El Papa subraya el deseo de la Santa Sede en impulsar el verdadero diálogo entre naciones
y religiones y favorecer el legítimo desarrollo de los países pobres, especialmente
en África
Sábado, 13 may (RV).- La Santa Sede no ceja en impulsar el verdadero diálogo entre
las naciones y las religiones, que Europa debe testimoniar. Favoreciendo además el
legítimo desarrollo de los países pobres, especialmente en África. En su bienvenida
al nuevo embajador de Bulgaria, Benedicto XVI recuerda también a las víctimas de las
recientes inundaciones.
Saludando a todo el pueblo de Bulgaria y, en particular,
a las poblaciones afectadas recientemente por las graves inundaciones, que el pasado
mes de abril causaron numerosas víctimas y cuantiosos daños materiales, Benedicto
XVI ha dado su bienvenida esta mañana al nuevo embajador búlgaro. Acto en el que el
Papa ha puesto de relieve la actualidad del modelo de «diálogo entre las culturas»,
del que fueron una gran ejemplo los santos Cirilo y Metodio, primeros evangelizadores
de este país.
El Santo Padre ha recordado que gracias a estos hermanos santos
Patronos de Europa que presentaron la Buena Nueva de Cristo a los habitantes de la
parte «central y oriental del continente europeo, en su propia lengua» - pudo nacer
y desarrollarse hasta llegar a ser «el bien común de los pueblos eslavos» - «una cultura
nueva alimentada con el Evangelio, la tradición cristiana, la liturgia, el derecho
y las instituciones».
Y tras evocar a estos santos patronos de Europa que,
superando las rivalidades y disensiones de su época, nos mostraron los caminos del
diálogo y de la unidad, que aún debemos construir, Benedicto XVI ha subrayado la importancia
de que la adhesión de Bulgaria a la Unión Europea impulse la dimensión espiritual
de este continente.
Cuando este país se prepara para su adhesión a la Unión
Europea, el Papa ha subrayado que «gracias a su historia y a su cultura, el pueblo
búlgaro, que sigue haciendo fructificar su herencia cristiana, está invitado a desarrollar
un papel importante para contribuir a devolverle a nuestro continente el impulso espiritual
que falta tan a menudo».
Unión Europea que debe recordar siempre que tiene
un alma y no debe ser sólo un gran mercado de mercancías materiales, en especial para
los jóvenes que son los adultos de mañana, ha recomendado Benedicto XVI. Y añadiendo
que los jóvenes búlgaros testimonian sus nobles aspiraciones, como hicieron durante
la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa ha reiterado la necesidad de contemplar
y tutelar merecidamente los valores espirituales y morales.
«En un mundo inseguro
y atormentado como el nuestro, Europa puede ser testigo y mensajera del diálogo necesario
entre las culturas y las religiones», ha insistido Benedicto XVI, recordando luego
que «la historia del viejo continente, profundamente marcada por sus divisiones y
sus guerras fratricidas pero también por sus esfuerzos para vencerlas, la invita a
cumplir esta misión, con el fin de responder a las expectativas de tantos hombres
y mujeres que anhelan aún, por el bien de los países de todo el mundo, el desarrollo,
la democracia y la libertad religiosa. En este contexto, el Pontífice ha afirmado,
una vez más que la Santa Sede «no desmaya en promover, en el lugar que le corresponde,
un verdadero diálogo entre las naciones y entre los responsables de las religiones».
«Se
trata de hacer retroceder la violencia, que se desarrolla hoy peligrosamente, haciendo
caer en especial los muros de la ignorancia y de la desconfianza que la pueden engendrar»,
ha señalado también el Papa, recomendando también que por ello «Europa no debe encerrarse
en sí misma, sino que debe favorecer una justa distribución de las riquezas en todo
el mundo e impulsar un verdadero desarrollo en África, que pueda corregir las injusticias
del actual desequilibrio entre Norte y Sur, factor de tensiones y de amenazas contra
la paz».
Saludando a la comunidad católica que vive en Bulgaria, el Santo Padre
ha evocado al beato Papa Juan XXIII, que fue Delegado apostólico en este país, así
como la memorable visita que realizó a esta misma nación su predecesor, el Siervo
de Dios Juan Pablo II. En particular, Benedicto XVI se ha referido también a la importante
ayuda de la Iglesia católica en el desarrollo nacional búlgaro y en las obras sociales
que la Caritas búlgara dirige.