Benedicto XVI llega a Varsovia y exhorta a pedir perdón por el mal cometido en el
pasado y recordar el bien realizado con la ayuda de la gracia divina
Jueves, 25 may (RV).- En su primer discurso pontificio en Polonia, esta mañana, en
el aeropuerto de Varsovia el Papa subrayó cual es su objetivo primordial: “el recorrido
de mi camino en este viaje está marcado por las huellas de la vida y del servicio
pastoral de Karol Wojtyla, y por el itinerario recorrido por el Papa peregrino en
su propia tierra”.
Tres mil personas han recibido esta mañana a Benedicto XVI.
A las 11, el avión pontificio tocó tierra polaca en el Aeropuerto Internacional de
Okencie, de Varsovia. Altas personalidades aguardaban al Santo Padre y cumpliendo
con el ceremonial de bienvenida, el primero que subió al avión pontificio fue el Nuncio
Apostólico, y el Jefe del Protocolo, Mons. Josef Kowalczyk . Posteriormente, al descender
del aéreo, el Papa recibió el saludo de bienvenida del presidente Lech Kaczynski,
y su esposa, que aguardaban a los pies de la escalinata.
Junto con los miembros
del Episcopado polaco, Autoridades políticas y civiles dieron la bienvenida al Papa.
Al séquito pontificio se unieron el Cardenal Josef Glemp, Arzobispo de Varsovia, el
Cardenal Stanislaw Dziwisz, Arzobispo de Cracovia, Monseñor Józef Michalik, Presidente
de la Conferencia Episcopal, Monseñor Jósef Kowalczyk, Nuncio Apostólico, Monseñor
Piotr Libera, Secretario General de la Conferencia Episcopal, y Mons. Paolo Rudelli,
Secretario de la Nunciatura Apostólica.
Varsovia, la capital y máximo centro
urbano del país, después de Slesia, e importante complejo industrial, capital administrativa
y ciudad moderna con amplias avenidas y grandes espacios verdes, ofrece una imagen
de modernidad ante los ojos del turista, y sin embargo es importante recordar, que
esta misma ciudad, hoy en día cargada de contrastes: durante el luctuoso período de
la Segunda Guerra Mundial fue, no solo escenario de trágicos ataques, sino que sucesivamente
se convirtió en emblema de resistencia. Las estadísticas sugieren que más del 80 por
ciento de sus edificios fueron destruidos. Las grandes pérdidas no fueron solo de
carácter material sino también humano: 800 mil personas perdieron la vida (de ellas
la mitad eran judíos). Pérdidas que se concentraron particularmente en 1943. Un año
después de la histórica deportación y exterminio de la población judía, tras la sublevación
de Varsovia, con el desesperado intento de liberar la ciudad, Hitler, en venganza
deporta prácticamente a la población, y se dedica a destruir casa por casa de la antigua
ciudad. Tuvieron que pasar 20 años antes de que la ciudad pudiera ser finalmente reconstruida.
Este
episodio histórico nos coloca de cara a un pueblo valeroso, que supo hacer frente
a la adversidad, y en fin, reconocer, en esta primera etapa del Santo Padre el cargado
simbolismo que conlleva para toda la nación recibir al sucesor del primer Papa polaco
de la historia. No olvidemos que este viaje de Benedicto XVI, que bien podríamos definir,
el primero de Su Santidad, se realiza siguiendo las huellas de su predecesor, recorriendo
los lugares que el mismo Juan Pablo II recorrió. En efecto, la primera etapa de su
visita a Varsovia, ha sido la visita a la Catedral de Varsovia, escenario de numerosos
eventos relacionados con la historia del pueblo y de la Iglesia polaca.
Volviendo
al primer discurso del Papa en tierra polaca, hay que señalar el modo en el que se
desarrolló este primer encuentro: el discurso pontificio fue pronunciado alternando
el idioma polaco con el italiano. Benedito XVI lo abrió en polaco y sucesivamente
Monseñor Tachnic, responsable de la sección polaca de la Secretaría de Estado, alternaba
en la lectura, aunque algunos párrafos en polaco fueron leídos también por Su Santidad.
