2006-06-04 16:49:39

Los sacramentos, momentos especiales para la transmisión de la fe


LA FAMILIA, TRANSMISORA DE LA FE
Catequesis preparatorias para el
V Encuentro Mundial de las Familias en Valencia, España

Los sacramentos, momentos especiales para la transmisión de la fe

Las últimas palabras del Evangelio de San Mateo son las que nos propone la catequesis preparatoria para el Encuentro Mundial, palabras para enmarcar la tradición de los sacramentos.
“Los once discípulos fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. Al verlo, se postraron, pero algunos dudaban. Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Se me ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizadlos consagrándolos al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo; y enseñadlos a cumplir cuanto os he mandado. Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”. (Mt 28, 16-20).

Dice San Mateo que algunos dudaban. Jesús les acaba diciendo: “Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo”. Esta presencia de Jesús es la que nos fuerza para continuar su obra y realizar el encargo de hacer discípulos. Pero esta presencia ya no es física, como la que tuvieron los que convivieron con él, es sacramental. Pero es una presencia real.

De sobra sabemos todos que no es lo físico lo único real. El sentimiento que probamos al contemplar un atardecer, no es físico. El afecto que le tenemos a una persona no es físico, el amor no es físico, sin embargo es real, es algo vivido tan intensamente que no necesita de lo material. Así Jesús, su amor, su presencia, su cercanía ya no es física, pero es real, y expresamos esa realidad y esa verdad con los símbolos sacramentales.

El primer sacramento, por el que nos incorporamos a la comunidad de los creyentes es el bautismo. En el Bautismo proclamamos que los hijos de Dios son algo sagrado. Esta es la Enseñanza de la Iglesia:
“Los bautizados son consagrados por la regeneración y la unción del Espíritu Santo como casa espiritual y sacerdocio santo, para que, por medio de toda su vida, ofrezcan sacrificios espirituales y anuncien el poder del que los llamó a su luz admirable”.

La Iglesia reconoce que todo bautizado, como hijo de Dios, se compromete a manifestarse así mismo ante el mundo como un lugar sagrado. En las religiones primitivas lo sagrado eran lugares, como las cimas de los montes, donde creían que habitaban los dioses; o lo sagrado era una piedra por su valor precioso, o un animal, como todavía hoy en la India. Y así, todo cristiano, allí donde va, debería santificar, o hacer sagrado todo lo que toca, por ejemplo, el trabajo, la educación, la naturaleza… Esto dice la catequesis preparatoria:
“Así pues, perseverando en la oración y alabando juntos a Dios, han de ofrecerse a sí mismos como hostia viva, santa y grata, y dar testimonio incesante de Cristo y razón de la esperanza que llevan en sus vidas. Los fieles ejercen su sacerdocio, sobre todo, por medio de una vida santa y en la recepción de los sacramentos”.

2. Los sacramentos son las obras maestras de Dios, pues en ellos se hacen presentes y operativos los grandes acontecimientos salvíficos, muy singularmente el de la Pascua de Cristo, por el que fuimos reconciliados con Dios y participamos en su misma vida divina. En virtud de la mediación de la Iglesia, la gracia salvadora de los siete sacramentos sale a nuestro encuentro a lo largo de nuestra vida:
* el Bautismo nos regenera como hijos de Dios y nos introduce en su familia;
* con la Confirmación, acrecienta nuestra inserción en Cristo y en la Iglesia;
* la Eucaristía lleva a plenitud nuestra incorporación a Cristo y nuestra pertenencia a la Iglesia;
* con la Penitencia repara las heridas y restaura la comunión rota por el pecado;
* con la Unción viene en nuestra ayuda para que vivamos con Cristo la enfermedad y demos sentido corredentor a nuestro sufrimiento;
* por el Matrimonio santifica el amor humano entre hombre y mujer haciéndoles signo visible de la unión de Cristo y la Iglesia;
* y con el sacramento del Orden consagra a los sacerdotes como ministros de Cristo y les habilita para predicar, santificar y regir al pueblo de Dios.
Toda esta riqueza sacramental, donde los acontecimientos más importantes de la vida: nacer, casarse, fundar una familia, morir, se convierten en momentos fuertes de la vida en Dios. Y para fortalecer esa vida nos acercamos a comulgar, pedimos perdón.
Por ello, es muy conveniente hacer la oportuna y adecuada explicación en las catequesis de cada sacramento. De esta forma, cada uno de los hijos irá entendiendo e incorporando a sus vidas la diferencia y riqueza de la gracia significada y realizada por cada uno de los sacramentos.


4. A este respecto, la pronta recepción del sacramento del Bautismo indica, con los hechos, la importancia que tiene para los padres que los hijos, junto a la vida natural, sean engendrados a la vida de Dios. Algo semejante ocurre si, desde la más tierna edad, se les va disponiendo -con una catequesis adaptada, aprovechando las circunstancias- a que apetezcan la recepción del Cuerpo y de la Sangre de Cristo; de este modo se les facilitará también que, llegado el momento de la Primera Comunión, puedan disponerse a través de la catequesis familiar y/o parroquial con mayor aprovechamiento. Otro tanto se puede decir respecto al sacramento de la Penitencia: si ven a los padres acercarse a recibir el perdón de Cristo en dicho sacramento, nacerá en los hijos el deseo de recibirlo. Un período delicado es la preparación a la Confirmación, que puede afianzarles en su adhesión a Cristo y no ser el tránsito a un cierto abandono de la piedad. Por eso, requiere un seguimiento especial por parte de los padres. Otro tanto cabe decir sobre la orientación en la elección de vida, una vez llegada la juventud. Los padres, respetando escrupulosamente su personal decisión, deben guiarlos en la elección de estado bien se trate de una entrega en el Matrimonio bien en el camino de la virginidad.
5. Reflexión del que dirige.
6. Diálogo:
¿Por qué los sacramentos nos hacen participar en la misión de Jesucristo?
¿Cómo lograr que los hijos aprecien y apetezcan su recepción?
¿Cómo ayudar a superar las dificultades que puedan encontrar?
7. Compromisos.
8. Oración del Ave María e invocación: Regina familiae. Ora pro nobis.
9. Oración por la familiar: Concédenos Señor, que cuantos hemos recibido los sacramentos, manifestemos en todas las circunstancias de la vida los misterios de la muerte y resurrección de tu Hijo en los cuales hemos participado. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
10. Canto final.








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