2006-07-31 12:23:01

IV Jornada Asiática de la Juventud: “Juventud, esperanza de las familias asiáticas”


Lunes, 31 jul (RV).- “Juventud, esperanza de las familias asiáticas”. Así reza el lema de la IV Jornada Asiática de la Juventud inaugurada en Hong Kong el pasado viernes 28 de julio y que se prolongará hasta el próximo sábado 5 de agosto. Esta iniciativa, promovida por la Federación de las Conferencias Episcopales de Asia quiere poner de relieve el papel de la familia en una sociedad como la asiática, siguiendo el camino trazado por Benedicto XVI en el pasado V Encuentro Mundial de las Familias celebrado en Valencia, España.

Los Obispos asiáticos llaman a través de este mensaje -“Juventud, esperanza de las familias”- a todos los jóvenes a vivir en la plenitud del Reino de Dios, como signo de esperanza y de felicidad en medio de la pobreza. “La esperanza cristiana –escriben los obispos asiáticos- se ve alimentada por la fe de la presencia del Señor, que acompaña y apoya al hombre compartiendo dificultades y desafíos”, este es el mensaje esperanzador que desde la Federación de las Conferencias Episcopales de Asia se quiere transmitir a todos los jóvenes que participan en este importante encuentro.

Los obispos de este continente exhortan en su mensaje a que las familias asiáticas “crean profundamente en los jóvenes, queridos y amados como don de Dios”, porque los jóvenes “pueden –como señaló también Benedicto XVI en el pasado Encuentro Mundial de las Familias- ejercer un papel fundamental a la hora de reforzar la relación de amor y comprensión en el interior de la familia, promoviendo el diálogo y la solidaridad con familias de tradiciones y religiones diferentes”.

En la reflexión realizada por los prelados durante esta IV Jornada Asiática de la Juventud, los jóvenes se convierten, al igual que lo hicieron durante las pasadas Jornadas Mundiales de la Juventud celebradas por Juan Pablo II y por Benedicto XVI, en el “motivo de esperanza para las familias marginadas y desesperadas, siendo ellos los que mantienen su confianza en el Señor y su fidelidad a los ideales de verdad y bondad propios de su edad”.

Y es que estas jornadas asiáticas de la juventud serán un nuevo impulso, como lo manifiestan los propios obispos asiáticos, “para construir una comunidad de esperanza y de amor, siendo ellos quienes se conviertan en la esperanza de los pobres y de los oprimidos, suscitando la chispa de la esperanza en otras fes religiosas”.

En definitiva, la familia es un organismo vivo, como manifestó Benedicto XVI, en el que se realiza un recíproco intercambio de dones. Lo importante es que nunca falte la Palabra de Dios, que mantiene viva la llama de la fe. Con un gesto particularmente significativo, durante el rito del Bautismo, el padre o el padrino enciende una vela en el gran Cirio pascual, símbolo de Cristo resucitado y a continuación, el celebrante dice: «A vosotros padres y padrinos, se os confía el encargo de velar por esta luz, para que este niño, iluminado por Cristo, viva siempre como hijo de la luz». Ese gesto, en el que subyace todo el sentido de la transmisión de la fe en la familia, para que sea auténtico, tiene que estar precedido y acompañado por el compromiso de los padres de profundizar en el conocimiento de la propia fe, reavivando la llama con la oración y la asidua práctica de los sacramentos de la Confesión y de la Eucaristía.
Nos despedimos recordándoles uno de los deseos de Benedicto XVI: “Que las familias del mundo sean auténticas comunidades de amor y de vida, en las que la llama de la fe se transmita de generación en generación”.








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