Viernes, 25 ago (RV).- Luís nació el 25 de abril de 1214, en Poissy, cerca de París.
Sus padres eran el rey Luis VIII y Blanca de Castilla. A los 12 años quedó huérfano
de padre, y su madre Blanca asumió el mando del país mientras el hijo llegaba a mayoría
de edad. Al cumplir sus 21 años fue coronado como rey, con el nombre de Luís IX. A
los 19 años contrajo matrimonio con Margarita, una mujer virtuosa que fue durante
toda su vida su más fiel compañera y colaboradora. Su matrimonio fue verdaderamente
feliz. Tuvo cinco hijos y seis hijas. Sus descendientes fueron reyes de Francia mientras
ese país tuvo monarquía, es decir, hasta el estallido de la revolución francesa.
San
Luís fue siempre un guerrero hábil, inteligente y valeroso, pero supremamente generoso
con los vencidos. Estaba siempre dispuesto a pactar la paz con sus enemigos tan pronto
como ellos lo deseaban. Decía que sólo hacía la guerra por defender la patria, pero
nunca por atacar a los demás. Pocos gobernantes en la historia han sido tan amigos
de la religión católica como el rey san Luís. Le agradaba mucho ir a los conventos
a rezar con los religiosos y asistir con ellos a las ceremonias religiosas.
De
entre sus leyes especiales, san Luís prohibió la usura y erradicó la nefasta costumbre
de maldecir, mandaba dar fuertes castigos a quienes sorprendía maldiciendo en público.
Sabiendo que era un hombre extraordinariamente piadoso, le hicieron llegar desde Constantinopla
la Corona de Espinas de Jesús, y él entusiasmado le mandó construir una lujosa capilla
para venerarla. Y al saber que la Tierra Santa donde nació y murió Jesucristo, era
atacada por los mahometanos, dispuso organizar un ejército de creyentes para ir a
defender el país de Jesús. Organizó una buena armada y en 1247 partió para Egipto,
donde estaba el fuerte de los mahometanos. Allí combatió heroicamente contra los enemigos
de la religión católica, los derrotó y se apoderó de la ciudad de Damieta. Pero poco
después, una epidemia acabó con la vida de muchos de sus soldados y el mismo rey fue
hecho prisionero. Finalmente la ciudad conquistada tuvo que ser devuelta para la liberación
del rey.
En los tiempos de su reinado fue fundada en París la famosísima
Universidad de la Sorbona. Construyó un hospital para ciegos, que llegó a albergar
a 300 enfermos. Además, cada día invitaba a almorzar a su mesa a 12 mendigos y mandaba
repartir en las puertas de su palacio, ropas a centenares de pobres que llegaban a
suplicar ayuda. Tenía una lista de gentes muy pobres pero que les daba vergüenza pedir
(pobres vergonzantes) y les mandaba ayudas secretamente, sin que los demás se dieran
cuenta. Sentía un enorme deseo de lograr que los países árabes se volvieran católicos.
Por eso fue con su ejército a la nación de Túnez a tratar de lograr que esas gentes
se convirtieran a nuestra religión. Pero allá le sorprendió su última enfermedad,
el tifo negro. Murió el 25 de agosto de 1297 después de recibir los santos sacramentos,
sus últimas palabras fueron: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. El Papa
Bonifacio VIII lo declaró santo en el año 1297.