2006-05-03 18:00:48

Cultura y humanismo


Miércoles, 3 may (RV).- “El mes de mayo nos estimula a pensar y a hablar de modo particular de Ella. En efecto, este es su mes. Así pues, el período del año litúrgico, y el corriente mes llaman e invitan nuestros corazones a abrirse de manera singular a María” (Juan Pablo II, Mayo 1979)

Con estas palabras un recién electo Juan Pablo II evocaba en este mes de mayo a María, a quien tantas veces pidió su intercesión. Nosotros en el programa de hoy queremos rendirle también este pequeño homenaje.

Aconteció en Roma, una hermosa noche de Mayo a fines del siglo XVIII. Un niño pobre reunió a sus compañeros y los guió a una estatua de María, a cuyos pies ardía una lámpara según costumbre de esa santa ciudad. Ahí, esas voces frescas cantaron la Letanía de Nuestra Señora. El pequeño grupo se volvió a reunir al día siguiente. Esta vez los acompañaban más niños. La siguiente vez las mamás se unieron a la pequeña asamblea. Pronto nuevos grupos se formaron y la devoción se popularizó rápidamente. Así fue fundado el Mes de María.

“Es el mes en que, en los templos y en las casas particulares, sube a María desde el corazón de los cristianos el más ferviente y afectuoso homenaje de su oración y veneración –como señalaba Pablo VI- Es también el mes en el que desde su trono descienden hasta nosotros los dones más generosos y abundantes de la Divina Misericordia”.

Por este motivo los cristianos, que queremos estar siempre cerca de María, le ofrecemos algo especial durante el mes de mayo: romerías, visitas a alguna iglesia dedicada a la Virgen, pequeños sacrificios en su honor, ofrecimiento del estudio o del trabajo bien acabado o el rezo más atento del Santo Rosario.
Precisamente en este mes de mayo conmemoramos a Nuestra Señora de Fátima, el próximo día 13. La devoción de la Virgen de Fátima tiene su origen en la apariciones de la Virgen a tres pastorcitos en Cova de Iria, cerca de Fátima (Portugal): Lucia, Jacinta, y Francisco. La primera aparición sucedió el 13 de mayo de 1917. Se les apareció sobre una encina prometiéndole hacerlo siempre allí cada 13 de los meses siguientes, hasta octubre, pidiéndoles que rezaran por la paz en el mundo.
Otra conmemoración importante es la del 8 de mayo: Nuestra Señora de Luján.

En 1630, Antonio Farías de Sáa,, un portugués residente en Argentina, pidió a un amigo que le enviase desde Brasil una imagen de la Purísima y Limpia Concepción de María, para entronizarla en la capilla de su estancia.
El amigo cumplió el encargo y mando dos imágenes acondicionadas en sendos cajoncitos: una de la Inmaculada y otra de la Madre de Dios. La carreta que las transportaba acampó después de dos días de marcha, cerca de río Luján, al norte de la actual ciudad de Pilar. A la mañana siguiente, al querer reanudar la marcha, los bueyes no fueron capaces de poner en movimiento la carreta, a pesar de los esfuerzos, pudiendo solo moverse cuando fue quitada una de las cajas que contenía una de las Vírgenes de la carreta. Al abrirla descubrieron la imagen de la Purísima y Limpia Concepción de María.
Los viajeros percibieron que era una señal del cielo, y acataron la voluntad de la Virgen de ser venerada en ese lugar. La condujeron a la vivienda más cercana: la casa de la familia de Don Rosendo, entronizándola en un humilde oratorio; confiándola al Negro Manuel, quien cumplió su cometido hasta la muerte (1685). Al enterarse del milagroso suceso muchos fueron los que acudieron a venerar la imagen.
Y con este reportaje de la importancia de la Madre Dios en este mes de mayo les dejamos que reflexionen sobre su importancia en nuestras vidas, como la tuvo durante toda la vida de Juan Pablo II.








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