En su discurso, el Santo Padre saludó a las autoridades públicas y le agradeció al
presidente Alexander Kaczynski por sus palabras de bienvenida. Saludó en particular
a los cardenales, arzobispos y obispos, y junto al primer ministro a todo el gobierno
polaco. Benedicto XVI, prácticamente, hizo extensivo su discurso pasando por el clero,
hasta llegar a los representantes de otras confesiones cristianas -la ortodoxa y luterana-
así como a las demás iglesias y comunidades eclesiales: la comunidad judía y aquella
islámica, hasta llegar al corazón del país, el pueblo polaco, en particular a todos
los fieles, con especial dedicación a los enfermos, sin olvidar a los jóvenes y a
los niños. A todos ellos, el Papa ha pedido que lo sigan espiritualmente y con la
oración para que este viaje fructifique y nos conduzca en la profundización de nuestra
fe.
He deseado tanto esta visita, al país y entre la gente de la cual provenía
mi amado Predecesor, ha dicho Benedicto XVI. He venido para seguir sus huellas a lo
largo del itinerario de su vida, desde la infancia hasta su partida al memorable cónclave
de 1978, y sobre este camino quiero encontrar y conocer mejor las generaciones de
creyentes que han ofrecido al servicio de Dios y de la Iglesia y a cuantos han nacido
y madurado para el Señor bajo su guía pastoral como sacerdote, obispo y Papa.
Antes
de trazar su completo itinerario, Benedicto XVI subrayó en particular su estancia
en las dos ciudades tan queridas por el Siervo de Dios Juan Pablo II: Varsovia, la
capital y Cracovia, la ciudad donde Juan Pablo II vivió 40 años de su vida como estudiante,
obrero, sacerdote, obispo y cardenal, hasta cuando fue elegido Papa. Se refirió a
la visita que realizará a Czestochowa, en Wadowice, en Kalwaria - Lagiewniki, sede
del Santuario de la Divina Misericordia, donde se encontrará con los enfermos. Por
último, el Papa cita la última etapa de su viaje, Awschwitz, donde espera encontrar
–sobre todo- a los sobrevivientes entre las víctimas del terror nazista, procedentes
de diferentes naciones, que han sufrido la trágica opresión.
Fue en este momento
en que -con voz firme- Benedicto XVI exhortó a la oración común para pedir que las
plagas del siglo pasado puedan ser aliviadas, bajo la medicación que el buen Dios
nos indica cuando nos llama al perdón recíproco, en el misterio de su Divina Misericordia.
Permanezcan
fuertes en la fe, la consigna y el tema de de este viaje apostólico: “Quisiera tanto,
les ha dicho, que estos días trajeran la consolidación en la fe, par todos nosotros,
para los fieles de Iglesia que está en Polonia y para mí mismo Para todos aquellos
que no tienen la gracia de la fe, pero que nutren en el corazón la buena voluntad,
sea esta visita un tiempo de hermandad, benevolencia y esperanza. Estos eternos valores
de la humanidad constituyen un fundamento sólido para crear –sentenció el Papa- un
mundo mejor, en el que cada uno pueda encontrar la prosperidad material y la felicidad
espiritual.
Justamente, en el trayecto que lo llevó a la segunda etapa la visita
a la Catedral de Varsovia, Benedicto XVI ha sido conducido queridamente por un recorrido
que incluía algunos lugares significativos de la ciudad, en particular el sugestivo
Barrio Judío, el monumento a los Siberianos, y la Catedral Militar, todos estos lugares
unidos estrechamente a la trágica historia que ha marcado a Polonia.
Sin lugar
a dudas, el momento más intenso de esta primera mitad de la primera jornada de Benedicto
XVI en Polonia, ha sido su etapa en la Catedral para encontrarse con el clero polaco
que se venía preparando desde hacía meses para este encuentro. Ha sido el mismo Cardenal
Jozef Glemp, Primado de Polonia, que precisamente este 25 de mayo celebra sus 50 años
de ordenación sacerdotal, quien se ha hecho portador del mensaje de bienvenida al
Sucesor de Pedro.
El Papa abrió su discurso a los sacerdotes citando las palabras
del Apóstol Pablo en su Carta a los Romanos y que son las siguientes: “En primer lugar,
por medio de Jesucristo doy gracias a mi Dios por cada uno de ustedes, porque en todas
partes se habla de su fe… Porque deseo verlos y prestarles alguna ayuda espiritual
para que estén más firmes; es decir, para que nos animemos unos a otros con esta fe
que ustedes y yo tenemos” ( Rm 1,8 – 12). A lo que añadió: Tengo confianza en que
mi peregrinación de estos días refrescará la fe que tenemos en común ustedes y yo.
