Benedicto XVI exhorta a que le pidamos a Dios que “la celebración de la solemnidad
de Pentecostés sea como fuego ardiente y viento impetuoso para la vida cristiana y
para la misión de toda la Iglesia”
Sábado, 3 jun (RV).- Pidámosle a Dios que “la celebración de la solemnidad de Pentecostés
sea como fuego ardiente y viento impetuoso para la vida cristiana y para la misión
de toda la Iglesia”. Esta fue la exhortación del Santo Padre Benedicto XVI a los miembros
de los Movimientos Eclesiales y de las nuevas Comunidades y a todos los participantes
en la Vigilia de Pentecostés, que tuvo lugar esta tarde en la Plaza de San Pedro.
Tras
destacar su numerosa presencia en la Plaza de San Pedro para participar en la Vigilia
de Pentecostés, el Papa les dijo que, pertenecientes a diversos pueblos y culturas,
representaban “a todos los miembros de los Movimientos eclesiales y de las nuevas
Comunidades, espiritualmente reunidos en torno al Sucesor de Pedro, para proclamar
la alegría de creer en Jesucristo y renovar el compromiso de ser sus fieles discípulos
en este tiempo nuestro”.
A continuación, el Pontífice recordó el encuentro
que tuvieron los Movimientos eclesiales y las nuevas Comunidades, también en la Plaza
de San Pedro, el 30 de mayo de 1998, con el amado Juan Pablo II. “Gran evangelizador
de nuestra época –dijo Benedicto XVI-, él los acompañó y guió durante todo su Pontificado
y varias veces definió providenciales las asociaciones y comunidades sobre todo porque
el Espíritu santificador se sirve de ellas para volver a despertar la fe en los corazones
de tantos cristianos y hacerles redescubrir la vocación recibida con el Bautismo,
ayudándolos a ser testigos de esperanza, llenos de aquel fuego de amor que, precisamente,
es don del Espíritu Santo”.
“Ahora, nosotros nos preguntamos: ¿Quién o qué
es el Espíritu Santo? ¿Cómo podemos reconocerlo? ¿De qué manera vamos a Él y Él viene
a nosotros? ¿Qué cosas obra?”, dijo a continuación el Santo Padre, y señaló que una
primera respuesta nos la da el gran himno pentecostal de la Iglesia, con el que iniciaron
las Vísperas de esta tarde: “Veni, Creator Spiritus… – Ven, Espíritu Creador…”.
En
este sentido, el Papa recordó que “el mundo en el que vivimos es obra del Espíritu
Creador” y “Pentecostés no es sólo el origen de la Iglesia y por ello, de modo especial,
su fiesta”, sino que “es también una fiesta de la creación”, ya que “el mundo no existe
por sí mismo, sino que proviene del Espíritu creativo de Dios, de la Palabra creativa
de Dios. Y por eso refleja también la sabiduría de Dios”, que en su amplitud y en
la lógica omnicomprensiva de sus leyes deja entrever algo del Espíritu Creador de
Dios.
“Ella nos llama al temor reverencial”, precisó Benedicto XVI, quien agregó
que “precisamente quien, como cristiano, cree en el Espíritu Creador, toma conciencia
del hecho que no podemos usar y abusar del mundo y que debemos considerar la creación
como un don que nos ha sido confiado no para la destrucción, sino para que se convierta
en el jardín de Dios y, así, en jardín del hombre” y por eso “frente a las múltiples
formas de abuso de la tierra que hoy vemos, oímos casi el gemido de la creación del
cual habla san Pablo” y “comenzamos a comprender las palabras del Apóstol, es decir,
que la creación espera con impaciencia la revelación de los hijos de Dios, para ser
liberada y alcanzar su esplendor”.
“Queridos amigos, nosotros queremos ser
esos hijos de Dios que la creación espera y podemos serlo porque en el bautismo el
Señor nos ha hecho tales”, dijo el Santo Padre, quien indicó que “la creación y la
historia nos esperan, esperan hombres y mujeres que realmente sean hijos de Dios y
se comporten consecuentemente” y agregó que “si miramos la historia, vemos como en
torno a los monasterios la creación ha podido prosperar, como con el despertar del
Espíritu de Dios en los corazones de los hombres ha regresado el fulgor del Espíritu
Creador también en la tierra, un esplendor que había sido ofuscado y a veces incluso
apagado por la barbarie del anhelo humano de poder”.
En este sentido, el Papa
indicó que esta es una primera respuesta a la pregunta sobre qué es el Espíritu Santo,
qué cosas obra y cómo podemos reconocerlo, es decir, que “Él viene a nuestro encuentro
a través de la creación”. Pero el Espíritu Creador también viene en nuestra ayuda,
agregó el Pontífice, quien precisó que “en Jesucristo, Dios mismo se hizo hombre y
nos ha concedido, por decir así, dar una mirada a la intimidad de Dios mismo. Y allí
vemos una cosa del todo inesperada: en Dios existe un Yo y un Tú. El Dios misterioso
y lejano no es una infinita soledad, Él es un acontecimiento de amor”.
Y tras
señalar que “el Espíritu Santo le da a los creyentes una visión superior del mundo,
de la vida y de la historia y los hace custodios de la esperanza que no defrauda”,
Benedicto XVI concluyó exhortando a pedirle a Dios Padre, por medio de nuestro Señor
Jesucristo y con la gracia del Espíritu Santo, para que “la celebración de la solemnidad
de Pentecostés sea como fuego ardiente y viento impetuoso para la vida cristiana y
para la misión de toda la Iglesia”.