2006-05-25 15:57:35

Benedicto XVI llega a Varsovia y exhorta a pedir perdón por el mal cometido en el pasado y recordar el bien realizado con la ayuda de la gracia divina


Jueves, 25 may (RV).- En su primer discurso pontificio en Polonia, esta mañana, en el aeropuerto de Varsovia el Papa subrayó cual es su objetivo primordial: “el recorrido de mi camino en este viaje está marcado por las huellas de la vida y del servicio pastoral de Karol Wojtyla, y por el itinerario recorrido por el Papa peregrino en su propia tierra”.

Tres mil personas han recibido esta mañana a Benedicto XVI. A las 11, el avión pontificio tocó tierra polaca en el Aeropuerto Internacional de Okencie, de Varsovia. Altas personalidades aguardaban al Santo Padre y cumpliendo con el ceremonial de bienvenida, el primero que subió al avión pontificio fue el Nuncio Apostólico, y el Jefe del Protocolo, Mons. Josef Kowalczyk . Posteriormente, al descender del aéreo, el Papa recibió el saludo de bienvenida del presidente Lech Kaczynski, y su esposa, que aguardaban a los pies de la escalinata.

Junto con los miembros del Episcopado polaco, Autoridades políticas y civiles dieron la bienvenida al Papa. Al séquito pontificio se unieron el Cardenal Josef Glemp, Arzobispo de Varsovia, el Cardenal Stanislaw Dziwisz, Arzobispo de Cracovia, Monseñor Józef Michalik, Presidente de la Conferencia Episcopal, Monseñor Jósef Kowalczyk, Nuncio Apostólico, Monseñor Piotr Libera, Secretario General de la Conferencia Episcopal, y Mons. Paolo Rudelli, Secretario de la Nunciatura Apostólica.

Varsovia, la capital y máximo centro urbano del país, después de Slesia, e importante complejo industrial, capital administrativa y ciudad moderna con amplias avenidas y grandes espacios verdes, ofrece una imagen de modernidad ante los ojos del turista, y sin embargo es importante recordar, que esta misma ciudad, hoy en día cargada de contrastes: durante el luctuoso período de la Segunda Guerra Mundial fue, no solo escenario de trágicos ataques, sino que sucesivamente se convirtió en emblema de resistencia. Las estadísticas sugieren que más del 80 por ciento de sus edificios fueron destruidos. Las grandes pérdidas no fueron solo de carácter material sino también humano: 800 mil personas perdieron la vida (de ellas la mitad eran judíos). Pérdidas que se concentraron particularmente en 1943. Un año después de la histórica deportación y exterminio de la población judía, tras la sublevación de Varsovia, con el desesperado intento de liberar la ciudad, Hitler, en venganza deporta prácticamente a la población, y se dedica a destruir casa por casa de la antigua ciudad. Tuvieron que pasar 20 años antes de que la ciudad pudiera ser finalmente reconstruida.

Este episodio histórico nos coloca de cara a un pueblo valeroso, que supo hacer frente a la adversidad, y en fin, reconocer, en esta primera etapa del Santo Padre el cargado simbolismo que conlleva para toda la nación recibir al sucesor del primer Papa polaco de la historia. No olvidemos que este viaje de Benedicto XVI, que bien podríamos definir, el primero de Su Santidad, se realiza siguiendo las huellas de su predecesor, recorriendo los lugares que el mismo Juan Pablo II recorrió. En efecto, la primera etapa de su visita a Varsovia, ha sido la visita a la Catedral de Varsovia, escenario de numerosos eventos relacionados con la historia del pueblo y de la Iglesia polaca.

