La persona de Jesucristo, centro y síntesis de la fe cristiana
LA FAMILIA, TRANSMISORA DE LA FE Catequesis preparatorias para el V Encuentro
Mundial de las Familias en Valencia, España
La persona de Jesucristo, centro
y síntesis de la fe cristiana
El tema de la catequesis familiar de hoy
se va a centrar en una persona: Jesucristo. Una persona que en la media en que nos
sea familiar, y forme parte de nuestra familia, en esa medida llenará de sentido nuestras
vidas y gozaremos del amor que nos une.
Jesús es el centro y síntesis de la
fe cristiana. La persona de Jesús, con toda la riqueza de su modo de ser, tan cercano
a los problemas de los demás, tan respetuoso y amoroso con los débiles y necesitados,
esa persona es el modelo que debe dirigir nuestras relaciones.
San Pablo llega
a comparar la unión entre los esposos a la que existe entre Cristo y la Iglesia: “Hombres
amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia y se entregó por ella”. “Este
símbolo es magnífico (se refiere al matrimonio) y lo aplico a Cristo y a la Iglesia.
Así vosotros, ame cada uno a su mujer como así y la mujer respete al marido” (Cf.
Ef 5, 22-32).
El conocimiento de la persona de Jesús es esencial para poder
aplicarlo a nuestra familia. Como Cristo nos ama hasta dar su vida, así nuestro amor
familiar será el modelo para que nuestros hijos crezcan y se desarrollen en la fe
cristiana.
"Jesucristo es el Hijo eterno de Dios". Él es el principio, el
primogénito de entre los muertos, para que sea él el primero en todo, pues Dios tuvo
a bien hacer residir en él toda la plenitud y reconciliar por él y para él todas la
cosas, pacificando, mediante la sangre de la Cruz, lo que hay en la tierra y en los
cielos" (cf. Col 1, 15-20).
Jesucristo centro y síntesis de nuestra fe, por
ser Él “reconciliación” de todo y en todos. Y ahora presentamos la pregunta que nos
hacen estas catequesis preparatorias al Encuentro Mundial: ¿Se puede amar a Jesús
sin conocer su vida y doctrina? ¿Conocemos a este Jesús pacificador y reconciliador?
¿Y cómo se le puede conocer, para amarle e imitarle?
He aquí otro punto de
la catequesis: “La lectura de la Palabra de Dios y el Evangelio en familia, la
participación, como familia, en la eucaristía dominical, la oración en común y las
obras de caridad tienen un lugar preponderante en el hogar cristiano. Estas manifestaciones
son parte esencial de la catequesis familiar.
Encontrar tiempo en casa para
este trabajo no sería difícil. La Palabra de Dios en casa. Toda familia cristiana
tiene los Evangelios en alguna estantería. Bastaría con leer un trozo breve cada día,
antes de comer o antes e cenar. A Jesús le conocemos por las palabra que nos dejó,
pero sobre todo en la Eucaristía: la Misa dominical juntos, y después de la Misa ¿por
qué no visitar en el hospital o en una residencia de ancianos al conocido o amigo?
“Hecho
hombre, por obra del Espíritu Santo en el seno de María, nos dio el mandamiento nuevo
de que nos amáramos los unos a los otros como él amó; nos enseñó el camino de las
bienaventuranzas: ser pobres en espíritu y mansos, tolerar los dolores con paciencia,
tener sed de justicia, ser misericordiosos, limpios de corazón, pacíficos…”
Este
es Jesús, una persona atractiva y lleno de iniciativas, que por esa cercanía a la
gente se los ganaba a todos. Pero era el amor que les manifestaba. Este influencia
salvadora en su alrededor, manifestando el amor del Padre, es que le ha constituido
en “Centro del mundo, de la historia, y de la vida de todos los hombres; y su único
Salvador. Sólo en Él está nuestra salvación. La Persona de Jesucristo, Hijo de Dios
y verdadero hombre entre los hombres es, por ello, el centro y la síntesis de la fe
cristiana. En él encontramos el programa de la Iglesia y de la familia cristiana,
"iglesia doméstica".
En consecuencia no hay que inventar un nuevo programa.
El programa ya existe. Es el de siempre, recogido por el evangelio y la tradición
viva; se centra en definitiva, en Cristo mismo, al que hay que conocer, amar e imitar
para vivir en él la vida trinitaria y transformar en él la historia hasta su perfeccionamiento
en la Jerusalén celestial.
Es un programa que no cambia al modificarse los
tiempos y las culturas, aunque los tiene en cuenta para un verdadero diálogo y comunicación
eficaz.
Este conocimiento lleva al amor a su Persona y a practicar el mandamiento
del amor al prójimo, que él nos dio como distintivo y que es el comienzo de toda imitación
de su vida.
Oración por la familia: Padre de bondad y Dios de todo consuelo,
que tanto amaste al mundo que le diste a tu Hijo Unigénito: haz que las familias cristianas
sepan presentárselo a sus hijos como el camino que nos lleva hasta ti. Por el mismo
Jesucristo nuestro Señor.