Mensaje del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes para
la Jornada Mundial del Turismo 2006: Los viajes impulsan el encuentro entre los pueblos
Sábado, 26 ago (RV).- Se ha hecho público el mensaje del Pontificio Consejo para la
Pastoral de los Migrantes e Itinerantes con motivo de la Jornada Mundial del Turismo
2006, que se celebra el próximo 27 de septiembre con el lema: «El turismo es riqueza».
El cardenal Renato Martino y monseñor Agostino Marchetto, respectivamente presidente
y secretario de este dicasterio vaticano, saludan con afecto a todos los que trabajan
en el sector del turismo y extienden sus parabienes a los turistas y a cuantos los
acogen con «trato humano, amable y, para muchos, también cristiano».
Tras señalar
las numerosas implicaciones y repercusiones enlazadas con el fenómeno turístico, que
va creciendo cada vez más y que tiene múltiples facetas, el mensaje hace hincapié
en las importantes posibilidades de encuentro y reciprocidad que se abren en los viajes.
Viajes que pueden ser de recreo, de negocios, de reencuentro con los seres queridos
o que, como para un gran número de personas, representan experiencias de enriquecimiento
espiritual.
El turismo es riqueza «precisamente en la medida en que nos ayuda
a relativizar los sistemas llamados ‘ricos’ y nos abre a la percepción de otras formas
de ‘ser ricos’. «Los pueblos se encuentran en un movimiento turístico imparable»,
recuerda el mensaje del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes,
poniendo de relieve el anhelo de que se fortalezcan cada vez más los sentimientos
de solidaridad hacia los pueblos necesitados y destacando el enriquecimiento recíproco
que se impulsa «cuando se abren las ventanas de un sistema, favoreciendo el acceso
a los tesoros culturales, históricos, naturales, estéticos, humanos y espirituales
que cada pueblo conserva más o menos celosamente».
«El contacto con el otro
lleva, más bien, a descubrir su ‘secreto’, a abrirse a él para aceptar sus aspectos
válidos y contribuir así a un conocimiento mayor de cada uno. Es un proceso largo,
encaminado a formar sociedades y culturas, haciendo que sean cada vez más reflejo
de los multiformes dones de Dios a los hombres». Con estas palabras del Siervo de
Dios Juan Pablo II, el mencionado mensaje destaca asimismo la importancia del patrimonio
cultural que se evidencia en la historia de todos. Como podemos admirar en «los campanarios
y minaretes, en los fescos y en las pirámides, en los puentes y en los satélites espaciales...
Es riqueza sin límites que pertenece a todos, patrimonio común de la humanidad...»
No
sólo en lo que se refiere al trabajo humano, sino también a la ‘memoria’ de los lazos
que nos unen a las generaciones pasadas, que estructuran la historia de la humanidad.
«El turismo revela una riqueza universal, que no rechaza al hombre, sino que conserva
sus huellas» y sostiene al mismo hombre, creado por Dios a su imagen y semejanza,
y que constituye el patrimonio más precioso, puesto que -como señala Benedicto XVI
en su encíclica Deus caritas est– es «fruto del Amor de la comunidad Eterna».
«Nadie
es copia, todos somos piezas únicas y no el resultado de una clonación: somos la expresión
de la vida de Otro que es la Vida... Todos llevamos el sello del misterio y cada uno
está marcado por el deseo de Absoluto, marca de fabricación que indica que Dios nos
ha hecho a su imagen y semejanza», reitera el mensaje del Pontificio Consejo para
la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes, que concluye señalando que «el viaje,
el encuentro con los demás lugares y culturas, se presenta de este modo como un nuevo
amanecer, una riqueza ofrecida en el rostro de cada hermano y hermana, don permanente
y perenne de Dios, que se hace peregrino y que visita a cada uno con el rostro de
Jesús, su Hijo bendito».