“He venido a Polonia, la tierra amada por mi gran Predecesor Juan Pablo II para participar
de este clima de fe en el que viven, para comunicarles algún don espiritual y que
sean fortificados".
El Papa tuvo además palabras especiales para recordar la
figura del cardenal Stefan Wyszynski, conocido en Polonia como el “Primado del Milenio”,
en el marco de este escenario que recuerda la dolorosa historia de Varsovia.
Particular
el momento en el cual Benedicto XVI recuerda a los sacerdotes su misión: “han sido
elegidos entre el pueblo, constituidos en las cosas que se refieren a Dios, para ofrecer
dones y sacrificios por los pecados. Crean en la potencia de su sacerdocio – los exhortó-.
En virtud del sacramento ustedes recibieron todo aquello que son. Cuando pronuncian
la palabra yo o mío, (“yo te absuelvo”, o “Este es mi Cuerpo”), lo hacen no en nombre
de ustedes sino en nombre de Cristo, in persona Christi, que quiere servirse de sus
labios y manos, de su espíritu de sacrificio y de su talento. Al momento de su ordenación,
mediante el signo litúrgico de la imposición de las manos Cristo los ha tomado bajo
su especial protección: Ustedes están escondidos bajo sus manos y en su corazón.
Benedicto
XVI recordó a los sacerdotes polacos que la grandeza del Sacerdocio de Cristo puede
infundir temor: Se puede estar tentados a exclamar como Pedro “Apártate de mí, Señor,
porque soy un pecador” (Lc 5,8), porque nos cuesta trabajo creer que Cristo haya llamado
precisamente a nosotros: ¿Acaso no podía escoger a otro mucho más capaz y más Santo?
Sin embargo Jesús fija su mirada con amor en cada uno de nosotros y es en esta mirada
que debemos confiar. No nos dejemos asaltar por la prisa, casi como si el tiempo dedicado
a Cristo en silenciosa oración fuese tiempo perdido. Es precisamente ahí donde nacen
los más maravillosos frutos de servicio pastoral. Es necesario no desalentarse por
el hecho de que la oración exige un esfuerzo, ni por la impresión de que Jesús guarde
silencio: Él calla pero actúa.
Llegado a este punto de su profundo discurso
al clero polaco en la Catedral de Varsovia, el Papa quiso recordar aquella experiencia
vivida el año pasado en Colonia, Alemania, en el marco de la Jornada Mundial de la
Juventud: “Ahí fui testigo de un profundo, inolvidable silencio de un millón de jóvenes,
al momento de la adoración del Santísimo Sacramento!”. Aquél silencio orante - rememoró-
nos unió y a la vez nos donó tanto alivio. En un mundo en el que predomina el ruido
y la desorientación, hay necesidad de la adoración silenciosa de Jesús escondido en
la Hostia.
Tras referirse a la necesidad sacerdotal de ser asiduos en la oración
de adoración, el Papa recordó que de los sacerdotes los fieles esperan una sola cosa:
que sean especialistas en promover el encuentro del hombre con Dios. Al sacerdote
no se le pide que sea experto en economía, en construcción o en política. De él se
espera que sea experto en la vida espiritual. Por ello, cuando un joven sacerdote
cumple sus primeros pasos es necesario que pueda hacer referencia a un maestro experto,
que lo ayude a no perderse entre las tantas propuestas de la cultura del momento.
Frente a las tentaciones del relativismo o del permisivismo, no es necesario
en absoluto que el sacerdote conozca todas las actuales, mutables corrientes de pensamiento;
aquello que los fieles se esperan de el es que sea testigo de la eterna sabiduría,
contenida en la palabra revelada. El cuidado en la calidad de la oración personal
y una buena formación teológica obtiene frutos en la vida.
No indiferente
a la realidad política de Polonia, Su Santidad observó que vivir bajo la influencia
del totalitarismo puede haber generado una tendencia inconsciente a esconderse bajo
una máscara exterior, cayendo en una forma de hipocresía que no beneficia la autenticidad
de las relaciones fraternas y puede conducir a una exagerada concentración en sí mismos.
