2006-06-14 15:29:15

Audiencia general: El Papa subraya la hermandad de las Iglesias de Roma y de Constantinopla


Miércoles, 14 jun (RV).- Después de hablar la pasada semana sobre la figura de Simón Pedro, “la roca” sobre la que Cristo fundó su Iglesia, Benedicto XVI ha reflexionado en su catequesis de la Audiencia General de hoy sobre el hermano de Pedro, Andrés, también él uno de los Doce Apóstoles de Jesús. “La primera cosa que sorprende -ha dicho el Papa, ante más de 35 mil peregrinos de todo el mundo- es su nombre griego, no hebreo, lo que viene a indicar una cierta apertura cultural de su familia”.

En la lista de los Doce, Andrés ocupa el segundo lugar después de Pedro. Según indican los evangelistas Mateo, Marcos y Lucas, el hermano de Pedro “gozaba de un gran prestigio dentro de la primeras comunidades cristianas”. La relación familiar y la común llamada de Jesús a los dos hermanos pescadores, emerge de manera explícita en los Evangelios.

El evangelista Juan, en cambio, nos habla de que “en un primer momento, Andrés fue discípulo de Juan Bautista”, del cual un día oyó proclamar que Jesús era “el Cordero de Dios”. Entonces junto a otro compañero “decidió seguir al joven Rabbí. Demoró una jornada con Él. Andrés vivió preciosos momentos de intimidad junto al Maestro. Y fue Andrés quien luego comunicó la noticia a Pedro: “hemos encontrado al Mesías, que significa Cristo, y condujo a su hermano a Jesús”.

Lo que viene a demostrar -ha dicho el Pontífice- el espíritu apostólico de Andrés que, de hecho, fue el primero de los apóstoles a ser llamado a seguir a Jesús. Precisamente por esto, la liturgia de la Iglesia bizantina lo honra con el apelativo Protóklitos que significa “el primer llamado”. Y es siguiendo esta relación fraterna, como entre Pedro y Andrés, que la Iglesia de Roma y la Iglesia de Constantinopla se sienten de manera especial hermanas.

Para subrayar esta relación -ha recordado el Papa- mi predecesor Pablo VI restituyó, en 1964, las reliquias de San Andrés entonces custodiadas en la basílica vaticana, al obispo metropolita ortodoxo de Patrás, en Grecia, donde según cuenta la tradición, el Apóstol Andrés fue crucificado.

En su explicación detallada, Benedicto XVI ha puesto hincapié en tres momentos particulares que la tradición evangélica destaca de la figura de Andrés. Durante la multiplicación de los panes y otras dos en Jerusalén: cunado Jesús hablando de las murallas dice que “no quedará piedra sobre piedra” y poco antes de la Pasión cuando el Maestro encuentra a un grupo de griegos que llegan a Israel para celebrar la Pascua y Andrés junto a Felipe hacen de intérpretes.

Tradiciones muy antiguas ven a Andrés no sólo como intérprete de Jesús en el encuentro con peregrinos que llegaban de Grecia, sino que lo consideran como el mismo apóstol de los griegos en los años que siguieron a Pentecostés, ha señalado el Pontífice. Andrés se convierte en el Anunciador de la Palabra de Jesús en el mundo griego, el Apóstol del mundo helénico.

Finalmente, el Santo Padre ha hablado de la muerte de Andrés en la cruz, en Patrás, como cuentan algunas tradiciones. Y ha señalado el hecho de que, igual que su hermano Pedro, el apóstol Andrés, por respeto a Jesús, quiso morir en una cruz distinta a la suya. En su caso, murió en una cruz con el madero transversal inclinado, que por eso viene llamada la “cruz de san Andrés”.

Este ha sido el resumen que ha hecho Benedicto XVI de su catequesis en español para los peregrinos de nuestra lengua presentes en la plaza de san Pedro. RealAudioMP3

Queridos hermanos y hermanas:

 
Nuestra reflexión de hoy se centra en el apóstol san Andrés, el segundo entre los Doce. Su nombre griego es signo de una cierta apertura cultural de su familia. Fue el primero en ser llamado por Jesús. Después condujo ante Él a su hermano Simón Pedro diciéndole “Hemos encontrado al Mesías”, lo que demuestra su gran espíritu apostólico. Gozó de preciosos momentos de intimidad con Jesús.

 
Los evangelios lo citan particularmente en tres ocasiones: en la multiplicación de los panes, donde destaca por su realismo, al indicar la insuficiencia de los pocos recursos de que disponían; escuchando las palabras del Maestro sobre el fin del mundo ante la vista de los muros del templo de Jerusalén; y antes de la Pasión, cuando con Felipe, hace de intérprete de la profecía sobre la extensión del Evangelio a los paganos, a un pequeño grupo de griegos.

 
La tradición relata su muerte en Patrás, donde sufrió el suplicio de la cruz, pidiendo al igual que Pedro, ser crucificado de manera diversa al Maestro, en una cruz en aspa, que por eso se llama cruz de San Andrés.

 
Saludo a los peregrinos de España y América Latina, especialmente a los feligreses de las parroquias de San José de Utrera, San Miguel Arcángel de Lima y Emmanuel de Santiago de Chile. Como el Apóstol Andrés, seguid a Cristo con prontitud, anunciadlo con entusiasmo, cultivad con Él una relación de verdadera familiaridad, conscientes de que las cruces y los sufrimientos adquieren su verdadero sentido si se acogen como parte de la Cruz de Cristo.

Como siempre al final de la audiencia, el Santo Padre se ha dirigido a los jóvenes a los enfermos y a los recién casados, La fiesta del Corpus Christi, les ha dicho es una ocasión propicia para profundizar en la fe y en el amor hacia la Eucaristía. Queridos jóvenes alimentaos abundantemente del Cuerpo y de la Sangre de cristo, nuestro alimento espiritual, para progresar en el camino de la santidad.

La Eucaristía, sea para vosotros, queridos enfermos, el sostén, la luz y el consuelo en la prueba y en el sufrimiento. Y a vosotros, queridos recién casados, sabed extraer de este Sacramento la energía espiritual para vivir el gran amor del que Cristo nos ha dado prueba, dándonos su Cuerpo y su sangre.

Mañana, fiesta de Corpus Christi, como cada año, celebraremos a las siete de la tarde la Santa Misa en la Plaza de San Juan de Letrán, Al final, seguirá la solemne procesión, que recorriendo la calle Merulana, se concluirá en Santa María la Mayor. Invito a la Comunidad cristiana a unirse a este acto de profunda fe hacia la Eucaristía, que constituye el tesoro más precioso de la Iglesia y de la humanidad.








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