2006-06-12 15:28:50

Mensaje del Papa a los participantes en la peregrinación a Loreto


Domingo, 11 jun (RV).- Benedicto XVI se sumó espiritualmente, por medio de un mensaje, a los más de 50 mil participantes en la peregrinación a la Santa Casa de Loreto, con el anhelo de que en esta significativa experiencia de oración «puedan encontrar a Cristo, esperanza del mundo experimentando la maternal intercesión de María, modelo de los creyentes en el fiel seguimiento del Señor».

Benedicto XVI se sumó espiritualmente, por medio de un mensaje, a los más de 50 mil participantes en la peregrinación realizada anoche que, desde la localidad italiana de Macerata, llegó a primera hora de esta mañana al santuario mariano de la Santa Casa de Loreto, organizada por el movimiento de Comunión y Liberación y por la misma diócesis.

En el mensaje, enviado en su nombre por el Cardenal Secretario de Estado, Angelo Sodano, Benedicto XVI expresa su anhelo de que todos los participantes en esta significativa experiencia de oración «puedan encontrar a Cristo, esperanza del mundo, experimentando la maternal intercesión de María, modelo de los creyentes en el fiel seguimiento del Señor».

Esta peregrinación ha llegado este año a su edición que hace el número 28 y está impulsada por el movimiento de Comunión y Liberación, como gesto de fe popular al que todos los años, en la conclusión del año escolar, participan millares de personas, sobre todo jóvenes. A lo largo del camino nocturno a pie, que se extiende aproximadamente por veintiséis kilómetros entre las colinas de la región italiana de las Marcas, los peregrinos alternan el rezo del Rosario con cantos y meditaciones. Un momento sobresaliente en la historia de esta Peregrinación contó con la participación del Santo Padre Juan Pablo II en la salida de la XVI edición, el 19 de junio de 1993.

Invitando a participar en esta marcha de oración, Don Julián Carrón, presidente de Comunión y Liberación, evocó el multitudinario y emotivo encuentro mantenido con el Papa el pasado sábado 3 de junio, en la vigilia de Pentecostés. Con el anhelo de que «las palabras de Benedicto XVI sean un impulso especial, implorando a la Madre de Dios la gracia del Espíritu y nuestra docilidad hacia Él, para que podamos participar de aquella vida verdadera que nos hace libres».







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