Benedicto
XVI recordó en su discurso al clero polaco que el Papa Juan Pablo II, con motivo del
Gran Jubileo, en más de una ocasión había exhortado a los cristianos a hacer penitencia
por las infidelidades del pasado. Creemos, reiteró, que la Iglesia es santa, pero
en ella hay hombres pecadores. Es necesario rechazar el deseo de identificarse solo
con aquellos que no tienen pecado. Y acto seguido pregunta ¿cómo podría la Iglesia
excluir de sus filas a los pecadores? Es por la salvación de ellos que Jesús se ha
encarnado, ha muerto resucitado. Es necesario aprender a vivir con sinceridad la penitencia
cristiana.
Recordó que se hace necesaria una humilde sinceridad para no negar
los pecados del pasado, y todavía no ceder a fáciles acusaciones en ausencia de pruebas
reales o ignorando las diferentes pre-comprensiones de entonces. Pidiendo perdón por
el mal cometido en el pasado, debemos también recordar el bien que fue realizado con
la ayuda de la gracia divina, portadora de frutos casi siempre excelentes.
En
su denso, significativo e ilustrativo discurso al clero polaco, el Papa recuerda que
la Iglesia en Polonia se encuentra frente a un gran desafío pastoral, el de tomar
bajo su cuidado a los fieles que han dejado el País. La plaga de la desocupación obliga
a numerosas personas a partir al extranjero. Es un fenómeno difundido en amplia escala.
Cuando las familias se ven divididas por este motivo, cuando se quebrantan las relaciones
sociales, a Iglesia no puede permanecer indiferente. Es necesario que las personas
que parten sean acompañadas por los sacerdotes que, contactándose con las Iglesias
locales, asuman el trabajo pastoral en medio de los emigrantes. La Iglesia polaca
ya dio numerosos sacerdotes y religiosas que desempeñan su servicio no solo a favor
de los polacos fuera de los confines del País, sino también y a veces en condiciones
sumamente difíciles, en las misiones de África, de Asia, de América Latina y en otras
regiones: pensando en ellos el Papa pidió a los sacerdotes que no se olviden de estos
misioneros, que el don de numerosas vocaciones con las que Dios ha bendecido la Iglesia
debe ser acogido desde una perspectiva verdaderamente católica. Sacerdotes polacos,
no tengan miedo de dejar su mundo seguro y conocido para ir a servir allá donde faltan
los sacerdotes y donde su generosidad puede ser portadora de copiosos frutos. Permanezcan
firmes en la fe. También a ustedes confío el lema de mi peregrinación. Sean auténticos
en su vida y en su ministerio. Fijando la mirada en Cristo, vivan una vida modesta,
solidaria con los fieles a los que han sido enviados. Sirvan a todos; sean accesibles
en las parroquias y en los confesionales, acompañen los nuevos movimientos y las asociaciones
, sostengan a las familias y no olviden el estrecho lazo que deben establecer con
los jóvenes, recuerden a los pobres y a los abandonados. Si ustedes vivirán de fe,
el Espíritu Santo les sugerirá lo que deberán decir y cómo deberán servir. Y ya para
concluir, podrán siempre contar con la ayuda de aquella que precede a la Iglesia en
la Fe, la Santísima Virgen María. Los exhorto a invocarla siempre con las palabras
que ustedes ya conocen “Estamos cerca de Ti, Te recordamos y velamos”.
La Catedral
de Varsovia ha sido el marco de eventos históricos de la vida del pueblo polaco y
su Iglesia. El Siervo de Dios Juan Pablo II, la llegó a visitar 5 veces durante los
nueve viajes que realizara en su proficuo pontificado. Benedicto XVI no abandonó el
complejo arquitectónico, corazón de la fe del pueblo polaco, sin antes recogerse en
oración ante las capillas donde se encuentran las tumbas de los cardenales August
Hlond, y Stefan Wyszynski.
Esta tarde el encuentro de Benedicto XVI con el
presidente de la República, Alexander Kaczynski, quien asumió el cargo el 23 de diciembre
del año pasado, y sucesivamente, esta primera jornada concluirá con la visita a la
Iglesia Luterana de la Santísima Trinidad de Varsovia, en pasado sede de numerosos
encuentros ecuménicos, otra etapa ésta que marca la pauta de la visita de Benedicto
XVI, tras las huellas de su predecesor.