El obispo de Aosta destaca la doble dimensión de reposo y oración que han marcado
los días del Papa en Les Combes
Viernes, 28 jul (RV).- Benedicto XVI se trasladará en avión desde el Valle italiano
de Aosta rumbo al aeropuerto romano de Ciampino, donde está previsto que llegue a
las seis y media de esta tarde y desde donde se dirigirá al Palacio Pontificio de
Castelgandolfo. Desde este domingo, 30 de julio, el Santo Padre dirigirá el rezo mariano
del Ángelus desde Castelgandolfo y, a partir del próximo miércoles 2 de agosto, el
Papa reanudará sus acostumbradas Audiencias Generales.
Benedicto XVI se despide
pues esta tarde de la localidad de Les Combes, en el Valle italiano de Aosta, donde
solía acudir el Siervo de Dios Juan Pablo II y a donde había llegado el pasado 11
de julio para transcurrir, por segundo año consecutivo, unos días de descanso, sin
olvidar a los que sufren y manteniendo siempre viva su preocupación por la paz, en
particular ante el conflicto en Oriente Medio.
Además de rezar él mismo por
la paz y de convocar una jornada mundial de oración y penitencia –pidiendo el cese
inmediato del fuego, la creación de corredores humanitarios y reiterando los derechos
de los libaneses, de los israelíes y de los palestinos- Benedicto XVI no deja de invitar,
en todo momento, a todos los creyentes a elevar ruegos al Señor para implorar precisamente
el don de la paz. Recordando, en especial, que ante la dramática situación en Oriente
Medio, los cristianos tenemos la misión de impulsar la paz y de testimoniar al mundo
que la violencia se vence con el amor y la caridad, gracias al mensaje de esperanza
y de no violencia de Jesucristo.
Monseñor Giuseppe Anfossi, obispo de Aosta,
ha querido destacar ante los micrófonos de Radio Vaticano, la doble dimensión de
reposo y de oración que caracterizan estos días que el Pontífice ha transcurrido en
Les Combes, señalando que “al unir el tiempo de reposo y las preocupaciones nos enseña
que la dimensión del reposo y la dimensión de la profundización, la fe, la oración
intensa son compatibles con la preocupación propia de un de Pastor cuando hay grandes
problemas que implican a su rebaño”.
Días que en los que el Santo Padre ha
dedicado algunos momentos también para leer, escribir, tocar el piano, o salir de
paseo en excursiones por aquellos lugares alpinos, en los que ha visitado también
dos monasterios contemplativos, y en los que -con su “serena amabilidad”- se ha detenido
a saludar y bendecir a algunas personas, en particular a los niños: “La cualidad de
su persona... su forma de relacionarse con los demás. Cuando saluda te mira a la
cara. En varias ocasiones, teniendo la posibilidad de encontrar a personas, familias
con hijos... decide detenerse para saludar a los niños... Destacaría su humanidad,
su serenidad, su humildad”.