En la audiencia a los alpinos bávaros, el Pontífice lamenta que después de dos guerras
mundiales haya tantas personas que nunca han conocido su patria
Sábado, 13 may (RV).- La fidelidad a los valores cristianos ha centrado el discurso
que Benedicto XVI ha dirigido esta mañana a más de quinientos peregrinos de la Asociación
de las Compañías de cuerpos alpinos bávaros, que han peregrinado al Vaticano con motivo
de la fiesta de la Virgen María, Patrona de esta región alemana desde hace 3 siglos
y cuya memoria litúrgica fue instituida hace 90 años por su predecesor, el Papa Benedicto
XV.
El Santo Padre ha exhortado a los que integran esta Asociación de las Compañías
de cuerpos alpinos de Bavaria a perseverar en la misión que les une de estar al servicio
de María, tutelando la cultura popular bávara arraigada en la fe cristiana. Tras destacar,
«que ya no tienen la misma tarea que en los siglos pasados, cuando con las armas debían
defender su país contra los enemigos extranjeros», el Papa se ha referido a las «nuevas
amenazas que incumben, quizá más graves aún, porque no se las reconoce como tales».
«Después de dos guerras mundiales hay tantas personas ‘sin raíces’, personas
que nunca conocieron su patria, que no saben cuánta seguridad interior puede darle
al hombre el hecho de tener una patria, porque significa mucho más que un mero detalle
geográfico», ha enfatizado Benedicto XVI, explicando que «para nosotros significa,
al mismo tiempo, un arraigo a la fe cristiana, aquella fe que ha formado profundamente
la región de Baviera y toda Europa y que confiere verdadero sentido a nuestra vida».
Fe
– ha afirmado el Pontífice - que la cultura popular bávara ha manifestado en diversas
formas de expresión, que abarcan el rico barroco de sus iglesias; las humildes cruces
de sus campos; la solemne procesión del Corpus; las peregrinaciones populares a los
numerosos santuarios; la gran música y los cantos alpinos. Es decir un rico patrimonio
cultural que esta Asociación de alpinos anhela custodiar e impulsar, con el fin de
que los hombres se mantengan unidos a sus raíces y, donde estas raíces ya no están
presentes, conducirlo nuevamente a través de signos, a los contenidos, es decir a
cuanto pueda ser, en su vida, un punto de referencia y de orientación».