Audiencia del Papa a los participantes del Congreso 'Matrimonio y la Familia' en el
XXV aniversario de la fundación del Pontificio Instituto Juan Pablo II para los estudios
sobre Matrimonio y Familia
Jueves, 11 may (RV).- Benedicto XVI ha recibido en audiencia a los participantes en
el Congreso Matrimonio y la Familia que se está celebrando en la Pontificia Universidad
Lateranense en la celebración del XXV aniversario de la fundación del Pontificio Instituto
Juan Pablo II para los estudios sobre Matrimonio y Familia.
En su discurso,
el Papa ha recordado que fue el mismo día del atentado a Juan Pablo II, en la plaza
de San Pedro, el 13 de mayo de 1981, durante la Audiencia General, cuando su predecesor
hubiera tenido que anunciar la creación de este Instituto que lleva su nombre. Un
hecho que reviste un relieve especial en la conmemoración, que celebramos a poco más
de un año de su muerte, y que ahora se ha querido poner en evidencia con la celebración
de este congreso que lleva por título: “La herencia de Juan Pablo II sobre matrimonio
y familia: amar el amor humano” .
La idea de “enseñar a amar” acompañó siempre
a Karol Wojtyla desde su juventud ha dicho el Santo Padre. Tras la publicación profética
de la siempre actual encíclica de Pablo VI Humanae Vitae, el joven obispo polaco comprendió
la necesidad en aquella circunstancia de empezar un estudio sistemático sobre aquella
temática que constituyó el sustrato de la enseñanza que ofreció después a toda la
Iglesia en su Catequesis sobre el amor humano.
Y Juan Pablo II puso en evidencia
dos elementos, ha subrayado Benedicto XVI. El primero, fue que el matrimonio y la
familia están enraizados en el núcleo más íntimo de la verdad del hombre y su destino.
La diferencia sexual que connota el cuerpo del hombre y el de la mujer no es, pues,
un simple dato biológico, sino que reviste un significado más profundo: expresa aquella
forma del amor con la que el hombre y la mujer se convierten en una sola carne, pueden
realizar una auténtica comunión de persona abierta a la transmisión de la vida y cooperan
así con Dios en la generación de nuevos seres humanos.
Un segundo elemento
caracteriza la novedad de la enseñanza de Juan Pablo II sobre el amor humano: su manera
original de leer el plan de Dios en la confluencia de la revelación con la experiencia
humana. En Cristo, de hecho, plenitud de la revelación de amor del Padre, se manifiesta
también la verdad plena de la vocación al amor del hombre.
Benedicto XVI haciendo
alusión a su reciente encíclica Deus Caritas est ha dicho que ha querido subrayar
en ella cómo mediante el amor se ilumina “la imagen cristiana de Dios y también la
consecuente imagen del hombre y su camino”. En otras palabras Dios se ha servido del
camino del amor para revelar el misterio de la vida trinitaria.
El matrimonio
basado en un amor exclusivo y definitivo, dice el Papa, se convierte en la imagen
de la relación de Dios con su pueblo y viceversa: el modo de amar de Dios se convierte
en la medida del amor humano”. La comunión de vida y de amor que es el matrimonio
se configura como un auténtico bien para la sociedad. Evitar la confusión con otro
tipo de uniones basadas sobre un amor débil se representa hoy como una especial urgencia,
advierte el Pontífice que afirma “que solo la roca del amor total e irrevocable entre
hombre y mujer es capaz de fundar la construcción de una sociedad y una casa para
todos los hombres”.