Volviendo al primer discurso del Papa en tierra polaca, hay que señalar el modo en el que se desarrolló este primer encuentro: el discurso pontificio fue pronunciado alternando el idioma polaco con el italiano. Benedito XVI lo abrió en polaco y sucesivamente Monseñor Tachnic, responsable de la sección polaca de la Secretaría de Estado, alternaba en la lectura, aunque algunos párrafos en polaco fueron leídos también por Su Santidad. En su discurso, el Santo Padre saludó a las autoridades públicas y le agradeció al presidente Alexander Kaczynski por sus palabras de bienvenida. Saludó en particular a los cardenales, arzobispos y obispos, y junto al primer ministro a todo el gobierno polaco. Benedicto XVI, prácticamente, hizo extensivo su discurso pasando por el clero, hasta llegar a los representantes de otras confesiones cristianas -la ortodoxa y luterana- así como a las demás iglesias y comunidades eclesiales: la comunidad judía y aquella islámica, hasta llegar al corazón del país, el pueblo polaco, en particular a todos los fieles, con especial dedicación a los enfermos, sin olvidar a los jóvenes y a los niños. A todos ellos, el Papa ha pedido que lo sigan espiritualmente y con la oración para que este viaje fructifique y nos conduzca en la profundización de nuestra fe.

He deseado tanto esta visita, al país y entre la gente de la cual provenía mi amado Predecesor, ha dicho Benedicto XVI. He venido para seguir sus huellas a lo largo del itinerario de su vida, desde la infancia hasta su partida al memorable cónclave de 1978, y sobre este camino quiero encontrar y conocer mejor las generaciones de creyentes que han ofrecido al servicio de Dios y de la Iglesia y a cuantos han nacido y madurado para el Señor bajo su guía pastoral como sacerdote, obispo y Papa.

Antes de trazar su completo itinerario, Benedicto XVI subrayó en particular su estancia en las dos ciudades tan queridas por el Siervo de Dios Juan Pablo II: Varsovia, la capital y Cracovia, la ciudad donde Juan Pablo II vivió 40 años de su vida como estudiante, obrero, sacerdote, obispo y cardenal, hasta cuando fue elegido Papa. Se refirió a la visita que realizará a Czestochowa, en Wadowice, en Kalwaria - Lagiewniki, sede del Santuario de la Divina Misericordia, donde se encontrará con los enfermos. Por último, el Papa cita la última etapa de su viaje, Awschwitz, donde espera encontrar –sobre todo- a los sobrevivientes entre las víctimas del terror nazista, procedentes de diferentes naciones, que han sufrido la trágica opresión.

Fue en este momento en que -con voz firme- Benedicto XVI exhortó a la oración común para pedir que las plagas del siglo pasado puedan ser aliviadas, bajo la medicación que el buen Dios nos indica cuando nos llama al perdón recíproco, en el misterio de su Divina Misericordia.

Permanezcan fuertes en la fe, la consigna y el tema de de este viaje apostólico: “Quisiera tanto, les ha dicho, que estos días trajeran la consolidación en la fe, par todos nosotros, para los fieles de Iglesia que está en Polonia y para mí mismo Para todos aquellos que no tienen la gracia de la fe, pero que nutren en el corazón la buena voluntad, sea esta visita un tiempo de hermandad, benevolencia y esperanza. Estos eternos valores de la humanidad constituyen un fundamento sólido para crear –sentenció el Papa- un mundo mejor, en el que cada uno pueda encontrar la prosperidad material y la felicidad espiritual.

Justamente, en el trayecto que lo llevó a la segunda etapa la visita a la Catedral de Varsovia, Benedicto XVI ha sido conducido queridamente por un recorrido que incluía algunos lugares significativos de la ciudad, en particular el sugestivo Barrio Judío, el monumento a los Siberianos, y la Catedral Militar, todos estos lugares unidos estrechamente a la trágica historia que ha marcado a Polonia.

Sin lugar a dudas, el momento más intenso de esta primera mitad de la primera jornada de Benedicto XVI en Polonia, ha sido su etapa en la Catedral para encontrarse con el clero polaco que se venía preparando desde hacía meses para este encuentro. Ha sido el mismo Cardenal Jozef Glemp, Primado de Polonia, que precisamente este 25 de mayo celebra sus 50 años de ordenación sacerdotal, quien se ha hecho portador del mensaje de bienvenida al Sucesor de Pedro.

