se
regenerará en el mundo occidental "solo si crece de nuevo la fe en Dios, si Dios está
de nuevo presente para nosotros y en nosotros". Benedicto XVI agregó que la fe no
se impone a nadie, que el proselitismo es contrario al cristianismo y que la fe se
puede desarrollar sólo en libertad.
Tras abogar por que la justicia y el
amor se conviertan en fuerza decisivas en el orden mundial, el Papa reiteró que el
mundo necesita a Dios y que "su venganza llegará". "Su 'venganza' es la cruz, el 'no'
a la violencia, el amor hasta el fin. Ese es el Dios del que tenemos necesidad", aseguró
Benedicto XVI. El Papa también tocó problemas sociales como el sida y dijo que para
combatirlo hay que afrontar "de verdad" sus causas profundas y curar a los enfermos
con la debida atención y cariño.
Al momento del Ángelus, el Papa recordó que
la Baviera está consagrada a la Virgen, y lo recordó en la oración mariana. Un testimonio
de esto, dijo, son los centenares de iglesias y santuarios dedicados a Ella. Son lugares
donde todo el año llegan numerosos peregrinos para confiarse al amor materno y querido
de María. Aquí en Múnich, dijo el centro de la ciudad se eleva con la Mariensaule,
delante la cual, hace 390 años Baviera fue confiada solemnemente a la protección de
la Madre de Dios y donde, dijo, “también yo ayer he implorado nuevamente la bendición
de la patrona Bavariae para la ciudad y el país”.
Por último el Papa recordó
cual podría ser la enseñanza de la Virgen para el hombre de hoy, María es y permanece
la sierva del Señor que nunca se pone al centro sino que quiere guiarnos hacia Dios,
quiere enseñarnos un estilo de vida en el cual Dios es reconocido como centro de la
realidad y de la misma vida personal, es necesario dijo, para la vida de cada uno
y para la convivencia serena y pacífica entre los hombres poder ver a Dios como centro
de la realidad y como centro de nuestra vida personal.
Un ejemplo por excelencia
ha sido el de la María la madre del Señor, ella durante toda su vida terrena fue la
Mujer de la escucha, la Virgen con el corazón abierto hacia Dios y hacia los hombres.
Y esto los fieles lo han entendido desde los primeros siglos del Cristianismo y por
tanto en cada uno de ellos surge la necesidad y la tribulación se han dirigido a ella
con confianza, invocando su ayuda y su intercesión ante Dios. Por supuesto el santuario
de Altötting, fue mencionado por el Papa donde mañana se dirigirá en peregrinación.
Allí –dijo- tendré la alegría de inaugurar la nueva capilla de la Adoración que justo
en ese lugar es un signo elocuente del papel de María