El Papa alienta a los obispos de Canadá a continuar sirviendo a la Iglesia en un
contexto social multicultural y complejo, y una sociedad marcada por el creciente
subjetivismo y secularismo
Jueves, 11 may (RV).- En su encuentro con los obispos católicos de Quebec, Benedicto
XVI ha alentado vivamente a estos queridos hermanos en el episcopado a perseverar
en su ministerio al servicio de la Iglesia en Canadá, en un contexto social multicultural
y complejo y en una sociedad marcada por un subjetivismo y un secularismo crecientes.
En su audiencia de esta mañana, al final de la visita ad limina de estos prelados,
que integran una de las cuatro asambleas episcopales regionales de la Conferencia
de Obispos Católicos canadienses, el Santo Padre ha saludado y expresado su profundo
aprecio a los fieles, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, y laicos que participan
en la vida de la Iglesia, invocado la bendición de Dios sobre los esfuerzos que cumplen
para que la Buena Nueva del Señor Resucitado sea anunciada a todos.
La Eucaristía,
don de Dios para la vida del mundo; el papel central e irremplazable del sacerdocio
ministerial; el rol de los laicos; la pastoral juvenil; la importancia de la oración
y la contemplación; el compromiso apostólico y espiritual de los Institutos de vida
consagrada; el generoso servicio catequético y caritativo en favor de los pobres y
las vocaciones en las diócesis de Québec han centrado las reflexiones de Benedicto
XVI, que ha destacado también la consoladora esperanza y el positivo impacto espiritual
que brotaron de las Jornadas Mundiales de la Juventud de Toronto 2002.
En su
discurso en francés, refiriéndose a la preocupación que los obispos de Québec manifiestan
sobre la marcada disminución de la práctica religiosa que se ha registrado a lo largo
de los últimos años, el Papa ha expresado su anhelo de que la preparación del Congreso
Eucarístico Internacional, que tendrá lugar en 2008, sirva como renovado impulso.
Y ha recordado que a pesar de las crecientes dificultades, los Pastores «tienen el
deber de ofrecer a todos la posibilidad efectiva de cumplir el precepto dominical».
En el contexto de la disminución del número de sacerdotes, que algunas veces
hace imposible la celebración de la misa dominical, cuestionando de manera preocupante
la característica sacramental en la vida de la Iglesia, Benedicto XVI ha insistido
en que «las necesidades de la organización pastoral no deben comprometer la autenticidad
de la eclesiología»: «El papel central del sacerdote que, en persona Christi capitis,
enseña, santifica y gobierna la comunidad, no debe ser minimizado. El sacerdocio ministerial
es indispensable para la existencia de una comunidad eclesial. La importancia del
rol de los laicos, cuya generosidad al servicio de las comunidades aprecio profundamente,
nunca debe ocultar el ministerio absolutamente irremplazable de los sacerdotes para
la vida de la Iglesia. Así como el ministerio del sacerdote no puede ser confiado
a otras personas sin dañar de hecho la autenticidad de la misma Iglesia. Aún más,
¿cómo se podrá impulsar a los jóvenes a ser sacerdotes si el papel del ministerio
ordenado no queda claramente definido y reconocido?»
Tras reiterar la importancia
de la oración y de la contemplación, fundadas en el misterio eucarístico, de las personas
consagradas, que tienen la misión particular de recordar a todos la vocación universal
a la santidad, Benedicto XVI ha expresado la gratitud de la Iglesia a los Institutos
de vida consagrada de Canadá, por el compromiso apostólico y espiritual de sus miembros
también en la actividad catequética y caritativa. «Al lado de las personas más desfavorecidas
de la sociedad» y «manifestando el amor del Señor para con los pequeños y los pobres».
Sin olvidar que gracias a «una vida espiritual intensa, las personas consagradas proclaman
que sólo Dios puede donar plenitud a la existencia humana»
«La vida consagrada
es un don de Dios para el bien de toda la Iglesia y al servicio de la vida del mundo.
Por lo que es necesario que se desarrolle en una sólida comunión eclesial», ha recordado
también el Santo Padre, haciendo hincapié en que «los desafíos que debe superar la
vida consagrada pueden ser afrontados sólo manifestando una unidad profunda entre
sus miembros y con la comunidad de la Iglesia y sus Pastores»:
«Invito pues
a las personas de vida consagrada, hombres y mujeres, a impulsar su sentido eclesial
y su tarea de trabajar en relación cada vez más estrecha con los Pastores, acogiendo
y difundiendo íntegra e integralmente la doctrina de la Iglesia».
El Papa ha
dirigido también una exhortación particular en favor de «una verdadera pastoral vocacional,
afianzada en la existencia de hombres y mujeres que testimonien su amor apasionado
a Dios y a los hermanos, en fidelidad a Cristo y a su Iglesia»: «Invito a toda la
comunidad católica de Québec a dedicar una atención renovada a su apego a la verdad
del magisterio de la Iglesia en lo que concierne a la teología y a lo moral, dos aspectos
inseparables del ser cristianos en el mundo. Los fieles no pueden adherirse a las
ideologías que se difunden hoy en la sociedad sin perder la propia identidad cristiana».