El Papa abrió su discurso a los sacerdotes citando las palabras del Apóstol Pablo en su Carta a los Romanos y que son las siguientes: “En primer lugar, por medio de Jesucristo doy gracias a mi Dios por cada uno de ustedes, porque en todas partes se habla de su fe… Porque deseo verlos y prestarles alguna ayuda espiritual para que estén más firmes; es decir, para que nos animemos unos a otros con esta fe que ustedes y yo tenemos” ( Rm 1,8 – 12). A lo que añadió: Tengo confianza en que mi peregrinación de estos días refrescará la fe que tenemos en común ustedes y yo. “He venido a Polonia, la tierra amada por mi gran Predecesor Juan Pablo II para participar de este clima de fe en el que viven, para comunicarles algún don espiritual y que sean fortificados".

El Papa tuvo además palabras especiales para recordar la figura del cardenal Stefan Wyszynski, conocido en Polonia como el “Primado del Milenio”, en el marco de este escenario que recuerda la dolorosa historia de Varsovia.

Particular el momento en el cual Benedicto XVI recuerda a los sacerdotes su misión: “han sido elegidos entre el pueblo, constituidos en las cosas que se refieren a Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Crean en la potencia de su sacerdocio – los exhortó-. En virtud del sacramento ustedes recibieron todo aquello que son. Cuando pronuncian la palabra yo o mío, (“yo te absuelvo”, o “Este es mi Cuerpo”), lo hacen no en nombre de ustedes sino en nombre de Cristo, in persona Christi, que quiere servirse de sus labios y manos, de su espíritu de sacrificio y de su talento. Al momento de su ordenación, mediante el signo litúrgico de la imposición de las manos Cristo los ha tomado bajo su especial protección: Ustedes están escondidos bajo sus manos y en su corazón.

Benedicto XVI recordó a los sacerdotes polacos que la grandeza del Sacerdocio de Cristo puede infundir temor: Se puede estar tentados a exclamar como Pedro “Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador” (Lc 5,8), porque nos cuesta trabajo creer que Cristo haya llamado precisamente a nosotros: ¿Acaso no podía escoger a otro mucho más capaz y más Santo? Sin embargo Jesús fija su mirada con amor en cada uno de nosotros y es en esta mirada que debemos confiar. No nos dejemos asaltar por la prisa, casi como si el tiempo dedicado a Cristo en silenciosa oración fuese tiempo perdido. Es precisamente ahí donde nacen los más maravillosos frutos de servicio pastoral. Es necesario no desalentarse por el hecho de que la oración exige un esfuerzo, ni por la impresión de que Jesús guarde silencio: Él calla pero actúa.

Llegado a este punto de su profundo discurso al clero polaco en la Catedral de Varsovia, el Papa quiso recordar aquella experiencia vivida el año pasado en Colonia, Alemania, en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud: “Ahí fui testigo de un profundo, inolvidable silencio de un millón de jóvenes, al momento de la adoración del Santísimo Sacramento!”. Aquél silencio orante - rememoró- nos unió y a la vez nos donó tanto alivio. En un mundo en el que predomina el ruido y la desorientación, hay necesidad de la adoración silenciosa de Jesús escondido en la Hostia.

Tras referirse a la necesidad sacerdotal de ser asiduos en la oración de adoración, el Papa recordó que de los sacerdotes los fieles esperan una sola cosa: que sean especialistas en promover el encuentro del hombre con Dios. Al sacerdote no se le pide que sea experto en economía, en construcción o en política. De él se espera que sea experto en la vida espiritual. Por ello, cuando un joven sacerdote cumple sus primeros pasos es necesario que pueda hacer referencia a un maestro experto, que lo ayude a no perderse entre las tantas propuestas de la cultura del momento.

Frente a las tentaciones del relativismo o del permisivismo, no es necesario en absoluto que el sacerdote conozca todas las actuales, mutables corrientes de pensamiento; aquello que los fieles se esperan de el es que sea testigo de la eterna sabiduría, contenida en la palabra revelada. El cuidado en la calidad de la oración personal y una buena formación teológica obtiene frutos en la vida.

No indiferente a la realidad política de Polonia, Su Santidad observó que vivir bajo la influencia del totalitarismo puede haber generado una tendencia inconsciente a esconderse bajo una máscara exterior, cayendo en una forma de hipocresía que no beneficia la autenticidad de las relaciones fraternas y puede conducir a una exagerada concentración en sí mismos.

