2006-05-12 16:19:38

Audiencia del Papa a los participantes del Congreso 'Matrimonio y la Familia' en el XXV aniversario de la fundación del Pontificio Instituto Juan Pablo II para los estudios sobre Matrimonio y Familia


Jueves, 11 may (RV).- Benedicto XVI ha recibido en audiencia a los participantes en el Congreso Matrimonio y la Familia que se está celebrando en la Pontificia Universidad Lateranense en la celebración del XXV aniversario de la fundación del Pontificio Instituto Juan Pablo II para los estudios sobre Matrimonio y Familia.

En su discurso, el Papa ha recordado que fue el mismo día del atentado a Juan Pablo II, en la plaza de San Pedro, el 13 de mayo de 1981, durante la Audiencia General, cuando su predecesor hubiera tenido que anunciar la creación de este Instituto que lleva su nombre. Un hecho que reviste un relieve especial en la conmemoración, que celebramos a poco más de un año de su muerte, y que ahora se ha querido poner en evidencia con la celebración de este congreso que lleva por título: “La herencia de Juan Pablo II sobre matrimonio y familia: amar el amor humano” .

La idea de “enseñar a amar” acompañó siempre a Karol Wojtyla desde su juventud ha dicho el Santo Padre. Tras la publicación profética de la siempre actual encíclica de Pablo VI Humanae Vitae, el joven obispo polaco comprendió la necesidad en aquella circunstancia de empezar un estudio sistemático sobre aquella temática que constituyó el sustrato de la enseñanza que ofreció después a toda la Iglesia en su Catequesis sobre el amor humano.

Y Juan Pablo II puso en evidencia dos elementos, ha subrayado Benedicto XVI. El primero, fue que el matrimonio y la familia están enraizados en el núcleo más íntimo de la verdad del hombre y su destino. La diferencia sexual que connota el cuerpo del hombre y el de la mujer no es, pues, un simple dato biológico, sino que reviste un significado más profundo: expresa aquella forma del amor con la que el hombre y la mujer se convierten en una sola carne, pueden realizar una auténtica comunión de persona abierta a la transmisión de la vida y cooperan así con Dios en la generación de nuevos seres humanos.

Un segundo elemento caracteriza la novedad de la enseñanza de Juan Pablo II sobre el amor humano: su manera original de leer el plan de Dios en la confluencia de la revelación con la experiencia humana. En Cristo, de hecho, plenitud de la revelación de amor del Padre, se manifiesta también la verdad plena de la vocación al amor del hombre.

Benedicto XVI haciendo alusión a su reciente encíclica Deus Caritas est ha dicho que ha querido subrayar en ella cómo mediante el amor se ilumina “la imagen cristiana de Dios y también la consecuente imagen del hombre y su camino”. En otras palabras Dios se ha servido del camino del amor para revelar el misterio de la vida trinitaria.

El matrimonio basado en un amor exclusivo y definitivo, dice el Papa, se convierte en la imagen de la relación de Dios con su pueblo y viceversa: el modo de amar de Dios se convierte en la medida del amor humano”. La comunión de vida y de amor que es el matrimonio se configura como un auténtico bien para la sociedad. Evitar la confusión con otro tipo de uniones basadas sobre un amor débil se representa hoy como una especial urgencia, advierte el Pontífice que afirma “que solo la roca del amor total e irrevocable entre hombre y mujer es capaz de fundar la construcción de una sociedad y una casa para todos los hombres”.







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