Benedicto XVI recordó en su discurso al clero polaco que el Papa Juan Pablo II, con motivo del Gran Jubileo, en más de una ocasión había exhortado a los cristianos a hacer penitencia por las infidelidades del pasado. Creemos, reiteró, que la Iglesia es santa, pero en ella hay hombres pecadores. Es necesario rechazar el deseo de identificarse solo con aquellos que no tienen pecado. Y acto seguido pregunta ¿cómo podría la Iglesia excluir de sus filas a los pecadores? Es por la salvación de ellos que Jesús se ha encarnado, ha muerto resucitado. Es necesario aprender a vivir con sinceridad la penitencia cristiana.

Recordó que se hace necesaria una humilde sinceridad para no negar los pecados del pasado, y todavía no ceder a fáciles acusaciones en ausencia de pruebas reales o ignorando las diferentes pre-comprensiones de entonces. Pidiendo perdón por el mal cometido en el pasado, debemos también recordar el bien que fue realizado con la ayuda de la gracia divina, portadora de frutos casi siempre excelentes.

En su denso, significativo e ilustrativo discurso al clero polaco, el Papa recuerda que la Iglesia en Polonia se encuentra frente a un gran desafío pastoral, el de tomar bajo su cuidado a los fieles que han dejado el País. La plaga de la desocupación obliga a numerosas personas a partir al extranjero. Es un fenómeno difundido en amplia escala. Cuando las familias se ven divididas por este motivo, cuando se quebrantan las relaciones sociales, a Iglesia no puede permanecer indiferente. Es necesario que las personas que parten sean acompañadas por los sacerdotes que, contactándose con las Iglesias locales, asuman el trabajo pastoral en medio de los emigrantes. La Iglesia polaca ya dio numerosos sacerdotes y religiosas que desempeñan su servicio no solo a favor de los polacos fuera de los confines del País, sino también y a veces en condiciones sumamente difíciles, en las misiones de África, de Asia, de América Latina y en otras regiones: pensando en ellos el Papa pidió a los sacerdotes que no se olviden de estos misioneros, que el don de numerosas vocaciones con las que Dios ha bendecido la Iglesia debe ser acogido desde una perspectiva verdaderamente católica. Sacerdotes polacos, no tengan miedo de dejar su mundo seguro y conocido para ir a servir allá donde faltan los sacerdotes y donde su generosidad puede ser portadora de copiosos frutos. Permanezcan firmes en la fe. También a ustedes confío el lema de mi peregrinación. Sean auténticos en su vida y en su ministerio. Fijando la mirada en Cristo, vivan una vida modesta, solidaria con los fieles a los que han sido enviados. Sirvan a todos; sean accesibles en las parroquias y en los confesionales, acompañen los nuevos movimientos y las asociaciones , sostengan a las familias y no olviden el estrecho lazo que deben establecer con los jóvenes, recuerden a los pobres y a los abandonados. Si ustedes vivirán de fe, el Espíritu Santo les sugerirá lo que deberán decir y cómo deberán servir. Y ya para concluir, podrán siempre contar con la ayuda de aquella que precede a la Iglesia en la Fe, la Santísima Virgen María. Los exhorto a invocarla siempre con las palabras que ustedes ya conocen “Estamos cerca de Ti, Te recordamos y velamos”.

La Catedral de Varsovia ha sido el marco de eventos históricos de la vida del pueblo polaco y su Iglesia. El Siervo de Dios Juan Pablo II, la llegó a visitar 5 veces durante los nueve viajes que realizara en su proficuo pontificado. Benedicto XVI no abandonó el complejo arquitectónico, corazón de la fe del pueblo polaco, sin antes recogerse en oración ante las capillas donde se encuentran las tumbas de los cardenales August Hlond, y Stefan Wyszynski.

Esta tarde el encuentro de Benedicto XVI con el presidente de la República, Alexander Kaczynski, quien asumió el cargo el 23 de diciembre del año pasado, y sucesivamente, esta primera jornada concluirá con la visita a la Iglesia Luterana de la Santísima Trinidad de Varsovia, en pasado sede de numerosos encuentros ecuménicos, otra etapa ésta que marca la pauta de la visita de Benedicto XVI, tras las huellas de su predecesor.







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